Algunas noticias te pueden sacar fácilmente de tu estado de sopor y mostrarte que la vida no puede nunca ser tomada como un asunto sólido, prolongado, eterno. Aún despertando al día, en la celebración de las madrecitas, un terrible accidente de tránsito ocurrido en Buenos Aires se ha llevado a mejor vida al grupo Néctar, uno de los más importantes referentes de la música popular peruana, disolviendo no solo la vida de sus 9 integrantes, sino el presente de su siempre descollante carrera artística.
La verdad, me siento dolido por la trágica suerte de Néctar. Siento que el destino, con toda la insolencia de que siempre ha hecho gala, nos ha jugado otra mala pasada. Y aunque no podría considerarme un fan de la cumbia ni mucho menos, siento que es difícil no pensar que esto nos ha tocado fuertemente a cada uno de nosotros. Porque los liderados por Johny Orozco (qepd) han sido parte del soundtrack de ese vertiginoso panorama social que nos tocó en el quinquenio final del siglo XX. Claro, aquel que nos legó a Fujimori, Laura Bozzo, Susy Díaz los cómicos ambulantes, Montesinos, los diarios comprados por la mafia, la movida de Janet Barboza, las marchas estudiantiles contra la dictadura, el calor tropical de Ruth Karina, Rosita Producciones, las luchas contra los acuerdos de paz con el Ecuador y, claro está, nuestra famosa boa de cuarenta metros.
Néctar es parte de esa gloria chicha que encumbró a agrupaciones que antes no habían tenido el favor de los medios de comunicación (más preocupados en mirar para afuera que desde adentro). Claro, no olvidemos que aquello era un gran laboratorio psicosocial creado en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), con la férrea mirada del “Doc”. Sin embargo, la “cultura combi” no solo fue un intento de barbarizaciión y enajenación colectiva, sino también (sospecho que sin querer) un primer vehículo de reivindicación de las periferias y las provincias, una auténtica revolución pacífica, sabrosa y tumultuosa que bajaba desde los cerros y, al fin, pudo convertir en realidad el sueño de Chacalón y Los Shapis de trascender las carreteras y polladas y ganar un espacio en la actualidad oficial.
De esa estirpe de emprendedores de barrio modesto eran Néctar y Jhony Orozco, residentes de Comas, hijos de migrantes y migrantes mismos, visitantes frecuentes de galerías El Hueco y Polvos Azules, habitúes de localcitos con su estampita de Sarita Colonia detrás de la puerta. Allí, en los sueños de tele, en el gran salto que significaba presentarse en “los firmes y los bambas” de los programas humorísticos, apareció la proverbial inventiva nacional para sacarle la vuelta a las penurias del corazón y el bolsillo y triunfar en un medio siempre hostil con todo lo que se considera sospechoso de “choledad”. Y junto a Armonía 10, Karicia, Guinda, Pintura Roja, Euforia y demás congéneres (alejados de chicheritos prefabricados como Escándalo o Huracán), sin acomplejarse ante rubilindos pelucones de la bailanta gaucha como Ráfaga o Complot, el grupo Néctar impuso un estilo particular, una consagración del amor desgraciado, de las travesías sentimentales con tránsito ambulante, del desamor y las divagaciones de poseer a la otra, a la tramposa, de la que dicen nunca será señora. Y así creció la fama, y también canciones como Ojitos hechiceros, Vives equivocada, Mujer infiel, además del clásico El arbolito y el que para mí fue su mejor tema, Pecadora (pero mi corazón te ama y te adora, ah ,ah...)
Aunque tuvieron el éxito en lides peruanas, no siempre fueron profetas en su tierra. Siempre la rompieron en Argentina (donde irónicamente se suscitó la fundación del grupo), a donde se encontraban para animar alguna tocada dominguera. El azar les deparó espantosa muerte, pero, irónicamente, les ha conferido -según lo que puedo percibir por el extraordinario movimiento de internet y los sectores despectivamente tildados como C, D, y E en las estadísticas oficiales - categoría de glorias tempranas y probablemente prolongadísimas en el tiempo. Y así, Néctar, como tantos otros referentes de la cumbia peruana, quizás haya logrado encontrarse ahora con Sarita Farfán, en el cielo, y finalmente estén tocando una animada canción bailable en su nueva morada espiritual, donde todos algún momento iremos a dar con nuestra incertidumbre. Que tengan paz.
La verdad, me siento dolido por la trágica suerte de Néctar. Siento que el destino, con toda la insolencia de que siempre ha hecho gala, nos ha jugado otra mala pasada. Y aunque no podría considerarme un fan de la cumbia ni mucho menos, siento que es difícil no pensar que esto nos ha tocado fuertemente a cada uno de nosotros. Porque los liderados por Johny Orozco (qepd) han sido parte del soundtrack de ese vertiginoso panorama social que nos tocó en el quinquenio final del siglo XX. Claro, aquel que nos legó a Fujimori, Laura Bozzo, Susy Díaz los cómicos ambulantes, Montesinos, los diarios comprados por la mafia, la movida de Janet Barboza, las marchas estudiantiles contra la dictadura, el calor tropical de Ruth Karina, Rosita Producciones, las luchas contra los acuerdos de paz con el Ecuador y, claro está, nuestra famosa boa de cuarenta metros.
