Las proyecciones dadas a conocer por la ONPE y las empresas encuestadoras hasta el día de hoy lunes a las 7 p.m. que gloso este artículo (la coyuntura nos ha llevado a ser exactos con la hora, porque a cada instante las cifras cambian, así como las tendencias), indican que Loreto ha dado menudas sorpresas en la elección general del día domingo.
Independientemente de nuestros particulares deseos (nos parece deplorable una segunda vuelta entre UPP y el APRA, como aparentemente sucederá), saltan a la vista algunos aspectos muy peculiares del voto de los loretanos. En primer lugar, la forma tan clara cómo se desinfló el fenómeno Ollanta Humala. Muchos analistas creíamos que como en nuestra región ha sido moneda común el voto de arrastre por candidaturas, digamos, populares, la tendencia sería igual para Humala. Afortunadamente no fue así.
Digo afortunadamente porque el voto de aquellos que no querían optar por Alan García y Lourdes Flores (cuyos porcentajes bordean el 15% y son francamente exiguos para líderes tradicionales y harto conocidos) no se ha encaminado hacia la candidatura populistoide y autoritaria del ex comandante. Con votos válidos y todo, UPP sólo supera levemente el 30%. Con un tercio del electorado, y eso que en nuestra región la propaganda para Humala ha sido extraordinaria, se puede incluso hablar de una derrota para alguien que en los sondeos más recientes creía tener más de la mitad del electorado e iba a conseguir hasta dos congresistas (ahora se sabe que sólo tendrá uno). Es decir, un contrasuelazo de la realidad que aún le debe estar doliendo a los nazi-onalistas.
La mayoría de esos votos migraron, sin duda alguna, a los dos candidatos peculiares de la jornada. Por un lado Valentín Paniagua, el popular “Chaparrón”, quien a pesar de que la ONPE señala que a nivel nacional a duras penas consigue el 6%, en nuestra región trepa a más del 20% y le permite conseguir un congresista al Frente de Centro. Esto permite señalar que Loreto sigue siendo en cierto modo bastión acciopopulista, canteras de las que proviene Paniagua. Pero así como sorprende este alto porcentaje (aunque es fácilmente explicable), asombra más aún el gran porcentaje logrado por el pastor evangélico Humberto Lay Sun, el verdadero animador de la jornada electoral, quien se empina hasta un 11%, lo cual habla de buenas a primeras que la votación direccionada por las iglesias de denominación cristiana no tradicionales, además de la personalidad de un hombre mesurado y pacífico como Lay Sun, han generado algo que puede llamarse una victoria moral.
Por otro lado, se confirma la tesis de la pésima decisión de movimientos de mucho arraigo popular como Fuerza Loretana y Nueva Amazonía de aliarse con candidatos perdedores como Alberto Borea y Luis Guerrero. Por otra parte, el autoritarismo fujimorista de Martha Chávez ha sido cuasi borrado del mapa acá, pues sólo saca 2% (A Fuji-rata no se lo quiere por acá, y eso deben tenerlo bien en cuenta aquellos que creen que los chanchos vuelan).
Finalmente, los que querían optar por Lourdes Flores en la segunda vuelta pero no lo hicieron porque se creyeron ese asunto vago y absurdo del “voto de conciencia” – ¿acaso somos Suiza? – (y votaron por Paniagua, Villarán, Lay y otros “pitufos”), pueden ahora ir a llorar al río. Gracias a dichos votos “desperdiciados”, tendremos la definición electoral más reñida con la sensatez, el progreso y la justicia que recuerde este desventurado país de desconcertantes gentes.
Independientemente de nuestros particulares deseos (nos parece deplorable una segunda vuelta entre UPP y el APRA, como aparentemente sucederá), saltan a la vista algunos aspectos muy peculiares del voto de los loretanos. En primer lugar, la forma tan clara cómo se desinfló el fenómeno Ollanta Humala. Muchos analistas creíamos que como en nuestra región ha sido moneda común el voto de arrastre por candidaturas, digamos, populares, la tendencia sería igual para Humala. Afortunadamente no fue así.
Digo afortunadamente porque el voto de aquellos que no querían optar por Alan García y Lourdes Flores (cuyos porcentajes bordean el 15% y son francamente exiguos para líderes tradicionales y harto conocidos) no se ha encaminado hacia la candidatura populistoide y autoritaria del ex comandante. Con votos válidos y todo, UPP sólo supera levemente el 30%. Con un tercio del electorado, y eso que en nuestra región la propaganda para Humala ha sido extraordinaria, se puede incluso hablar de una derrota para alguien que en los sondeos más recientes creía tener más de la mitad del electorado e iba a conseguir hasta dos congresistas (ahora se sabe que sólo tendrá uno). Es decir, un contrasuelazo de la realidad que aún le debe estar doliendo a los nazi-onalistas.
La mayoría de esos votos migraron, sin duda alguna, a los dos candidatos peculiares de la jornada. Por un lado Valentín Paniagua, el popular “Chaparrón”, quien a pesar de que la ONPE señala que a nivel nacional a duras penas consigue el 6%, en nuestra región trepa a más del 20% y le permite conseguir un congresista al Frente de Centro. Esto permite señalar que Loreto sigue siendo en cierto modo bastión acciopopulista, canteras de las que proviene Paniagua. Pero así como sorprende este alto porcentaje (aunque es fácilmente explicable), asombra más aún el gran porcentaje logrado por el pastor evangélico Humberto Lay Sun, el verdadero animador de la jornada electoral, quien se empina hasta un 11%, lo cual habla de buenas a primeras que la votación direccionada por las iglesias de denominación cristiana no tradicionales, además de la personalidad de un hombre mesurado y pacífico como Lay Sun, han generado algo que puede llamarse una victoria moral.
Por otro lado, se confirma la tesis de la pésima decisión de movimientos de mucho arraigo popular como Fuerza Loretana y Nueva Amazonía de aliarse con candidatos perdedores como Alberto Borea y Luis Guerrero. Por otra parte, el autoritarismo fujimorista de Martha Chávez ha sido cuasi borrado del mapa acá, pues sólo saca 2% (A Fuji-rata no se lo quiere por acá, y eso deben tenerlo bien en cuenta aquellos que creen que los chanchos vuelan).
Finalmente, los que querían optar por Lourdes Flores en la segunda vuelta pero no lo hicieron porque se creyeron ese asunto vago y absurdo del “voto de conciencia” – ¿acaso somos Suiza? – (y votaron por Paniagua, Villarán, Lay y otros “pitufos”), pueden ahora ir a llorar al río. Gracias a dichos votos “desperdiciados”, tendremos la definición electoral más reñida con la sensatez, el progreso y la justicia que recuerde este desventurado país de desconcertantes gentes.
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