30 abril 2007

¿EXODO EN MIRAFLORES?

Luego de la clausura de cinco establecimientos en Miraflores, entre ellos tres discotecas y pubs frecuentados por público mayoritariamente gay/bisexual (el celebérrimo Down Town/Vale Todo, Ibiza y La Vaca Voladora) -además del Tayta y el Phuket, el alcalde del distrito Manuel Masías ha señalado en el programa de Jaime Bayly que se viene una "campaña para devolver la tranquilidad" a su comuna, devolviéndole el aire de "tranquila zona residencial" que antaño tenía.

Aunque a muchos nos ha parecido que hay un trasfondo sexista y discriminador en el cierre de estos locales (los cuales fueron alharacosamente invadidos por seguridad de la comuna, con presencia del alcalde victorioso declarando para las cámaras de tele, además con algunas irregularidades en la titularidad de la ejecución coactiva, además que la coincidencia de los supuestos lugares más ruidosos afectan a este tipo de establecimientos), más terrible nos parece la confesión de Masías: se vienen más clausuras. Por todo el distrito.
Sin importar sexo, raza, ni condición social.

Es decir, si creyéramos en la buena fe de la Municipalidad (y no habláramos de manifiesta homofobia) el alcalde se ha empeñado en cerrar todos los locales "ruidosos" del distrito, según las normas de sonorización que, como afirmó un reportaje del programa periodístico "Panorama", están desactualizadas de entre 20 a 40 años, justo incluso antes del boom de la avenida Larco, mucho antes de la súbita locura de la calle Berlín, mucho antes del bullicio cosmopolita de Benavides y Larcomar; mucha antes del imperio invencible del Parque Keneddy. Según dicho reportaje, el límite permitido de sonido en locales de diversión miraflorinos es de menos de 70 decibelios (un absurdo para locales de este tipo). En una tarde común, en la calle, sin mucho tráfico, el decibelímetro marca más de 80.

Además, Miraflores es eminentemente un distrito nocturno y alternativo. Es céntrico, fácil de llegar, no tiene muchos problemas de violencia y pandillaje (aunque de hecho los hay). Es probablemente el distrito más atrayente del Perú, el más pluralista en sus alternativas de diversión, congregando a diversos comercios que han hecho que los vecinos tengan probablemente, después de San Isidro y algunos más, condiciones de vida mayores que la inmensa mayoría de los peruanos. Y claro, si siguiéramos la lógica del alcalde Masías, que va a clausurar a los demás locales bajo la lógica con que cerró al Down Town, entonces, mamita, ya me imagino lo que se viene:

- De hecho que se va a cerrar la Calle de las Pizzas
- Ni qué hablar de todo Berlín
- Ufff, le va a caer a todo Porta y la calle San Martín
- También, probablemente, a la zona del Cocodrilo Verde, el bar O y el rest Rodrigo
- Claro, pues, deben cerrar Larcomar
- Ah, no nos olvidemos de la zona entre La Tiendecita Blanca y el Burguer King, y su hilera de localcitos pequeños y pujantes
- No creo que se salve tampoco el María Angola ni los locales alrededor de La Paz.
-Oh, sin duda se tendría que cerrar La Media Naranja, el Bierhaus, el ex Bizarro, el Palacio de la Cerveza, los locales de Shell y algunos más de Diez Canseco. Tampoco deberíamos olvidarnos de algunos locales por la avenida del Ejército, por Pardo y alrededores.
- Hasta los locales de alta cocina de la avenida La Mar, por lo bulliciosos y por el caos vehicular que generan durante el día.

Es decir, la catástrofe.

Osea, no hay seguridad en las calles de Miraflores ¿y eso es culpa de los negocios? Claro, ellos deberían contribuir a generar un ambiente de calma y sana diversión, pero para eso también la comuna tiene un ejército de miembros del Serenazgo que a veces se fijan solo en que los pies de los transeúntes no estén sobre las bancas de los parques y no se preocupan realmente por evitar algunos robos, acosos y rapacerías propios de su función Si aplicáramos la lógica de Masías al pie de la letra y de modo tan fundamentalista como algunos viejitos desean, entonces el éxodo comercial y nocturno de Miraflores es inevitable.De es modo, no movimiento comercial, no impuestos ni contribuciones fiscales, menos alternativas para visitar el distrito más friendly y posmoderno del Perú. Y al final, Miralfores se va a convertir en un lugar tan aburrido como vivir en los cerros de La Molina

El derecho de una persona termina cuando colisionan los derechos de los demás. Tiene que ver con el santo y legal derecho de uno a su tranquilidad y un ambiente sano y equilibrado. Pero también tiene que ver con la aplicación de leyes justas, democráticas, no verticales. Si es verdad que las discotecas cerradas hacían ruido excesivo (¿Quieren ruido excesivo?, váyanse a Barranco, a Comas o vénganse a algunos lugares en Iquitos), hay modos fáciles para mantenerlas bajo regla, con inspecciones, multas sin necesidad de caerle de plano con medidas autoritarias y bastante sospechosas. Además, debería haber un gran debate sobre las normas antiguas y desfasadas que tiene el distrito, además de un diálogo permanente para ver cuál es la verdadera opinión de todos los vecinos, y no solo de unos cuantos. Debería haber verdadera tolerancia y verdadero diálogo entre el colectivo, y no la imposición de los designios de una minoría contra la voluntad mayoritarias, sea cual fuere su origen.

Sino, a este paso, con Masías anunciando en los próximos días 5 clausuras más y con 5,000 notificaciones amenazando a todos los comercios de diversión y relax del distrito, es probable que Miraflores se quede sin nadie y el nuevo point de diversión nocturna se traslade a lugares impensables como Chaclacayo o la Carretera Central.

A ver si alguien tiene un poco de racionalidad en este chongazo inútil.

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