Los héroes no necesariamente existen en los libros de historia, esas ajadas y amarillentas hojas que te cuentan narraciones inverosímiles sobre gente que siempre carga con el beneficio colectivo de la duda debido a que, en efecto, nadie llegó a conocerlos personalmente.
Al menos yo, prefiero a los héroes que conozco/leo/miro/disfruto en la vida real-ilusoria (o todo aquello que dentro de lo virtual también forme parte de esta comunidad). Creo en la transfiguración de escenarios que soy capaz de palpar materialmente, en vivo y en directo (sea esa materialidad un espejismo virtual compuesto por pantallas y sistemas de conexión wi-fi).
Miro el trailer de Max Paine, un superhéroe de películas que le debe mucho al mundo del cómic y alucino que sería bien bacán conocer a un pata así. O al menos estar en el mismo lugar de los hechos mientras Batman, el protector vigilante de Ciudad Gótica, salva una vez más a esa gavilla de hipócritas que se regocijaría con su cabeza en una bandeja de plata. ¿Por qué una criatura extravagante como Hellboy - invento del genial Guillermo Del Toro - cae simpático? ¿Quizás solo porque existe en la ficción?
Sencillo: porque son tan humanos y sin embargo tan poco comunes. Tan fuera de cualquier cotidianidad. Templados con una superioridad moral, un carisma infinito o una destreza superior, pero al mismo tiempo, aquejados por los diversos dilemas que le atañen por ejemplo, a los millones de fanáticos que tienen alrededor del mundo. O precisamente porque son extraordinarios, pero tratan de ser tan cotidianos.
Los héroes, al fin y al cabo, son solo personas ordinarias que hacen cosas extraordinarias en momentos extraordinarios. A ello, según mi percepción, habría que agregarles una dosis inusual de carisma, una vocación innata por el molde arquetípico y un esquema de vida que te llame la atención, no solo por su inteligencia, su valentía, su talento, su excesiva simpatía personal. También la forma como son perfilados/descifrados/construidos en la ficción.
O porque te inspiran demasiado.
Como el héroe enmascarado de "V de Venganza". O el moralmente reprochable pero genial Doctor House, de la serie homónima.
O porque te destruyen y te alientan a querer ser como ellos en sus empresas tan alucinadas y racionalmente absurdas. Como la gavilla de chiquillos busca-tesoros en Los Goonies.
O el inestable/severo/tierno/entrañable/nerd/friki Donnie Darko (que tiene sueños recurrentes de un conejo gigante que le dice que el fin del mundo está cerca).
Mis héroes favoritos siempre tienen matices o no se centran solo en la maniquea versión de los extremos. A veces ni tienen facha de considerarse “buenos”, dentro de la particular ideología de los tetudos conservadores/cucufatos/maquiavélicos/incoherentes. Mis héroes son luchadores permanentes, exhaustos, desencantados quizás, pero provistos de la templanza que implica creer en una ideal y defenderlo, con sacrificio, sin descanso, en la certeza de lo que está haciendo no solo es correcto, sino necesario y aún más urgente.
Héroes en los que creo (más allá de los personajes de la serie televisiva de homónimo nombre que se transmite en el canal Universal) son, por ejemplo, el agente del FBI Fox Mulder, un sarcástico y muy peculiar investigador de fenómenos paranormales que dominó la pantalla durante nueve años en la inmortal serie Expedientes Secretos X. A él le debo un lema inolvidable, que repito constantemente cuando me siento a la deriva emocional: “Quiero creer en la procesión incesante de las almas”. Otro héroe que no ha dejado de acompañarme es el extraño Frank Black, de la aún más extraña serie Millenium (un experimento fascinante del mismo creador de X Files, Chris Carter).
Pero, más allá de ellos, siempre he preferido los héroes literarios. Paul Kazán, por ejemplo, el DJ que debe amar para no morir en la espléndida "Por favor, rebobinar" de Alberto Fuguet. El desencantado pero moralmente intachable sargento Lituma de "La Casa Verde" y "Lituma en los Andes", de Mario Vargas Llosa. Cualquier antihéroe de los libros de Roberto Bolaño, en especial los de "2666". Gregorio Samsa en La Metamorfosis de Kafka. O el gran Holden Caulfield, chibolo latero y disfuncional de la superlativa "El Guardián entre el centeno de J.D. Salinger.
¿Cuándo un hombre común y corriente se convierte en una leyenda? ¿Cuándo un creador talentoso se convierte en un héroe? Pero, más allá de eso ¿cuándo un genio se convierte en una leyenda viva, un modelo para armar-amar?
¿Es Stephen King un tipo de carne y hueso? ¿o ha trascendido a sus libros? ¿En verdad Vargas Llosa perdurará a su mito? ¿Merece Lucho Hernández, alias "The Kid" seguir como héroe silencioso de generaciones pero sin busto oficial del Estado peruano? ¿Seguirá la depresiva Alejandra Pizarnik ardiendo en la eternidad literaria con versos como "La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos"?