Néctar es parte de esa gloria chicha que encumbró a agrupaciones que antes no habían tenido el favor de los medios de comunicación (más preocupados en mirar para afuera que desde adentro). Claro, no olvidemos que aquello era un gran laboratorio psicosocial creado en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), con la férrea mirada del “Doc”. Sin embargo, la “cultura combi” no solo fue un intento de barbarizaciión y enajenación colectiva, sino también (sospecho que sin querer) un primer vehículo de reivindicación de las periferias y las provincias, una auténtica revolución pacífica, sabrosa y tumultuosa que bajaba desde los cerros y, al fin, pudo convertir en realidad el sueño de Chacalón y Los Shapis de trascender las carreteras y polladas y ganar un espacio en la actualidad oficial.
De esa estirpe de emprendedores de barrio modesto eran Néctar y Jhony Orozco, residentes de Comas, hijos de migrantes y migrantes mismos, visitantes frecuentes de galerías El Hueco y Polvos Azules, habitúes de localcitos con su estampita de Sarita Colonia detrás de la puerta. Allí, en los sueños de tele, en el gran salto que significaba presentarse en “los firmes y los bambas” de los programas humorísticos, apareció la proverbial inventiva nacional para sacarle la vuelta a las penurias del corazón y el bolsillo y triunfar en un medio siempre hostil con todo lo que se considera sospechoso de “choledad”. Y junto a Armonía 10, Karicia, Guinda, Pintura Roja, Euforia y demás congéneres (alejados de chicheritos prefabricados como Escándalo o Huracán), sin acomplejarse ante rubilindos pelucones de la bailanta gaucha como Ráfaga o Complot, el grupo Néctar impuso un estilo particular, una consagración del amor desgraciado, de las travesías sentimentales con tránsito ambulante, del desamor y las divagaciones de poseer a la otra, a la tramposa, de la que dicen nunca será señora. Y así creció la fama, y también canciones como Ojitos hechiceros, Vives equivocada, Mujer infiel, además del clásico El arbolito y el que para mí fue su mejor tema, Pecadora (pero mi corazón te ama y te adora, ah ,ah...)
Aunque tuvieron el éxito en lides peruanas, no siempre fueron profetas en su tierra. Siempre la rompieron en Argentina (donde irónicamente se suscitó la fundación del grupo), a donde se encontraban para animar alguna tocada dominguera. El azar les deparó espantosa muerte, pero, irónicamente, les ha conferido -según lo que puedo percibir por el extraordinario movimiento de internet y los sectores despectivamente tildados como C, D, y E en las estadísticas oficiales - categoría de glorias tempranas y probablemente prolongadísimas en el tiempo. Y así, Néctar, como tantos otros referentes de la cumbia peruana, quizás haya logrado encontrarse ahora con Sarita Farfán, en el cielo, y finalmente estén tocando una animada canción bailable en su nueva morada espiritual, donde todos algún momento iremos a dar con nuestra incertidumbre. Que tengan paz.
5 comentarios:
EL mejor post que he leido sobre Néctar de los que voy viendo hasta ahora. No soy fan de ese tipo de música, pero tampoco la ignoro, y ciertamente la he bailado bastante. Paradojicamente tuve que mudarme a Iquitos para que este tipo de música me guste, en Lima no me agradaba. Que esten en paz.
NO SE COMO EMPEZAR Y MUCHO MENOS CONTENER MIS LAGRIMAS AL LLEVAR A MI MENTE EL RECUERDO DE ESTOS MUCHACHOS DE VERAS QUE ME QUEDE TRISTEMENTE CONMOVIDO Y MI HOMENAJE A ELLOS SE LOS DEDICO ESCUCHANDO LOS MEJORES TEMAS DE SU REPERTORIO ME TRAGO LA SALIBA POR QUE NO ME RESIGNO A ACEPTAR QUE SE FUERON GRACIAS NECTAR GRACIAS JHONY Y A USTEDES MUCHACHOS POR DEJARNOS ESTE LEGADO MUSICAL LOS LLEVO EN MI CORAZON POR QUE SI NO LO HIZE EN GRAN DIMENSION O FANATISMO DISFRUTE BAILANDO PARTE DE SU GENERO MUSICAL. DESDE EL FONDO DE MI CORAZON MI MAS SENTIDO PESAME A TODOS LOS DEUDOS INFINITAS GRACIAS Y GUARDARE SU MUSICA POR EL RESTO DE MI VIDA : POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE LOS REYES DE LA CUMBIA EL GRUPO NECTAR EPA EPA
NO SUFRES CORAZONCITO SI TE FALTA MI AMOR
NO LLORES CARIÑO MIO
DILE AL DIOS DEL CIELO QUE NOS HAGA VOLVER QUE PRONTO ESTAREMOS JUNTOS TE LO JURO POR DIOS.
ROGUEÑOSLE AL DIOS Y AL CIELO QUE ESTE AMOR NUNCA NOS FALTE EH EH
GRACIAS DE TODO CORAZON DE PARTE DE SU AMIGO DANIEL ARTURO MONTEJO BALDEON DE PIURA PERU
Lee este post es mejor aun :
http://lab.nitcom.com/galania/index.php/blog/show/Por-Siempre-y-para-Siempre.html
lamento mucho del accidente de nectar cristian cardenas de verdad lo siento mucho me imagino tu sufrimiento por favor escribeme soy tu amiga de grau 5 continentes mi msn es graciela_ositos@hotmail.com
Siento mucho lo que le ocurrió al Grupo Néctar, así como también lo que le ocurrió al hermano de Edwin Alcántara.
He aquí el Testimonio de Willian Alcántara, su hermano.
http://www.youtube.com/watch?v=7O6N06TLPTg
Publicar un comentario