02 septiembre 2007

BAILANDO EN EL NOA (HASTA QUE NOS BOTEN)

Es viernes, medianoche. Hace frío. Poca gente en las calles. El grifo IP de la Avenida La Marina se ha convertido en el nuevo point de la gentita en tiempos de crisis juerguera: te venden lo suficiente como para poder pasarla bien (eso sí, no prendan cigarros, nos podemos incendiar, me previene una amable empleada). Están todos los que deberían (y aquellos que no hubiéramos pensado). Usualmente bebo poco; esta noche no bebo nada (la afonía que Santa Rosita me ha traído como regalo de fin de mes no es broma). Mis amigos y los nuevos conocidos que he hecho en esta ronda empinan entusiastamente el codo con cerveza y ron-cola. Yo como marshmellows blancos y modero la vida con un Red Bull caliente (uffff).

Rápidamente llegamos a la una de la mañana y los capitanes del sabor, los salsa maniacos deciden que nos mudemos al Noa. Caballero nomás, hace bastante tiempo que no los visito. Motocarrazo, dos lucas, de frente a la que dicen sigue siendo la mejor discoteca de Iquitos (a pesar de todo). Y nuevamente me sorprendo de descubrir que aunque hayan querido volver a matarla, sigue gozando de buena salud, al menos en teoría.

Encuentro demasiados niños, demasiado aire high-school-musical, demasiado reggetón mezclado con Habacilar. Hoy es la fiesta pro-fondos de la promo del Rosa de América, me dice alguien por ahí. Hartos padres de familia cuidan a los pequeños, la paranoia de sentir que en cualquier momento entraría la tombería y los metería en canada-dry (por simplemente divertirse, sin alcohol – órdenes de la gerencia) no impide que los pasitos sandungueros se multipliquen en la pista de baile. En tanto, la gallarda onda adulto-contemporánea (no mayoría, es verdad) se arrejunta, dándole a las bebidas y esperando canciones menos teenage para lucirse.

En verdad, los minutos pasan y la pista de baile empieza a vaciarse. Sin embargo, queda gente dispuesta a pasarla bien, aunque llegue la hora señalada por la Zanahoria para que el encanto se desvanezca y empiece el toque de queda virtual. Decires aparte, el Noa sigue siendo el Noa (lo sé bien yo, que lo he amado-odiado-ignorado-promovido con empeño digno de mejor causa). Pero, la realidad es dura, más allá del oropel, la situación está jodida, hermano, me dice Besho Linares, si antes hacíamos cincuenta mil nuevos soles mensuales ahora no llegamos a los veinte mil. Antes de la ordenanza, hace medio mes, tenían como 44 empleados, ahora se han quedado con 26. La mayoría de gente que ha sobrevivido a la catástrofe han visto resignarse a que le reduzcan su sueldo (a los administradores se le han encogido en un 50%). Y asumo que eso le pasa también a gente como los dueños del Berimbau, el negro César Zarate del Níkoro, Aldo y Chabela Castillo de La Parranda, al Chato burger o al tío que vende caldo de gallina en la Fitzcarrald y ha tenido que quedarse con una ollada entera de sopa sin vender la noche anterior; gente que no le hace daño a nadie, gente que trata de servir, gente que ha atendido y ha cerrado las puertas antes que ahora insignes defensores de esta medida se vayan a sus respectivas casitas macerados de alegría y torrentes de alimentación tóxica para la sangre y el hígado (¡ah, mis hipócritas políticos de primera generación!)

Estamos cerca de las tres de la mañana y es la hora (sí, es la hora), es la hora de bailar. Lo que sea, aunque sea merengue, Xuxa o algo de Kaliente, como venga, con cariño por la música y por disfrutar sin preocupaciones, con alegría, sin gritar ni hacer escándalo, sin alcohol. Pero, uyyy, llegó el momento de la calabaza. Se despiden los dj’s, se hace un sampleo del Himno Nacional y se encienden las luces. Inmediatamente se inicia la evacuación, y claro, en un momento dado, sin que nadie se lo pida, en la calle, primerito que nadie, una ruma de cincuenta serenos, cámaras filmando, presionando, hostigando a los usuarios. Las palabrotas y comentarios negativos no se hacen esperar contra la medida. De un momento a otro entra un equipo de “cumplidores de la ley”. Un sereno torpe quiere sacar a una pareja de turistas con malas maneras. Ahí se aparece Linares para defender a los clientes. Bernardo intenta suavizar el embate de Cruela Devil - mechones níveos - y sus peleadores. La disco se ha vaciado totalmente y perdura el silencio. Los trabajadores limpian, las palabras de Linares, Bernardo y compañía con la pareja de turistas resuenan, las sugerencias, los comentarios. El Noa parece un santuario en reposo. Casi las 4.30 a.m. y en un rato más Perú disputará los cuartos de final del mundial sub 17 frente a Ghana. La noche se ha acabado pero los noctámbulos persisten. En tanto, los motocarros siguen con su ruido infernal y los ladrones hacen de las suyas en los extramuros de la ciudad. Tendremos un amanecer gris para el día de hoy.

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