26 agosto 2007

PLAN ZANAHORIA: LAS NOCHES DIFERENTES

LA NUEVA COTIDIANIDAD

Es casi la una de la mañana del viernes 24 de agosto y repentinamente la calles del centro de Iquitos son tomadas por una flota de vehículos motorizados de la policía, así como carros del Serenazgo, quienes tienen en este momento la misión de persuadir a los establecimientos nocturnos ubicados dentro del distrito a que se pongan a derecho y acaten las disposiciones de la nueva Ordenanza N° 026-2007-A-MPM, decretada por la Municipalidad Provincial de Maynas para garantizar el orden y la tranquilidad pública en la jurisdicción. En una sutil intimidación, las decenas de guardianes del ornato se pasean por los principales puntos adyacentes a la Plaza de Armas. A esta hora, el consumo de licor se ha prohibido en el Ari’s Burger y otros sitios de expendio de comidas y bebidas.


En tanto, la primera cuadra de la calle Pevas se siente ausente, callada, han cerrado ya La Parranda y algunos turistas se quejan amargamente de que se les haya tenido que invitar a retirarse del Nikoro Bar. El Noa, la discoteca más concurrida, ha tenido que abrir a las siete de la noche (en una situación totalmente fuera de contexto) ha dejado de operar y se observa a su administrador en la puerta, como queriendo ilusamente generar el ingreso de asiduos que han decidido quedarse en sus casas. El Agricobank y el Complejo del CNI son como enormes moles vacías. Un viento frío se apodera de la atmósfera. No falta mucho para que en el Malecón nos entreguen nuestros tickets de consumo, sin pedido expreso, lo cual significa que ya deben cerrar. La Ordenanza les prohíbe seguir en el negocio. El Serenazgo sigue su curso, hostil sin necesidad de demostrarlo. La gente requinta, pero debe resignarse a regresar a su casa. Los locales han perdido más dinero del que usualmente logran. El distrito se ha vaciado totalmente.

Sin embargo, cuando se ingresa por la avenida La Marina, sorprendentemente a la altura del servicentro que se ubica frente al Hospital Naval, se han improvisado mesas y sillitas donde se ve a un buen número de personas que toman cervecitas y conversan alegremente. Estamos ya en Punchana. Aunque no es un día precisamente normal, los bares y locales nocturnos simbólicos del distrito (Copacabana, Arde Papi, Anubis, El Antrito) se encuentran abarrotados de consumidores. Alguien ha desempolvado una vieja norma en la cual a las 3 a.m. se deben cerrar los establecimientos, sin embargo aún es temprano y encontramos muchos asiduos concurrentes a los lugares del centro brindando muy alegres en pleno corazón punchanino.

En tanto, sorprendentemente y como nunca, Iquitos duerme bastante tranquila. Algo de neblina se deja percibir. El Plan Zanahoria parece haber empezado a surtir sus primeros efectos en el sueño equilibrado de un gran sector de los iquiteños.





LA ORDENANZA Y SUS ANTECEDENTES

El Plan Zanahoria es una importación directa y casi fiel de una idea que fue implantada este año en el distrito limeño de Barranco, el cual además tuvo su réplica en La Victoria. La idea parecía simple y muy directa: sólo se permitía vender bebidas alcohólicas hasta las 11 pm., en cualquier establecimiento de la jurisdicción (sobre todo, para llevar), mientras que todos los bares, pubs y restaurantes abran hasta más de las 3 am. Se han intentado también aplicar en otros distritos capitalinos como San Juan de Lurigancho y Los Olivos y en algunas provincias del interior del país.

Evidentemente, el ejemplo latinoamericano más inmediato de que se tenga conocimiento es el implantado por el excéntrico y recordado ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus. El plan de Mockus era permitir el consumo de bebidas alcohólicas sólo en bares y restaurantes hasta las 3 am. La estadística asevera que el porcentaje de los accidentes de tránsito se redujo drásticamente. El nombre que se puso a esta medida fue el de la “Hora Zanahoria”.

La MPM, luego de una sesión extraordinaria de Concejo realizada el 10 de agosto, por mayoría aprobó el Acuerdo N° 122-SE-MPM que dispone “regular el horario de funcionamiento y atención al público de establecimientos comerciales”, incluyendo en él a discotecas, restaurantes que expenden licor, bares, snacks, video pub, night clubs, locales nocturnos, salones y salas de baile público y otros donde se oferta y consume alcohol. Uno de los más importantes considerandos para la aplicación de la ley era que con esta norma se pretendía “evitar que se produzcan hechos perjudiciales para la salud o que perturben la tranquilidad pública”.