¿Cuándo fue que Virginia Woolf se convirtió en héroe real y, aún, virtual? ¿mientras escribía Mrs Dalloway? ¿o cuando Hollywood la reencarnó en Nicole Kidman para "Las horas"?
¿No es menos cierto que Isabel Allende, escritora cuestionable y comercial ,adquiere una grandeza heroica en Paula, libro autobiográfico sobre cómo afrontar con dignidad la irreparable pérdida de un hijo?
¿Son los héroes tan solo esqueletos/modelos/percheros para calzarlos de acuerdo al modelo que uno crea conveniente/admirable/noble?
¿No son más bien gente como uno que escapó del tedio y la abulia, que huyó de la objetiva cobardía y del sensato conservadurismo y se lanzó a la aventura final de vivir?
¿Un bombero que rescató anónimamente a una persona es un héroe? ¿O esa categoría corresponde a uno que salvó a cinco y su testimonio salió en un talk show o alguien le compró los derechos para hacer un película con su historia, con Colin Farrell en el rol principal?
¿No son los héroes sin carne ni hueso personas/modelos que algún día aspiramos a ser (o quizás nunca seremos)?
Al menos yo, prefiero a los héroes que conozco/leo/miro/disfruto en la vida real-ilusoria (o todo aquello que dentro de lo virtual también forme parte de esta comunidad). Creo en la transfiguración de escenarios que soy capaz de palpar materialmente, en vivo y en directo (sea esa materialidad un espejismo virtual compuesto por pantallas y sistemas de conexión wi-fi).
Miro el trailer de Max Paine, un superhéroe de películas que le debe mucho al mundo del cómic y alucino que sería bien bacán conocer a un pata así. O al menos estar en el mismo lugar de los hechos mientras Batman, el protector vigilante de Ciudad Gótica, salva una vez más a esa gavilla de hipócritas que se regocijaría con su cabeza en una bandeja de plata. ¿Por qué una criatura extravagante como Hellboy - invento del genial Guillermo Del Toro - cae simpático? ¿Quizás solo porque existe en la ficción?
Sencillo: porque son tan humanos y sin embargo tan poco comunes. Tan fuera de cualquier cotidianidad. Templados con una superioridad moral, un carisma infinito o una destreza superior, pero al mismo tiempo, aquejados por los diversos dilemas que le atañen por ejemplo, a los millones de fanáticos que tienen alrededor del mundo. O precisamente porque son extraordinarios, pero tratan de ser tan cotidianos.
Los héroes, al fin y al cabo, son solo personas ordinarias que hacen cosas extraordinarias en momentos extraordinarios. A ello, según mi percepción, habría que agregarles una dosis inusual de carisma, una vocación innata por el molde arquetípico y un esquema de vida que te llame la atención, no solo por su inteligencia, su valentía, su talento, su excesiva simpatía personal. También la forma como son perfilados/descifrados/construidos en la ficción.
O porque te inspiran demasiado.
Como el héroe enmascarado de "V de Venganza". O el moralmente reprochable pero genial Doctor House, de la serie homónima.
O porque te destruyen y te alientan a querer ser como ellos en sus empresas tan alucinadas y racionalmente absurdas. Como la gavilla de chiquillos busca-tesoros en Los Goonies.
O el inestable/severo/tierno/entrañable/nerd/friki Donnie Darko (que tiene sueños recurrentes de un conejo gigante que le dice que el fin del mundo está cerca).
Mis héroes favoritos siempre tienen matices o no se centran solo en la maniquea versión de los extremos. A veces ni tienen facha de considerarse “buenos”, dentro de la particular ideología de los tetudos conservadores/cucufatos/maquiavélicos/incoherentes. Mis héroes son luchadores permanentes, exhaustos, desencantados quizás, pero provistos de la templanza que implica creer en una ideal y defenderlo, con sacrificio, sin descanso, en la certeza de lo que está haciendo no solo es correcto, sino necesario y aún más urgente.
Héroes en los que creo (más allá de los personajes de la serie televisiva de homónimo nombre que se transmite en el canal Universal) son, por ejemplo, el agente del FBI Fox Mulder, un sarcástico y muy peculiar investigador de fenómenos paranormales que dominó la pantalla durante nueve años en la inmortal serie Expedientes Secretos X. A él le debo un lema inolvidable, que repito constantemente cuando me siento a la deriva emocional: “Quiero creer en la procesión incesante de las almas”. Otro héroe que no ha dejado de acompañarme es el extraño Frank Black, de la aún más extraña serie Millenium (un experimento fascinante del mismo creador de X Files, Chris Carter).
Pero, más allá de ellos, siempre he preferido los héroes literarios. Paul Kazán, por ejemplo, el DJ que debe amar para no morir en la espléndida "Por favor, rebobinar" de Alberto Fuguet. El desencantado pero moralmente intachable sargento Lituma de "La Casa Verde" y "Lituma en los Andes", de Mario Vargas Llosa. Cualquier antihéroe de los libros de Roberto Bolaño, en especial los de "2666". Gregorio Samsa en La Metamorfosis de Kafka. O el gran Holden Caulfield, chibolo latero y disfuncional de la superlativa "El Guardián entre el centeno de J.D. Salinger.
