Por: Gino Ceccarelli
Desde que el hombre abandona la posición simiesca y toma conciencia de que es un ser que va a morir, empieza a buscar respuestas al misterio de la vida y de la muerte. Las explicaciones a esas interrogantes hace que el hombre desarrolle la capacidad de fábula y la recreación de su entorno.
En todas las culturas que se forjaron en el planeta, hubo quienes comenzaron a interpretar "señales" y se convirtieron en guías espirituales de sus congéneres: chamanes, brujos, jefes e iluminados quienes encontraron o descubrieron en lo inexplicable una deidad que merecia respeto y adoracion. Nace el concepto de Dios y dioses, se crean preceptos, reglas y tabúes. Muchos de ellos por miedos y deseos de no resignarse a que la vida se podía acabar abruptamente y se buscaron diversas formas y métodos para encontrar una conexión con el mas allá. Aparecen sectas, adoradores, doctrinas y con el correr del tiempo, las religiones. Pero para que esto se desarrolle interviene un personaje tan antiguo como el hombre mismo: el predicador.
Todo grupo social tiene uno o varios. Es el transmisor de la conciencia colectiva y un guía espiritual que por convicción o interés, asume el rol de predicar las ideas, dar respuestas y se coloca en un pedestal casi como embajador o un puente hacia lo sagrado. Cuando nace el animal político, esta casta de predicadores encuentra también un espacio. El "predicador" pasa a denominarse "orador" o "dirigente". Existen diversos tipos de predicadores: charlatanes, consejeros, magos, brujos, "reencarnados", "tocados por la mano de Dios", iluminados, santos, etc.
En los Estados Unidos de América, los predicadores de diversas religiones y sectas ocupan un espacio preponderante en la sociedad. En los canales de televisión (que a lo largo del país son miles), están presentes (por miles) predicando la palabra de Dios, haciendo milagros, acusando, dando fe, explicando, cantando, rezando, llorando, calmando, riendo, alabando, entreteniendo, cobrando y santificando a multitudes que necesitan de ellos. La palabra de Dios es interpretada y adaptada al "american way of life". No existe un patrón que defina al predicador: Blancos, chinos, negros, altos bajos, jovenes, niños y viejos, mujeres y ex convictos, algunos vestidos a la ultima moda y otros como animadores de circo, ex drogadictos, ex hippies, unos son "fashion", otros son conservadores, hablan pausado, gritan y algunos hasta pegan alaridos. Sus discursos y predicas pueden durar muchas horas (al estilo Fidel), otros llenan estadios, teatros, carpas gigantescas, hacen tours por todo el país, incluso hay de los que tienen empresas constituidas a la predica, con contadores, agentes de prensa, abogados, economistas y ayayeros profesionales que venden el producto (al predicador) como si fuera un detergente o un carro del ano. No todos son charlatanes que hacen bussiness con el "don" que Dios les dio (la
facilidad de palabra), muchos de ellos son serios y se preocupan de las familias y de darles a sus congéneres un sentido moral de la vida que encuentran en las escrituras.
En el Perú, y especialmente en Iquitos (ya llegamos), a los predicadores los encontramos sobre todo en templos evangélicos, pentecostales, adventistas y uno que otro que llega de otros lares y reservan la Plaza 28 de Julio para hacernos llegar su "palabra" de Dios. A los religiosos de la iglesia católica ya no se les llama predicadores, predican sin tener el apelativo de predicadores. Quizás porque tienen
títulos y grados específicos que les da el seminario y la iglesia misma.
Pero tenemos otros tipos de predicadores que no necesariamente predican la palabra de Dios. Predican ideas, anhelos, programas (?), sentimientos primarios, denuncias (a montones) y luchan por sus ideales (personales o de grupo). Son los políticos y sindicalistas que se pasan muchas horas del DIA buscando micrófonos, cámaras de televisión y cuanto periodista que encuentren en su camino para soltarnos su consabido rollo: denunciar, reclamar, prometer, amenazar y hasta insultar a quienes consideran su enemigo o que atenta contra sus intereses o, les impide "avanzar" en la sociedad.
Algunos ni siquiera pertenecen a un partido o sindicato, son mequetrefes vanidosos que, al igual que los primeros, se pasean por radios, canales y diarios con alguna supuesta denuncia o una trasnochada "idea genial" para solucionar nuestros problemas.
Pero claro, a diferencia de los predicadores norteamericanos, los nuestros no hablan de moral, ni de la familia como eje de la sociedad, ni de valores, ni de Dios, ni de un supuesto castigo divino si llevamos nuestras vidas por camino del bien. No, eso no les interesa. ¿Para qué? Seria una perdida de tiempo.
Hay que reconocer que tenemos en nuestra región algunos que hacen prédica con sus actos y no con un discurso florido. Son aquellos religiosos, intelectuales, investigadores y naturalistas que luchan porque nuestra región y nuestro medio ambiente no se siga depredando y no se siga maltratando y denigrando a sus habitantes. A pesar de los políticos, a pesar de la indiferencia y a pesar de aquellos títeres que los atacan manejados por intereses oscuros.
No es malo predicar lo bueno.
Foto: Jimmy Swaggart Ministries
Desde que el hombre abandona la posición simiesca y toma conciencia de que es un ser que va a morir, empieza a buscar respuestas al misterio de la vida y de la muerte. Las explicaciones a esas interrogantes hace que el hombre desarrolle la capacidad de fábula y la recreación de su entorno.