El horario planteado para el funcionamiento de los locales objeto de esta Ordenanza son los siguientes:

De domingo a jueves y días feriados: Desde las 15 horas hasta las 24 horas.

Viernes, sábado y vísperas de feriados: Desde las 22 horas hasta las 03 horas del día siguiente.

Además, a partir de la Ordenanza se prohíbe la comercialización de bebidas alcohólicas en las áreas públicas (calles, veredas, avenidas, etc.); el expendio de bebidas alcohólicas a menores de edad o sin autorización municipal; el uso de vías públicas para actividades sociales donde se consuma alcohol, así como el uso de parlantes, bocinas y aparatos acústicos en dichas actividades. La única excepción permitida es la realización de eventos artístico-culturales sin venta ni consumo alcohólico. Las sanciones por desacato o incumplimiento de la norma van desde clausura transitoria, hasta definitiva, así como la revocatoria de la licencia de funcionamiento. Los operativos de cumplimiento del dispositivo, con el apoyo de la policía y la Fiscalía de Prevención del Delito. Los propietarios que incurran en error tendrán como multa preventiva el 50% de una UIT (aproximadamente 1,700 nuevos soles)

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL PLAN ZANAHORIA


En primera instancia, salta a la vista que el nivel de contaminación sonora y la inseguridad ciudadana ha adquirido visos de problema casi endémico. Los esfuerzos por reducir sus agravantes han sido hasta el momento infructuosos, sobre todo porque se ha llevado al límite de lo permisible la mal llamada “flexibilización” de las condiciones que regulan dicho tema. Una reciente encuesta realizada por la Universidad Católica arroja que el 89% de los entrevistados limeños está de acuerdo con este tipo de normas. El porcentaje, aunque probablemente menor, también sería aplastante a este respecto en Iquitos.

Suena absolutamente importante que la Comuna se preocupe por la integridad física y espiritual de los ciudadanos. Por ejemplo, en algunos casos, la situación se había tornado insostenible y muchos vecinos habían tenido graves problemas para conciliar el sueño en lugares adyacentes a grandes bailódromos, caracterizados por su ruido ensordecedor. Y muchos de ellos han tenido noches realmente pacíficas desde la aplicación de la Ordenanza.

Sin embargo, aunque diera la impresión que el Plan Zanahoria se encarga de llenar un vacío legal, en verdad la seguridad interna y externa de los locales públicos y nocturnos, el consumo de bebidas alcohólicas y el acceso de menores de edad a este tipo de establecimientos ya se encuentran establecidas en documentos como la Ley Orgánica de Municipalidades y las regulaciones jurisdiccionales particulares.

Todos sabemos que hay algunas discotecas y complejos cuyo ruido es interminable. Pero también es cierto que la MPM tiene ordenanzas y disposiciones para controlar la emisión excesiva de decibeles (el Comité Cívico Todos contra el Ruido puede demostrar fehacientemente este argumento). Pero también desde mucho tiempo atrás existen frenos a la asistencia de menores de edad a este tipo de lugares. Ni que decir de las atribuciones que se han dado al aspecto policial y edil para llevar a cabo operativos de seguridad en terrenos de riesgo y cuando sea necesario.

Quienes han apoyado particularmente la aplicación del Plan Zanahoria, además del Alcalde de Maynas, Salomón Abensur y el Gerente General Rafael Saavedra, han sido algunos regidores como José Tafur o Golda Barba, aunque sus motivaciones son diferentes en diversos sentidos, a veces hasta genéricas. Se indica que habrá una campaña de sensibilización dirigida a los jóvenes, sin embargo, esa actividad no va a acompañada de los respectivos paliativos para que los adultos y la gente que desea llevar a cabo su legítimo derecho al esparcimiento mesurado, absolutamente democrático y consagrado constitucionalmente pueda concretarlo.

No se ha señalado con exactitud y detalle cuáles fueron los planes previos, cuáles fueron las coordinaciones previas entre las autoridades y los dueños de los establecimientos afectados. Se puede observar cierto apresuramiento e impericia a la hora de aplicar una norma copiada y trasladada de un contexto geográfico y socioeconómico considerablemente distinto, o, como se diría, dotar de una gran formalidad a un asunto que se ha movido, aún (a pesar de toda la buena intención) dentro de los linderos de cierta informalidad.

