19 julio 2007

ESCENA CERO

En algún remoto y siniestro paraje de la selva amazónica

Muy de noche


ilustración de niña amazónica

Trocha final de embarcadero improvisado con palos, ramas, y una escalera endeble. Luna llena. Ruido de grillos que se van haciendo más incesantes.

Primer plano en off, pantalla negra. Plano de cara de Ribereño, detalle de ojos asustadizos, imagen de manos nerviosas, sudorosas, coleta roja en la mano.

Ribereño mira con actitud de pérdida y desorientación a la cámara. Sensación de vacío en el espacio. Oscuridad total, cámara nerviosa, leve detalle de paisaje (bosque frondoso) en cuadro:

Yo no creía en eso. No es verdad, joven. Yo no ley invocado nunca, yo lo quería conocer nada más, porque siempre me han contado sobre sus poderes, pero nunca he hecho ningún amarre ni brujería, ni siquiera hierbitas para invocarlo. Yo soy bien cristiano, señor, y no me entran esas cojudezas. Yo hey pisado colegio, hey pisado ciudad, ni soy cutipado siquiera. Pero cuando se acercó a mí, toditaaaa mi valentía se ha perdido. Vamo’ me he mandado a largar ese ratito. Yo te juro, joven, que mey escapado de ese demonio, cerquita de mí estaba. Corriendo venía, y a mí también me ha hecho correr por tooooodo el monte, persiguiéndome. Yo tenía miedo, porque cada vez aparecía más cerca de mí, todo chueco, cojeando, tratando de agarrarme para raptarme, quizás. Chatito, barringoncito era, pero veloz el maldito, parecía como si tuviera la velocidad del tigre cuando te persigue, así igualito. Yo corría, corría, a veces me he caído, incluso con sus manos como garras de loro me agarró un rato en el brazo y me hizo un cortado, mira ve, bien profundo es. Estaba de miedo que me dejara embrujado y me raptara por su telepatía, como hacen los extraterrestres, igualito, ni hey podido dormir por eso, todo el día pensando que me va venir a llevar. Por mi santa madrecita que yo no creía que Supayacu fuera así, dicen que ahí es su terreno y no deja entrar a nadie y todos los que entran terminan perdiéndose para siempre. Nadie más sabe de su paradero, así mismito. (sopla sus dedos). Yo ya no voy a volver, ya no más...

Ribereño se queda mirando directamente a la cámara, con rostro atemorizado, respirando agitadamente.

Cierra plano. Pantalla nuevamente a negro.

(Escuchado ayer, en medio de un velorio y ante la enorme, inolvidable figura de la Abuela)

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