04 septiembre 2007

POETA AMAZONICA, CIUDADANA DEL MUNDO

Ana Varela es posiblemente una de las poetas femeninas más importantes de la Amazonía. Docente universitaria, ex directora del INC-Loreto, miembro del grupo Urcututu, ha publicado El sol despedazado (en coautoría con Percy Vilchez), Voces desde la orilla y Dama en el escenario, además del poemario Lo que no veo en visiones , que ganó el importante Premio COPÉ en 1991 y está a punto de ser reeditado por Tierra Nueva. Reside desde hace cuatro años en Berkeley (California) y en esta nueva visita a Iquitos nos brinda sus opiniones sobre diversos temas culturales, literarios y sociales.



¿Cómo has encontrado a Iquitos luego de dos años de ausencia?
Persisten los mismos problemas de siempre, incluso algunos se han agravado. Sin embargo, se están realizando esfuerzos interesantes, en el plano cultural sobre todo, como nuevas publicaciones (entre ellas Mixturas), el empuje de la editorial Tierra Nueva, un interés nuevo por leer y saber sobre autores y obras literarias.

¿Crees que existe un nuevo apoyo para la difusión del arte y cultura en general?
En parte sí, pero espero que este apoyo no sea parcializado, que no se politice o prime el amiguismo. El apoyo debe ir acompañado de un control de calidad de las obras, como pasa en todos los ámbitos de la vida. Un buen producto en general necesita de un estricto proceso de trabajo, que se sacuda de esas cosas que la han hecho daño a la literatura amazónica (esa onda mitológica tan básica y primaria), a fin de que pueda competir en igualdad de oportunidades a nivel nacional e internacional.

¿Desde tu punto de vista han surgido voces nuevas que han intentado lograr este nuevo panorama de la literatura local o amazónica?
Me parece que hay voces interesantes que han surgido en medio, como el caso de (el escritor colombiano) Juan Carlos Galeano que ha recuperado el lenguaje oral de la amazonía desde una nueva perspectiva estructural. Pero, salvo esfuerzos aislados, la mayoría de lo publicado se sigue quedando en lo mismo de siempre, no siento que haya un recambio generacional.

¿A qué se debe este déficit?
Siento que a la falta de lectura, a la falta de estímulos, el nulo apoyo de las instituciones que tendrían la logística y los recursos para hacerlo.

¿No existen voces prometedoras en medio de este marasmo?
Yo creo que sí. Ahí existen el talento de jóvenes de Marco Panduro, John Ancka, Jenny Cisneros, Jorge Mesía o el de Igor Panduro (lamentablemente fallecido), muchos más. Pero no ha sido una cosa constante.

Como parte de una generación literaria apreciable (el grupo Urcututu) ¿no te frustra el no haber contribuido a que surja una nueva generación literaria sólida?
Más que frustrarme, me preocupa, porque es un poco triste ver la falta de constancia genera un estatismo que impresiona, una inanición y una falta de creación que no se veía antes.

¿A que crees tú que se debe la ausencia o gran escasez de escritoras mujeres y de poesía escrita por mujeres en la Amazonía?
Yo creo que se debe a la falta de respuesta de las mujeres a una tradición que se impone desde la sociedad misma, y en la cual la literatura, como otros asuntos, está confinada a un papel secundario. Persiste un pensamiento muy fuerte que confina a la mujer al simple oficio de ama de casa, cocinera, lavandera o - en el mejor de los casos - madre. Y, claro, la literatura, que debería ser percibida como una profesión, se vislumbra casi como una osadía, dentro del machismo imperante en nuestros países.

¿No le es tan difícil a un poeta hombre como una poetisa ejercer su oficio en el mundo actual?
No, porque siempre detrás de todo poeta habrá, a menudo, una mujer que le sirva y haga lo posible por complacerlo. Por ejemplo, bastará que el poeta diga “estoy inspirado, mi amor” y la mujer le preparará deliciosos platillos y le atenderá de los modos posibles para que agudice su inspiración. Eso no se observa en el caso de las mujeres. El machismo no declarado, pero sutil y soterrado en aspectos cotidianos esta arraigado.