¿Cuándo un hombre común y corriente se convierte en una leyenda? ¿Cuándo un creador talentoso se convierte en un héroe? Pero, más allá de eso ¿cuándo un genio se convierte en una leyenda viva, un modelo para armar-amar?
¿Es Stephen King un tipo de carne y hueso? ¿o ha trascendido a sus libros? ¿En verdad Vargas Llosa perdurará a su mito? ¿Merece Lucho Hernández, alias "The Kid" seguir como héroe silencioso de generaciones pero sin busto oficial del Estado peruano? ¿Seguirá la depresiva Alejandra Pizarnik ardiendo en la eternidad literaria con versos como "La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos"?
¿Cuándo fue que Virginia Woolf se convirtió en héroe real y, aún, virtual? ¿mientras escribía Mrs Dalloway? ¿o cuando Hollywood la reencarnó en Nicole Kidman para "Las horas"?
¿No es menos cierto que Isabel Allende, escritora cuestionable y comercial ,adquiere una grandeza heroica en Paula, libro autobiográfico sobre cómo afrontar con dignidad la irreparable pérdida de un hijo?
¿Son los héroes tan solo esqueletos/modelos/percheros para calzarlos de acuerdo al modelo que uno crea conveniente/admirable/noble?
¿No son más bien gente como uno que escapó del tedio y la abulia, que huyó de la objetiva cobardía y del sensato conservadurismo y se lanzó a la aventura final de vivir?
¿Un bombero que rescató anónimamente a una persona es un héroe? ¿O esa categoría corresponde a uno que salvó a cinco y su testimonio salió en un talk show o alguien le compró los derechos para hacer un película con su historia, con Colin Farrell en el rol principal?
¿No son los héroes sin carne ni hueso personas/modelos que algún día aspiramos a ser (o quizás nunca seremos)?
9 comentarios:
Buen artículo Paco, se siente que en estos temas estás como carachama en el barro. Yo sigo prefiriendo las heroínas de carne y hueso...
Awiwa.
a mi me gustan Donnie Darko y Los Goonies
me hacen recordar mi epoca de chibolo mataperro
Pero no soy tan tìo como tù, :X
Ah, Mulder rulz
Abrazos
M
Hola Paco, buen post...desde el pasado, ahora y siempre será bueno tener nuestros héroes o nuestros referentes. Puede ser cualquer tipo de referente los que nos mueva a pensar y hacer algo.Es l que das sentido a nuestra vida.
Por mi parte, yo espero mi antihéroe litarario reflejado en un un alan escritor, viajero, sin promesas para nadie sólo para sí, dejar de pensar un rato en el mundo y en los demás. Buscar im individualidad, ser placentero conmigo mismo. Ese típico antihéreo reflejado en los personajes de Bayli.Sin sociología de por medio, sólo escribir pero sé que a veces no puedo con mi genio de sociólogo
Saludos
Alan Salinas
Buena con el articulito. A mi modo de ver y sin pretender sobonearte ni hacerte creer lo máximo, creo que empiezas a caer lentamente en la categoria de héroe porque ser escritor y vivir de eso en un país como el nuestro en el que no mucha gente lee si demanda mucho sacrificio (especialmente del bolsillo) pero a pesar de eso los jovenes empiezan a leer tus escritos y de alguna manera te tienen de referente.
Lindasofiita
Oe Alan, si quieres escribir, escribe! y si te identificas con los personajes de Baily, es tu asunto, pero no nos vengas a decir que si no fuera porque piensas como sociologo, serias lo maximo...
Solito te echas flores y nos quieres agarrar en mancha...
Escribe, publica y nosotros juzgaremos. Te parece?
manya, toque carne al decir que prefiero mi antihéroe típico hedonista-placentero. Creo que el anonimo no me entendio. No me heché flores, para nada. Lo uqe dije es que quisiera vivir de mi indiviudalidad y sin pensar (en lo social)como sociologo, pero no se puede porque mi condicion profesional hizo que ya este formado de esa manera. Espero uqe ahora si m entienda. Ah, pronto publicare en iquitos algunos articulos mios o presentarlos. Escribo por siaca amigo anonimo.
Saludos paco y sorry por utilizar tu espacio
Está bien Alan, de ahora en adelante te veré como a uno de esos personajes "placenteros" de las novelas de Bayly. Me parece bien y respeto tu decisión.
Suerte campeón.
"en estos temas estás como carachama en el barro", fue muy chistoso.
Y si pues, todos tenemos uno q otro héroe inanimado. Uno de los mios me acompaña en un silloncito inflable q le comprè.
Lupe
Lupe, quiero ser tu héroe por una noche...
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