En todas las culturas que se forjaron en el planeta, hubo quienes comenzaron a interpretar "señales" y se convirtieron en guías espirituales de sus congéneres: chamanes, brujos, jefes e iluminados quienes encontraron o descubrieron en lo inexplicable una deidad que merecia respeto y adoracion. Nace el concepto de Dios y dioses, se crean preceptos, reglas y tabúes. Muchos de ellos por miedos y deseos de no resignarse a que la vida se podía acabar abruptamente y se buscaron diversas formas y métodos para encontrar una conexión con el mas allá. Aparecen sectas, adoradores, doctrinas y con el correr del tiempo, las religiones. Pero para que esto se desarrolle interviene un personaje tan antiguo como el hombre mismo: el predicador.
Todo grupo social tiene uno o varios. Es el transmisor de la conciencia colectiva y un guía espiritual que por convicción o interés, asume el rol de predicar las ideas, dar respuestas y se coloca en un pedestal casi como embajador o un puente hacia lo sagrado. Cuando nace el animal político, esta casta de predicadores encuentra también un espacio. El "predicador" pasa a denominarse "orador" o "dirigente". Existen diversos tipos de predicadores: charlatanes, consejeros, magos, brujos, "reencarnados", "tocados por la mano de Dios", iluminados, santos, etc.
En los Estados Unidos de América, los predicadores de diversas religiones y sectas ocupan un espacio preponderante en la sociedad. En los canales de televisión (que a lo largo del país son miles), están presentes (por miles) predicando la palabra de Dios, haciendo milagros, acusando, dando fe, explicando, cantando, rezando, llorando, calmando, riendo, alabando, entreteniendo, cobrando y santificando a multitudes que necesitan de ellos. La palabra de Dios es interpretada y adaptada al "american way of life". No existe un patrón que defina al predicador: Blancos, chinos, negros, altos bajos, jovenes, niños y viejos, mujeres y ex convictos, algunos vestidos a la ultima moda y otros como animadores de circo, ex drogadictos, ex hippies, unos son "fashion", otros son conservadores, hablan pausado, gritan y algunos hasta pegan alaridos. Sus discursos y predicas pueden durar muchas horas (al estilo Fidel), otros llenan estadios, teatros, carpas gigantescas, hacen tours por todo el país, incluso hay de los que tienen empresas constituidas a la predica, con contadores, agentes de prensa, abogados, economistas y ayayeros profesionales que venden el producto (al predicador) como si fuera un detergente o un carro del ano. No todos son charlatanes que hacen bussiness con el "don" que Dios les dio (la
facilidad de palabra), muchos de ellos son serios y se preocupan de las familias y de darles a sus congéneres un sentido moral de la vida que encuentran en las escrituras.
En el Perú, y especialmente en Iquitos (ya llegamos), a los predicadores los encontramos sobre todo en templos evangélicos, pentecostales, adventistas y uno que otro que llega de otros lares y reservan la Plaza 28 de Julio para hacernos llegar su "palabra" de Dios. A los religiosos de la iglesia católica ya no se les llama predicadores, predican sin tener el apelativo de predicadores. Quizás porque tienen
títulos y grados específicos que les da el seminario y la iglesia misma.
Pero tenemos otros tipos de predicadores que no necesariamente predican la palabra de Dios. Predican ideas, anhelos, programas (?), sentimientos primarios, denuncias (a montones) y luchan por sus ideales (personales o de grupo). Son los políticos y sindicalistas que se pasan muchas horas del DIA buscando micrófonos, cámaras de televisión y cuanto periodista que encuentren en su camino para soltarnos su consabido rollo: denunciar, reclamar, prometer, amenazar y hasta insultar a quienes consideran su enemigo o que atenta contra sus intereses o, les impide "avanzar" en la sociedad.
Algunos ni siquiera pertenecen a un partido o sindicato, son mequetrefes vanidosos que, al igual que los primeros, se pasean por radios, canales y diarios con alguna supuesta denuncia o una trasnochada "idea genial" para solucionar nuestros problemas.
Pero claro, a diferencia de los predicadores norteamericanos, los nuestros no hablan de moral, ni de la familia como eje de la sociedad, ni de valores, ni de Dios, ni de un supuesto castigo divino si llevamos nuestras vidas por camino del bien. No, eso no les interesa. ¿Para qué? Seria una perdida de tiempo.
Hay que reconocer que tenemos en nuestra región algunos que hacen prédica con sus actos y no con un discurso florido. Son aquellos religiosos, intelectuales, investigadores y naturalistas que luchan porque nuestra región y nuestro medio ambiente no se siga depredando y no se siga maltratando y denigrando a sus habitantes. A pesar de los políticos, a pesar de la indiferencia y a pesar de aquellos títeres que los atacan manejados por intereses oscuros.
No es malo predicar lo bueno.
Foto: Jimmy Swaggart Ministries
2 comentarios:
Nadie olvide las palabras de Jesus, el Señor, ''que con la misma vara que mides, serás medido'' y es una ley que siempre ha de cumplirse. Mejor me sujeto a mi inferioridad como humano y no como una persona que piensa que es digno de juzgar los errores de otros.
no lo olvidemos.
''...que con la misma vara quem ides, seras medido''
Vale recordar que son también los periodistas los que están prestos a "denunciar, reclamar, prometer, amenazar y hasta insultar a quienes consideran su enemigo o que atenta contra sus intereses (personales o de grupo) o, les impide "avanzar" en la sociedad", con la diferencia de que ellos no tienen que buscar un micrófono, lo tienen ante ellos, y pobre del que los contradiga.
Y estos casos son de los más peligrosos porque resulta muy difícil hacer comprender a las personas que un periodista no es más que otro predicador.
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