En medio de su reciente visita a Iquitos y la selva loretana, Mario Vargas Llosa conversó con el periodista Jaime Vásquez, quien lo pudo abordar en extenso, y cuya entrevista se puede leer en extenso en la reciente edición de la revista cultural Katenere, cuyo editor es el reconocido narrador iquiteño Percy Vilchez. Acá algunos extractos de esta entrevista al vuelo con MVLL:
-¿Por lo visto eso (la visita a la selva y la reseva Pacaya Samiria) lo tiene de buen humor?
De buen ánimo porque hemos hecho un paseo muy lindo. Hemos estado una semana recorriendo el Amazonas, parte del Marañón, parte del Ucayali y buena parte del río Tapiche. Ha sido una expedición muy bonita. La verdad que hemos tenido un tiempo magnífico. Así que hemos podido ver muchos pájaros, monos, cocodrilos, peces, hemos podido bañarnos …
-¿Y el bufeo colorado?
El bufeo colorado, si, y el negro.
-Con lo difícil que es toparse con ellos.
Es más raro el negro, pero es más bonito. El colorado no es tan bonito. La verdad que fue un paseo precioso porque la Amazonía es una región bellísima. Lo que me ha sorprendido mucho es que vengan tan pocos compatriotas a hacer esta excursión. Nos decían en el barco que a pesar de que llevan varios años haciendo esta travesía, fue la primera vez que en un barco hubieron tantos peruanos, pues generalmente son extranjeros y que muy raramente hay grupos de peruanos. O sea que hay que estimular a nuestros compatriotas a que vengan con más frecuencia a conocer esta región tan bonita.
-¿De pronto se ha burocratizado mucho las visitas al Pacaya-Samiria, haciéndolas bastante caras?
Puede ser que esa sea una razón. Pero si usted piensa en la cantidad de peruanos que van a visitar el Cusco, por ejemplo, o Arequipa, que van a la sierra a ver los carnavales a Cajamarca, yo creo que muchos peruanos de la costa o de la sierra podrían venir a conocer la selva, que hasta ahora no ha sido suficientemente aprovechada desde el punto de vista turístico, a pesar de tener una variedad tan enorme de atracciones para cualquier persona que tenga un poco de sensibilidad y de curiosidad.
-¿De pronto es motivo de inspiración para otra novela con escenarios amazónicos?
Pues ya he escrito tres, imagínese, je, je. He escrito tres novelas que están situadas en la Amazonía.
-Por lo visto, cada vez que viene surge una novela.
¿Si, no?. Esta es una región que para mí fue muy importante en mi vida porque no solamente escribí esas tres novelas, sino que además tengo muchísimos recuerdos muy gratos de todos los viajes que he hecho por la Amazonía. En todas las regiones amazónicas siempre he sentido una gran afinidad, una gran cercanía. Y este viaje ha sido uno de los más bonitos. Claro, en condiciones mucho más cómodas que los otros viajes que he hecho. Yo recuerdo la primera vez que viajé por la Amazonía el año 1958. Había que viajar en condiciones muy, muy precarias. La Amazonía estaba prácticamente incomunicada en esos momentos, no solo del resto del Perú sino entre ella misma. Eso felizmente ha cambiado mucho hoy en día. Pero todavía creo que se podría hacer mucho más.
-¿Se encontró con algunos amigos que les ayudaron en sus trabajos pasados?
Me encontré con amigos. Bueno, hay un amigo que desgraciadamente ya no está entre nosotros, que es ‘El chino’ (Julio) Alarcón. Una persona muy conocida en Iquitos. He podido hablar con su viuda. A él lo quise mucho porque fuimos compañeros en el Colegio Leoncio Prado y luego él me prestó una ayuda invalorable cuando estuve escribiendo “Pantaleón y las Visitadoras”. No solo porque él conocía Iquitos maravillosamente, sino porque tenía amigos en todas partes y, entonces, conseguí una gran cantidad de información sobre el tema que yo estaba escribiendo. Así que me apenó mucho saber que ya no estaba entre nosotros. (...)También me enteré que un hijo de una persona que inspiró uno de los personajes de mi segunda novela “La casa verde”, Fushía, acaba de fallecer en Iquitos. O sea que también este viaje ha sido un poco nostálgico porque me ha trajo recuerdos de experiencias anteriores.
-¿En quién se inspiró para la voz del Sinchi, en “Pantaleón y las Visitadoras” ?