¿Has percibido el machismo de tus colegas o de la crítica en el desempeño del oficio de escritora?
Al principio sí. Era algo evidente o sutil, pero allí estaba. Ganar el Premio COPE y afianzar mi participación en la política universitaria ayudó a que se fuera diluyendo esa percepción errónea de mi trabajo. Claro, dentro de ese círculo decimonónico, de seudo romanticismo fatuo, algunos creían que la escritora debía compartir su lecho con todos los escritores. Claro, después de publicar Lo que no veo en visiones, lo más común era confundir, no generar una diferenciación entre el yo poético y el yo real. Hasta en círculos aparentemente educados se manifestaba este hecho, que me parecía asqueroso. Pero definitivamente se fue imponiendo el respeto y también la intensa actividad cultural que como docente universitaria (en la UNAP) alenté y generé.

¿Cuáles fueron esos frutos?
Diversa promoción cultural, la presencia de poetas importantes como Carmen Ollé o Doris Moromisato en Iquitos, la instauración de los Juegos Florales literarios, intenso apoyo al teatro (con el concurso de elementos valiosos como Marina Díaz, César Flores, Rubén Manrique), entre otras muchas.

¿Qué recuerdos tienes de tu paso por el INC?
Promesas incumplidas, autoridades que nunca tienen tiempo para la cultura, personajes que no apuestan por lo grande, sino se quedan en lo chiquito o tienen un extraño sentido de lo que significa el turismo. El turista extranjero no vendrá a Iquitos para que al menor descuido le metan un globazo con agua en el rostro o le destruyan los tímpanos los motocarros. Una vez fui donde algunas autoridades a plantearles que se creará un centro cultural para la ciudad y una de ellas me ofreció la parte baja del Boulevard (cosa que, incluso, quedó solo como promesa). Otra vez tenía una reunión con la máxima autoridad de la región para un tema artístico y lo primero que me preguntaron fue si yo era “del partido” (en alusión a mi militancia política). Si embargo, también recuerdo mucho – y gratamente – las gestiones para darle al instituto el local que ahora tiene, o las reivindicaciones para que la ciudad recupere los espacios que tenían y aún tienen los militares (como el caso del Hotel Palace o el cuartel Vargas Guerra).

¿Qué te indujo a escribir Lo que no veo en Visiones?
En ese entonces, yo trabajaba para un proyecto llamado “Diagnóstico de la situación de la mujer”, que se extendió por dos años. Y en ese tiempo viajé mucho, por diversas partes de la Amazonía, y hablé con mucha gente, mujeres, tenientes alcaldes de pequeños poblados rurales. Me di cuenta que la realidad y la visión utópica se confrontaban. En realidad se había generado un contacto directo y un testimonio verdadero desde las propias aldeas. Mi compañero me dijo ¿por qué no escribes un libro?, luego en el camino, surgió la idea de presentarlo al premio COPÉ que organizaba Petroperú. Poco a poco el libro fue agarrando vida propia, fue transformándose, lo presenté al concurso el mismo día de cierre de presentaciones y, bueno, luego me enteré que había ganado el primer lugar. Fue algo breve, pero muy intenso.

¿Qué satisfacciones ha producido para tu vida Lo que no veo en visiones?
En principio la enorme satisfacción de haber ganado un premio tan importante y los ánimos para seguir escribiendo. Además, para conseguir la voz y la personalidad necesarias, poder viajar y conocer otras realidades y otras personas, sobre todo mujeres que estaban en lo mismo. Principalmente, creo que este libro me dejó fuerza desde dos ópticas: mi valor como mujer y mi valor como escritora testimonial. Además para tener una mejor consideración de la crítica (en especial la masculina), para ser publicada en algunas antologías. Creo que fue un libro que significa mucho y ahora que va a ser reeditado otra vez aquí (por Tierra Nueva, que está en boca de todos los importantes circuitos y animadores culturales), permitirá una mejor distribución y una mejor llegada para que se pueda leer más y mejor, algo que me complace mucho.

¿Qué lugar ocupan dentro de tu obra libros posteriores como Voces desde la orilla y Dama en el escenario?
Creo que ocupan el mismo lugar ambas, porque son nuevos testimonios de una obra que está en movimiento, pero al mismo tiempo tiene los mismos cimientos. Voces desde la Orilla pretende ser un canto épico, desmesurado, que expresa mayoritariamente las venturas y desventuras de la naturaleza. Pero, además, cuestiona bastante, la depredación, el drama de la indiferencia y la destrucción del medio ambiente. Dama en el escenario es más bien un libro de descubrimiento, del cuerpo, de la sexualidad, un libro personal que celebra totalmente al ser humano. Este último libro, sobre todo, tiene mucho contacto con la juventud actual, una fuerza generacional femenina que se nota cuando alumnas mías me dicen que se identifican mucho con lo escrito y quisieran escribir algo como eso.

