En el fragor de la campaña electoral del año pasado, el entonces candidato a la alcaldía de Maynas, Salomón Abensur, en una jugada electoral bastante audaz, realizó una conferencia de prensa en el Hotel Victoria Regia donde anunciaba el plan de gobierno que su agrupación política, VALOR, aplicaría de llegar al poder. Tas la serie de ofrecimientos, amenizados por ideas-fuerza confeccionadas por estrategas de marketing y publicidad, los caballitos de batalla de dicha oportunidad fueron la recuperación del ornato y la seguridad ciudadana, la recuperación de una dinámica productiva dentro de una comuna edil poco técnica y aquejada por el amiguismo, así como la famosa construcción – spot en 2D incluido- del puente sobre el río Nanay con el fin de comunicar dos polos importantes de esta urbe, cuyo crecimiento es cada vez mayor. Lo que, en todo caso, sobresalía del discurso de Abensur era que la “gran transformación” de Iquitos se haría visible a partir de los 120 primeros días de su gestión.
Ganadas las elecciones (ojo, con el porcentaje más pequeño que haya obtenido un alcalde electo de Maynas desde 1980), el día de hoy que se publica este artículo se cumplen los 120 días de tregua que el candidato Abensur solicitó al pueblo para exhibir logros tangibles y evidentes. Aunque algunos sabemos, por cuestiones fácticas y materiales, que aquello no pasó de ser un slogan proselitista, muchos han esperado pacientemente, como una deferencia especial para una nueva gestión, pero creo que es importante también solicitar al burgomaestre las cuentas claras de cómo se ha podido llevar a cabo esta “gran transformación” o en qué se ha fallado.
La verdad, muchas cosas no se han innovado o se han solucionado, incluyendo las más urgentes. Por ejemplo, es cierto que se ha luchado frontalmente contra la nefasta negligencia de la gestión anterior respecto del cierre del aeropuerto para vuelos diurnos, pero si alguien hubiera tenido más claras las prioridades y se hubiera puesto las pilas, no se necesitarían 120 días para terminar con este lastre. Además, si hablamos de urgencias, tampoco se ha convenido en un plan de reactivación y repotenciamiento de los servicios de agua potable y luz eléctrica, así como los servicios de saneamiento (ahora que hay buenas migas con el aprismo y el inefable ministro de Vivienda, Hernán Garrido-Lecca). A pesar de las buenas intenciones de los gerentes respectivos, tampoco hay muchas buenas noticias en ornato, menos en tránsito y seguridad. Lo más increíble es que, quizás el buen Salomón se ha dedicado a quedar bien con todos (o casi todos), a asistir a coctelitos por el día de Fernando Lores o a organizar carnavales, pero no a gobernar (bajo el clásico concepto de liderar y racionalizar las demandas reales). Esto no es nada fácil, y mucho más cuando los cuadros principales que tiene alrededor, en su mayoría, aún están en pañales, tiran para su lado o no han podido ser escuchados (y algunos de los que en algún momento pudieron ser valiosos poco a poco han sido separados o han tenido que alejarse del entorno).
Una dato me llamó la atención de una encuesta en la web de la MPM. Cuando se preguntaba sobre la aceptación del trabajo del alcalde, más de la mitad lo consideraban “mala” o “muy mala”. Iquitos no ha cambiado mucho del año pasado a ahora. Esa es una constatación simple, y no hay animadversión en afirmarla. Creemos que la gestión de Abensur – por quien guardo estima personal – definitivamente se encuentra estancada. Estancada en el día a día (el caso de la múltiple disputa por el parchado de la avenida Quiñones es penoso), pero está precisamente en salirse de ese atarantamiento burocrático, en desplegar el trasero de la silla del poder y salir otra vez a la calle y palpar lo que en verdad hará de la ciudad un polo de atracción social, económico, cultural y turístico. Es cuestión de caminar, de la mano con los mejores y más capacitados. No estamos aprobando los primeros 120 días, Salomón, pero aún felizmente tiene algunos 120 días adicionales para poder cumplir lo que solemnemente le prometió a todos los ciudadanos de Maynas. No queremos más decepcionantes experiencias con administraciones como las que lo precedieron. No sea usted una arista más de una triste y poco enaltecedora tradición.
Foto: La República
Ganadas las elecciones (ojo, con el porcentaje más pequeño que haya obtenido un alcalde electo de Maynas desde 1980), el día de hoy que se publica este artículo se cumplen los 120 días de tregua que el candidato Abensur solicitó al pueblo para exhibir logros tangibles y evidentes. Aunque algunos sabemos, por cuestiones fácticas y materiales, que aquello no pasó de ser un slogan proselitista, muchos han esperado pacientemente, como una deferencia especial para una nueva gestión, pero creo que es importante también solicitar al burgomaestre las cuentas claras de cómo se ha podido llevar a cabo esta “gran transformación” o en qué se ha fallado.
La verdad, muchas cosas no se han innovado o se han solucionado, incluyendo las más urgentes. Por ejemplo, es cierto que se ha luchado frontalmente contra la nefasta negligencia de la gestión anterior respecto del cierre del aeropuerto para vuelos diurnos, pero si alguien hubiera tenido más claras las prioridades y se hubiera puesto las pilas, no se necesitarían 120 días para terminar con este lastre. Además, si hablamos de urgencias, tampoco se ha convenido en un plan de reactivación y repotenciamiento de los servicios de agua potable y luz eléctrica, así como los servicios de saneamiento (ahora que hay buenas migas con el aprismo y el inefable ministro de Vivienda, Hernán Garrido-Lecca). A pesar de las buenas intenciones de los gerentes respectivos, tampoco hay muchas buenas noticias en ornato, menos en tránsito y seguridad. Lo más increíble es que, quizás el buen Salomón se ha dedicado a quedar bien con todos (o casi todos), a asistir a coctelitos por el día de Fernando Lores o a organizar carnavales, pero no a gobernar (bajo el clásico concepto de liderar y racionalizar las demandas reales). Esto no es nada fácil, y mucho más cuando los cuadros principales que tiene alrededor, en su mayoría, aún están en pañales, tiran para su lado o no han podido ser escuchados (y algunos de los que en algún momento pudieron ser valiosos poco a poco han sido separados o han tenido que alejarse del entorno).
Una dato me llamó la atención de una encuesta en la web de la MPM. Cuando se preguntaba sobre la aceptación del trabajo del alcalde, más de la mitad lo consideraban “mala” o “muy mala”. Iquitos no ha cambiado mucho del año pasado a ahora. Esa es una constatación simple, y no hay animadversión en afirmarla. Creemos que la gestión de Abensur – por quien guardo estima personal – definitivamente se encuentra estancada. Estancada en el día a día (el caso de la múltiple disputa por el parchado de la avenida Quiñones es penoso), pero está precisamente en salirse de ese atarantamiento burocrático, en desplegar el trasero de la silla del poder y salir otra vez a la calle y palpar lo que en verdad hará de la ciudad un polo de atracción social, económico, cultural y turístico. Es cuestión de caminar, de la mano con los mejores y más capacitados. No estamos aprobando los primeros 120 días, Salomón, pero aún felizmente tiene algunos 120 días adicionales para poder cumplir lo que solemnemente le prometió a todos los ciudadanos de Maynas. No queremos más decepcionantes experiencias con administraciones como las que lo precedieron. No sea usted una arista más de una triste y poco enaltecedora tradición.
Foto: La República
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