En un periodista que todos ustedes conocen. Aquí en Iquitos era un periodista muy sintonizado. Yo, pues, como hacen los novelistas, le cambié no solo el nombre sino que le añadí y le resté atributos. Pero en esa época el personaje era muy conocido aquí en Iquitos. Era un personaje que tenía un programa de radio muy popular y era muy divertido, porque las cosas que él decía en la radio provocaban siempre grandes polémicas y a veces muchos escándalos. Aunque yo no lo conocí personalmente nunca, si llegué a oír su programa alguna vez. Ahora, la versión que doy de él en “Pantaleón y las Visitadoras” es una versión muy libre, muy alterada por la fantasía, por la imaginación. Pero tanto este personaje como la mayor parte de los actores de mis novelas, siempre tienen un modelo real. Un modelo que yo no repito fotográficamente, sino lo transformo, lo altero, pero la raíz, el punto de partida, es siempre un personaje real.
-¿Fushía no fue ficticio?
No, el nombre era Tushía. Yo nunca lo vi. Pero la leyenda de él me persiguió por todo el alto Marañón, porque en todas las aldeas, en todos los pueblos, en las misiones que habían por allá, o incluso en los puestos militares, todo el mundo hablaba de Tushía. Hablaban de sus proezas, si estas se pueden llamar así, pues generalmente eran asaltos a las tribus, a los poblados para apoderarse de las pieles, de las bolas de caucho. Era un personaje que tenía una leyenda negra. Se hablaba de un harem de chicas que había robado durante las incursiones que hacía. O sea, había toda una mitología en torno a este personaje. ¿Cuál era la realidad y cuál era la fantasía? En esos casos es difícil decirlo, pero eso me dio la idea del personaje de “La Casa Verde”.
-¿Vino con alguna intención literaria?
No, vine solo a pasear. Esta vez he venido solo a pasear, pero uno nunca sabe, porque esas intenciones surgen después de vivir ciertas experiencias que se quedan grabadas en la memoria y de pronto comienzan a desarrollarse en forma de historias.
-¿Siempre estuvo la Amazonía presente en sus obras?
Siempre. Bueno, como digo, escribí tres. Y en las otras que he escrito siempre hay referencias. En “Conversación en la Catedral”, por ejemplo, hay muchos capítulos que ocurren en partes de la Amazonía. O sea que esta es una región con la que yo he sentido siempre una gran simpatía.
-¿Por lo visto eso (la visita a la selva y la reseva Pacaya Samiria) lo tiene de buen humor?
De buen ánimo porque hemos hecho un paseo muy lindo. Hemos estado una semana recorriendo el Amazonas, parte del Marañón, parte del Ucayali y buena parte del río Tapiche. Ha sido una expedición muy bonita. La verdad que hemos tenido un tiempo magnífico. Así que hemos podido ver muchos pájaros, monos, cocodrilos, peces, hemos podido bañarnos …
-¿Y el bufeo colorado?
El bufeo colorado, si, y el negro.
-Con lo difícil que es toparse con ellos.
Es más raro el negro, pero es más bonito. El colorado no es tan bonito. La verdad que fue un paseo precioso porque la Amazonía es una región bellísima. Lo que me ha sorprendido mucho es que vengan tan pocos compatriotas a hacer esta excursión. Nos decían en el barco que a pesar de que llevan varios años haciendo esta travesía, fue la primera vez que en un barco hubieron tantos peruanos, pues generalmente son extranjeros y que muy raramente hay grupos de peruanos. O sea que hay que estimular a nuestros compatriotas a que vengan con más frecuencia a conocer esta región tan bonita.
-¿De pronto se ha burocratizado mucho las visitas al Pacaya-Samiria, haciéndolas bastante caras?
Puede ser que esa sea una razón. Pero si usted piensa en la cantidad de peruanos que van a visitar el Cusco, por ejemplo, o Arequipa, que van a la sierra a ver los carnavales a Cajamarca, yo creo que muchos peruanos de la costa o de la sierra podrían venir a conocer la selva, que hasta ahora no ha sido suficientemente aprovechada desde el punto de vista turístico, a pesar de tener una variedad tan enorme de atracciones para cualquier persona que tenga un poco de sensibilidad y de curiosidad.
-¿De pronto es motivo de inspiración para otra novela con escenarios amazónicos?
Pues ya he escrito tres, imagínese, je, je. He escrito tres novelas que están situadas en la Amazonía.
-Por lo visto, cada vez que viene surge una novela.
¿Si, no?. Esta es una región que para mí fue muy importante en mi vida porque no solamente escribí esas tres novelas, sino que además tengo muchísimos recuerdos muy gratos de todos los viajes que he hecho por la Amazonía. En todas las regiones amazónicas siempre he sentido una gran afinidad, una gran cercanía. Y este viaje ha sido uno de los más bonitos. Claro, en condiciones mucho más cómodas que los otros viajes que he hecho. Yo recuerdo la primera vez que viajé por la Amazonía el año 1958. Había que viajar en condiciones muy, muy precarias. La Amazonía estaba prácticamente incomunicada en esos momentos, no solo del resto del Perú sino entre ella misma. Eso felizmente ha cambiado mucho hoy en día. Pero todavía creo que se podría hacer mucho más.
