25 abril 2007

TRAN-C

Una noche de insomnio creativo, de esas que últimamente se repiten casi hasta el borderline del aneurisma, mientras, espantados, algunos editores reunidos en junta de lluvia de ideas nos reparábamos de la rutina, alguien se le ocurrió elegir como intermedio musical una de las canciones inéditas que el grupo Tran-C había grabado, con miras – en aquél entonces - a ser incluidas en un box set de videos comercial. La canción se llamaba Mundo raro (homónima de un tema que anteriormente habían puesto en circulación los legendarios Frágil) y, claro está, enganchó de inmediato con el gusto de quienes, como éste exhausto escriba, recién lo escrutaban auditivamente.

Y, por supuesto, Mundo raro es desde esa coincidencia nocturna una de mis canciones favoritas, pero curiosamente no es una de las más conocidas ni solicitadas del grupo que lidera desde ya casi un lustro de tiempo el hombre-lobo de la farándula, Marko Heysen. Seguramente, porque, a pesar de ser sin duda alguna la mejor agrupación musical de Iquitos, Tran- C sólo ha destacado para las grandes masas por su talento innato para la mimetización dentro de las fauces del cover, es decir la recreación casi perfecta e igualmente atractiva de un éxito musical.

En nuestra ciudad, todos los músicos y las agrupaciones suelen incidir, con mayor o menor fortuna, en el remake y, aunque no siempre resulta edificante que uno impulse su carrera basándose en la copiadera benigna, no hay duda que el mejor representante de esta oleada - sin menospreciar para nada al orgullo amazónico, Explosión - es Tran-C. Argumentos contundentes le bastan y sobran.

Y en ese sentido, desde la primera vez que los vi. – unas vacaciones de julio del 2003 – a ahora, el grupo que lidera Heysen ha crecido enormemente, tanto en composición musical como en personalidad escénica. Conociéndose casi de memoria en el escenario, las versiones rítmicas que se ejecutan tienen el exacto contrapunto, al punto de que en su mejor momento, la nasalidad vocal del líder y su capacidad para manejar los tempos dentro del show. En el concierto que se pudo ver para la Semana Turística, mientras se lucían como atrevidísimos y teloneros de Vilma Palma e Vampiros, full cancha y personalidad, uno sentía que Tran-C había llegado a un nivel muy por encima del promedio del habitualmente entusiasta pero limitado mercado local.

Mucho del resultado depende de la capacidad y habilidad de Marko Heysen para tomar las riendas de la noche y transformarla en algo impredecible, pero divertida, siempre divertida. Con esa vocación de estrellita que se toma muy en serio su personaje, con la conciencia plena que sólo se vive una vez (aunque después siempre hay un presente que ya no reverdece con viejos laureles), enfundado en su traje de chico-apretadito-matador-de-la-provincia, Heysen ha descubierto que lo suyo es interpretarse todos los días, que el mundo no es sino una noche constante en la que ejecuta con calculado cinismo (todo showman en realidad lo es) su rol de alimento del vasto desierto de hombres que le pide saludos, que lo adula, que le pide autógrafos, que le intercambia números, que le envía e-mails.

Aunque no tiene el derriere de Ofelia Chávez ni la carita hurgadoramente simpática de Bettina Alván, Marko derrocha carisma y es capaz, solito, de afrontar con relativo éxito al respetable. Claro, nada de esto sucedería si no tuviera el gran soporte musical del grupo, con la guitarra fabulosa, el bajo pertinente, la batería febril, el teclado en sintonía y la vocecilla segunda de la guapa Stefani – la eternamente bella bella –, una sincronía que se percibe aceitada y funcional. Pero, no nos engañemos, Marko es el héroe cotidiano y eso lo sabe el manager del grupo y dueño del pub La Parranda, Aldo Castillo, quien ha convertido su local en un refugio que de jueves a sábado mantiene la sintonía alternativa, el ánimo adulto-contemporáneo y la onda remember-rockas vivas, salpicadas con pinceladitas pop y chongo de vibra clasemediera. Claro que, a veces, los chicos salen a airearse un poco y ofrecen conciertos fuera del bunker y se adentran en otros territorios, como el Noa, donde suelen tener mucha acogida en sus conciertos de últimos viernes de cada mes.

Tran-C no es un grupo chichero propiamente dicho, sin embargo argumentos no le faltarían para incursionar en dicho género musical. Sólo que precisamente la esencia del grupo no es caer en ello, a pesar de que nos encontremos adheridos al Paraíso del Sabor cumbiambero. Acaso en ello radique la aún menor – si la comparamos con Explosión o Kaliente – pero fervorosa fanaticada que los sigue y persigue. Tran-C, sin duda, es el mejor objeto de culto de la ciudad.

Esta semana, el grupo ha presentado su primer set de videos en vivo, que recoge las presentaciones en vivo, filmadas, editadas, remasterizadas y presentadas en formato DVD y sonido dolby digital, trabajo que corrió por cuenta de Audiovisual Producciones. Obviamente, la compilación contiene solo covers, aunque algunos de ellos están en la onda, que vale la pena hablar de ellos. Entre ellos, destacan Sacúdete, Yanashita y Como yo nadie te ha amado, especies de vehículos de lucimiento de la capacidad de improvisación y el espíritu jam.

En ese sentido valdría la pena echarle un vistazo a este producto, que es de calidad sin duda alguna, y seguir la senda de Tran-C, si es que aún no lo ha hecho. Ya están para cosas mayores. Es cuestión de decisión y olvidarse que sólo de covers vive la música en Iquitos. El mejor grupo de la urbe está en condiciones de trasponer ya esa frontera. Ojalá lo consigan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

habla refrito como va todo cuando llegas