Existen algunas incorrecciones y vacíos flagrantes en la ley que valdría la pena comentar. Hammer Ramírez, representante de El Dorado Plaza Hotel y Discoteca Noa ha indicado que la ordenanza no está reglamentada y no especifica temas como si a la hora del almuerzo en un restaurante se puede tomar un aperitivo. Por ejemplo, “no se podrá recibir a los turistas con un aperitivo en horas de la madrugada y en algunos casos atenderlos a esas horas, pues muchas veces los visitantes suelen degustar vinos”. Ramírez confesó, además, que ningún empresario del rubro fue convocado para dar sus impresiones. Raúl Flores, gerente de la agrupación Explosión, señaló que el Plan Zanahoria atenta contra los derechos fundamentales a la reunión y al trabajo. César Zárate, del Nikoro Bar ha indicado que muchos de los turistas que acuden a su local se retiran molestos con la decisión y no entienden cómo puede aplicarse una medida que afecta en principio a quienes quieren invertir en lo local.

Además, la afectación económica es bastante evidente, y los más de 140 locales notificados dentro del cercado de la ciudad han sentido la pegada. El Nikoro Bar ha perdido un promedio de 700 soles diarios desde que se inició el Plan Zanahoria. Una conocida discoteca del medio también estaría por reducir drásticamente su personal, ante la imposibilidad de poder pagarles por la ausencia de recursos directamente recaudados. En La Parranda, el grupo TRAN-C solía tocar a partir de las diez de la noche, pero el show sólo dura ahora dos horas. Algunos ya han planteado medidas cautelares para evitar que se aplique la ordenanza.



Es también muy cierto que el público objetivo de dichos locales ahora está migrando a otros distritos como Punchana, San Juan y Belén, donde las prohibiciones a este respecto son mucho más laxas, es decir existen normas que plantean el cierre. La agrupación musical Explosión ha decidido darle mucha más fuerza a su local del COA (ubicado en territorio sanjuanino). El alcalde punchanino, Joiner Vásquez, indicó hace unos días que ellos quisieran, al igual que Belén y San Juan, cumplir con el Plan, pero para ello son necesarias mayor coordinación y diálogo. "Nosotros tenemos un plan desde el 2006 y lo queremos efectuar. Estamos haciendo que se cumpla el horario de apertura de los establecimientos que dice en la licencia de funcionamiento”. Y además, ha dejado flotando el aire, un aroma de insubordinación a las medidas unilaterales de la MPM: “no estamos para hacer lo que Maynas diga sino para coordinar. Le pido al alcalde Abensur que llame a los alcaldes distritales para coordinar bien las cosas". Si las medidas no se aplican en toda la ciudad de Iquitos, no tendrían ningún sentido.

Y la verdad es que si el Plan Zanahoria no se aplica íntegramente en todo el espectro geográfico es una invitación clara y concreta a sacarle la vuelta a la ley. Los distritos más pobres resistirán mucho más una medida que no sólo podría afectarlos presupuestalmente (debido a los ingresos tributarios), sino también podría generar un freno a la llegada de posibles empresarios y consumidores desencantados por la férrea e inconsulta decisión.

Medidas como el Plan Zanahoria son, en su más avanzada y concreta concepción, normas de cultura ciudadana. Independientemente de los efectos beneficiosos que se pueda lograr con el Plan Zanahoria, se deben emprender, como señala el periodista Marco Sifuentes, campañas educativas explicando -con cifras concretas- las causas del Plan Zanahoria. Las medidas de gobierno local deben ser explicadas a los ciudadanos. Deben tener un motivo. Y, sobre todo, los ciudadanos deben entender ese motivo. La Hora Zanahoria funcionó en Bogotá debido a que el plan del ex alcalde Mockus era integral y no sólo se concentraba en regular las consecuencias, sino también en atacar las causas. Allá se disminuyeron en un 25% los accidentes de tránsito y se redujeron los niveles de delincuencia debido a varias medidas relacionadas, no sólo a este plan, sino en conjunto, coordinadamente y con el concurso de todos los directamente involucrados en la macrorrealidad ciudadana.

Aplicando una medida por sí sola, arbitrariamente y como un mero calco de realidades absolutamente antagónicas a la nuestra no contribuirá por sí misma a eliminará la cultura del ruido si es que los ciudadanos no interiorizan que la ciudad está afectada terriblemente por este problema, que se agudiza en las mañanas y tardes. Tampoco la impericia de los jóvenes y su natural deseo por asistir a lugares prohibidos. Mucho menos las condiciones sociales que predisponen las infracciones a la seguridad y la integridad física de las personas. En ese sentido, la Ordenanza 026-2007-A-MPM es un buen primer paso (que podría servir de noble lección pedagógica en nuestra región), pero aún es insuficiente y tiene muchas aristas que deben perfeccionarse en la conjunción de ubicar a los ciudadanos no como una masa aislada, sino como personas con pleno ejercicio de sus derechos y deberes en relación a sus vecinos y precisamente con ellos mismos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ptm. esto del plan zanahoria es una webada, deberiamos ir a tomar en la puerta de la casa de shaluco despues de las 3 seria genial