¿Qué escritoras han influenciado en tu poesía?
Un libro fundamental para mí es Noches de Adrenalina, de Carmen Ollé. Yo me digo cómo se puede escribir un libro tan osado y de tan alto valor como aquél. Además, están ahí Doris Moromisato, Rocío Silva Satistevan, Violeta Barrientos, Mariela Dreyfus. De otras latitudes, me gusta mucho Elena Poniatowska, la chicana Sandra Cisneros, Gioconda Belli, Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, poesía femenina española, etc.

¿Cómo percibes el actual panorama de la literatura latinoamericana desde los Estados Unidos?
Pues no hay duda que el mercado norteamericano impone sus contenidos. Latinoamérica no es consumida demasiado, salvo por los clásicos del “Boom” (Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes, etc.) También existe esa nueva literatura como la de (el escritor chileno) Alberto Fuguet y de jóvenes ansiosos por publicar inmediatamente y con gran ruido, pero cuyos contenidos, al menos a mí, no me dicen mucho.

¿No crees que esa percepción sea más bien por la estética y por los cambios generacionales, en un mundo más dominado por lo audiovisual y el Internet?
Puede ser cierto, pero también es cierto que está nueva estética literaria privilegia el afán por difundir rápido, y a veces de modo muy ligero). Si algo siento que es la literatura, la poesía, es esa paciencia, ese deleite de sí mismo. Una propuesta estética no se construye de la noche a la mañana, aquejada por la inmediatez. Demanda mucho trabajo, tiempo y calidad madurar una propuesta valorada en todo su conjunto.

¿Por qué te quedaste a residir en California?
Por la parte académica, este nuevo espacio que he creado en Berkeley me ha generado un contacto amplio y directo con la diversidad y los canales en el mundo universitario. Pienso llevar una maestría y un doctorado. Y en este circuito, donde he conocido además mucho del nuevo latinoamericano residente aquí, me siento bastante cómoda.

¿Piensas publicar en inglés?
Algunos de mis poemas se han publicado en revistas y publicaciones en los Estados Unidos, traducidas por otros. Sin embargo, siento que no podría escribir en otra que lengua que no sea la castellano. Mi inglés siempre será precario para escribir poesía en dicho idioma.

¿Qué nuevas publicaciones tienes para el futuro próximo?
Pues tengo dos libros. Uno, que tiene el título tentativo de Icaros, y uno adicional (sin nombre aún), cuya temática será el impacto de la degradación ambiental, aunque no sé si el tono será de desencanto o quizás de exaltación. El primero tiene como fecha probable de publicación este diciembre, mientras el siguiente tendría como fecha tentativa junio del próximo año.

¿Volverás a residir en Iquitos?
Por supuesto. Pienso estar pronto en una suerte de residencia de medio tiempo acá. Mi corazón siempre estará de algún u otro modo aquí. Y yo siempre estoy aquí, de uno u otro modo. Básicamente, porque yo lo quiero así

Breves

Madre

“Retroceder nunca rendirse jamás”

Poesía
Una pasión y un destino.

Urcututu
Una de las más importantes propuestas estéticas y poéticas de la Amazonía peruana.

Percy Vilchez
Constancia y honestidad a prueba de todo.

Carlos Reyes
Poeta vital de metáforas poderosas.

Humberto Saavedra
Un poeta que mereció vivir más.

Iquitos
Una ciudad que se dice cosmopolita pero vive como una aldea.

Berkeley
Una ciudad de plena y absoluta libertad.

Amazonía
Un espacio tan rico y diverso cultural y geográficamente cuyos recursos se depredan segundo a segundo.

Warmi
Todas las mujeres de todos los rincones de todas las razas y todas las lenguas que merecen un lugar más justo que la tierra reclama.

Ausencia
Razón para seguir viviendo.

Amor
El pan – integral – de cada día.

Juventud
Una posibilidad abierta, siempre.

Sueño recurrente
Que existan tantos espacios culturales a los que uno pueda ir y disfrutar sin que nadie tenga que decirte “ya es hora de cerrar”.

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