Sucede que hoy, miércoles 30, mientras el mundo se cae a pedazos, mientras Juaneco y su combo se reune en espectacular concierto de reencuentro, espero a alguien que me ha prometido que me va a conseguir la entrada anhelada, el pase libre que me lleve al gran espacio privilegiado de la explanada del Estadio Monumental. "No te preocupes, yo te consigo la ubicación VIP, te hago pasar como prensa, te procuro, te prometo, te juro, charapita/de-la-selva-su-blogstar". Eso me ha dicho hace más de una semana. Ayer, desesperado, le llamé. El celular estaba apagado. "Deje su mensaje". Dudé. Pensé decirle "Hola, te habla el charapita a quien prometiste felicidad eterna y aún sigo esperando tu generoso obsequio. Mi precaria situación económica no me permite ni siquiera tomar un taxi, sin embargo tu proverbial solidaridad hará que me salve del oprobio de la soledad, once again. Combativo saludo para vos". Pero me hueveé, me pareció demasiado pretencioso, demasiado suplicante, demasiado cojudo. Además, hasta esperar que se me prenda el foco ya era demasiado para el alma (y la recarga virtual Movistar).
Recién despierto (o completamente insomne), me puse a hacer dibujos en el papel. Luego, atrapado por no sé qué extraño designio, garabateé nombres, frases, puntuaciones.Eran canciones. Eran álbumes. Todos de Miguel Bosé. Todos que han tenido un papel importante en mi pequeña cultura musical. Puse el reproductor de Windows Media, estaban todas - o casi todas -. O las más importantes. Y todas daban una idea de lo que había pasado por muchos momentos de la vida.
Intermezzo.Imaginé lo que sería una recopilación de greatest hits de Bosé. Hecho por un fan. Por alguien que se ha escuchado todos sus discos y sus canciones (o casi todas, que no es poco decir). Por alguien que le tiene cariño y admiración. Que lo considera genuinamente uno de los artistas más completos que actualmente dominan la escena pop de habla hispana. Debían ser 13 (muy a mi pesar), y debían ser esenciales. Las hice, y me di cuenta que el resultado salió inefable.
Así empecé, todo el día.
Estas son mis 13 canciones fundamentales de Bosé (que me gustaría escucharlas en un concierto):
No hay un corazón que valga la pena. Cuando te abandonas a la búsqueda, a veces puedes tener estos resultados."No hay un corazón que valga la pena, no hay un puto corazón en toda esta tierra que dé descanso y no haga preguntas, olvídalo".Si esto no es un mensaje directo al cerebro, que te aguijonea como un reproche insoportable, como un disparo de resentimiento y frustración, entonces, yo no sé nada de la vida. la escuché por primera vez el 2002, y nunca más se fue de mi lista de canciones predilectas.
Si tú no vuelves. La mejor canción de Miguel Bosé, según mi modesta opinión. Emblema del mejor disco de Bosé (Bajo el signo de Caín), según mi modesta opinión. Esa melodía levemente celta, ese fraseo susurrante, esa letra mágica, ("si tu no vuelves, mi voluntad se hará pequeña/ me quedaré aquí junto a mi perro espiando horizontes" y esa dulce regresión a la semilla, a tiempos mejores. Silbo esa tonadita cada vez que me siento bien. Canto esa canción cada vez que tengo ganas de llorar (y me doy cuenta que no tengo más lágrimas para hacerlo). Tarareo su intenso lirismo cuando necesito un momento para revisitarme y constatar que estoy vivo (todavía). Para vivir, mañana. Para vivir, todo lo que se pueda.
Colofón.- Son las 7 p.m. del miércoles 30 de abril. En una hora exacta se llevará a cabo el concierto. "Deje su mensaje después de la señal" es la consigna en mi frustrado intento de obtener un "hola, no lo pude lograr". La noche es fuerte. Me han dicho que solo existen entradas a partir de 200 lucas, reviso mis bolsillos, no tengo para el taxi, no tengo para el choripan. No tengo nada. Y no tengo ticket de ingreso. Desesperado, empiezo a pensar aceleradamente, y en un momento dado supongo que habré terminado de escribir esto. El reloj sigue su curso inexorable. Agarro mi casaca y voy a correr hacia la calle. Supongo que antes de dejarlos, habré tomado la combi más próxima que me dejase en el Monumental de Ate. Hay mucho tráfico. Hace frío, siento calor, me pica la cabeza. Las luces son brillantes. Busco la ruta más rápida. No falta casi nada. Los revendedores ya casi no existen. Ya casi no hay entradas. Vuelvo a llamar por el celular. En la esquina, se empieza a abrir un dique de luz. La multitud ruge. El tiempo se acaba. Corro hacia el estadio. Busco el milagro. Una enorme portezuela se cierra. Yo ya estoy envuelto dentro del torbellino...