-¿Se encontró con algunos amigos que les ayudaron en sus trabajos pasados?
Me encontré con amigos. Bueno, hay un amigo que desgraciadamente ya no está entre nosotros, que es ‘El chino’ (Julio) Alarcón. Una persona muy conocida en Iquitos. He podido hablar con su viuda. A él lo quise mucho porque fuimos compañeros en el Colegio Leoncio Prado y luego él me prestó una ayuda invalorable cuando estuve escribiendo “Pantaleón y las Visitadoras”. No solo porque él conocía Iquitos maravillosamente, sino porque tenía amigos en todas partes y, entonces, conseguí una gran cantidad de información sobre el tema que yo estaba escribiendo. Así que me apenó mucho saber que ya no estaba entre nosotros. (...)También me enteré que un hijo de una persona que inspiró uno de los personajes de mi segunda novela “La casa verde”, Fushía, acaba de fallecer en Iquitos. O sea que también este viaje ha sido un poco nostálgico porque me ha trajo recuerdos de experiencias anteriores.
-¿En quién se inspiró para la voz del Sinchi, en “Pantaleón y las Visitadoras” ?
En un periodista que todos ustedes conocen. Aquí en Iquitos era un periodista muy sintonizado. Yo, pues, como hacen los novelistas, le cambié no solo el nombre sino que le añadí y le resté atributos. Pero en esa época el personaje era muy conocido aquí en Iquitos. Era un personaje que tenía un programa de radio muy popular y era muy divertido, porque las cosas que él decía en la radio provocaban siempre grandes polémicas y a veces muchos escándalos. Aunque yo no lo conocí personalmente nunca, si llegué a oír su programa alguna vez. Ahora, la versión que doy de él en “Pantaleón y las Visitadoras” es una versión muy libre, muy alterada por la fantasía, por la imaginación. Pero tanto este personaje como la mayor parte de los actores de mis novelas, siempre tienen un modelo real. Un modelo que yo no repito fotográficamente, sino lo transformo, lo altero, pero la raíz, el punto de partida, es siempre un personaje real.
-¿Fushía no fue ficticio?
No, el nombre era Tushía. Yo nunca lo vi. Pero la leyenda de él me persiguió por todo el alto Marañón, porque en todas las aldeas, en todos los pueblos, en las misiones que habían por allá, o incluso en los puestos militares, todo el mundo hablaba de Tushía. Hablaban de sus proezas, si estas se pueden llamar así, pues generalmente eran asaltos a las tribus, a los poblados para apoderarse de las pieles, de las bolas de caucho. Era un personaje que tenía una leyenda negra. Se hablaba de un harem de chicas que había robado durante las incursiones que hacía. O sea, había toda una mitología en torno a este personaje. ¿Cuál era la realidad y cuál era la fantasía? En esos casos es difícil decirlo, pero eso me dio la idea del personaje de “La Casa Verde”.
-¿Vino con alguna intención literaria?
No, vine solo a pasear. Esta vez he venido solo a pasear, pero uno nunca sabe, porque esas intenciones surgen después de vivir ciertas experiencias que se quedan grabadas en la memoria y de pronto comienzan a desarrollarse en forma de historias.
-¿Siempre estuvo la Amazonía presente en sus obras?
Siempre. Bueno, como digo, escribí tres. Y en las otras que he escrito siempre hay referencias. En “Conversación en la Catedral”, por ejemplo, hay muchos capítulos que ocurren en partes de la Amazonía. O sea que esta es una región con la que yo he sentido siempre una gran simpatía.
2 comentarios:
Hay un momento en que al periodista se le acaban las preguntas (bueno, cualquiera se pone nervioso con Marito al lado). ¿Por qué no le preguntó si era su primer viaje en triciclo?
A ver:
En Iquitos lo llamamos "motokar" o "motocarro", y generalmente llamamos triciclo al vehículo de tres ruedas, sin motor. MVLL sale en la foto bajando de lo que se consideraría por dichas tierras un "motocarro", que son vehículos muy comunes y prácticos para los avatares de la selva peruana, en general.
Pero, haciendo memoria, y ante la pregutna de Luchin, creo que no debe ser el primer viaje de Vargas Llosa en triciclo, pues ya anteriormente estuvo por acá en 1988 y 1990, y es más que seguro que habrá subido a un motocarro. Ahora, si es la primera vez que ha subido a un triciclo (tal como lo conocemos acá), ni idea, mi estimado. Cuestión de asignación de significado de términos por territorio, que le dicen, pues.
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