El gobierno aprista viene cayendo aceleradamente en su popularidad, Digamos que tampoco le está yendo tan mal (40% en promedio no es una mala cifra para Latinoamérica, sobre todo para un régimen que anda por el año de gestión). Sin embargo, el fenómeno ha mostrado dos cosas: por un lado, la excesiva importancia que asigna el presidente Alan García a los sondeos de opinión o lo que dicen de su liderazgo; y, por otro lado, un creciente y más desembozado por la intolerancia y el oscurantismo.
Hace unos días, en una deplorable y poco civilizada actitud, García ha apoyado plena y altisonantemente la censura que la administración cultural del país, por intervención directa de las Fuerzas Armadas, y la venia de su Despacho, ha acometido contra la muestra artística del ilustrador Piero Quijano, porque “insultaba” a diversos poderes establecidos.
La muestra retrospectiva de Quijano (quien ya había publicado dichos trabajos en medios de comunicación como Perú21) fue desmontada del Museo Mariátegui del INC debido a tres ilustraciones específicas: una que simulaba la famosa foto de la II Guerra Mundial en la que los soldados americanos izan la bandera norteamericana sobre la isla japonesa de Iwo Jima, pero esta vez ironizando con soldados peruanos que inoculan una bayoneta sobre un campesino andino, con telón de fondo de una estatua de piedra; otra en la que se simula una pretendida privatización de Machu Picchu y una tercera en la que aparece una caricatura del presidente García con un pin en la solapa del saco que señala “TLC y TDG 1 BB”, aludiendo a su reciente e inesperada paternidad (una caricatura, por lo demás, inofensiva, que pueden ver en la ilustración de este post). El director del museo, Armando Williams, renunció inmediatamente al cargo.
García ha avalado plenamente la censura, calificando que es lamentable que los artistas mancillen la honra de las personas e instituciones. Diríamos que el Presidente no sabe mucho de arte, o ha perdido completamente la correa, porque no se ha dado cuenta que la caricatura y la sorna precisamente tienen ese componente. Además, a partir de ahora, gracias a su nefasta actitud se instaura el Nuevo Arte Oficial del Perú, que se nutre del conservadurismo retrógrado que actualmente cogobierna con el aprismo.
Lo más lamentable de los primeros 365 días del nuevo mandato de García (además que ha engordado como un obispo holgazán), es el endurecimiento del pensamiento reaccionario e intolerante, a la par que se ha buscado establecer alianzas tácitas con la derecha más rancia y los poderes fácticos que la promueven (Fuerzas Armadas y el sector ultra de la Iglesia, liderado por el Opus Dei). Además, por lo bajo se colocan a los servicios paralelos de inteligencia y guerra sucia (la conexión Agustín Mantilla es tan evidente que no necesita mayor explicación) y arriba se coquetea con el fujimontesinismo y los representantes del más rancio mercantilismo empresarial (el limeño, no los “pichiruchis” de provincia a quienes se los acusa de todos los males del mundo).
Las señales de la momificación del pensamiento ilustrado en el aprismo son demasiado alarmantes como para tomarlas a la ligera: instauración al caballazo de leyes como la pena de muerte o la negativa a permitir, cual si fueran eunucos, que los jóvenes decidan su salud y equilibrio sexual como en cualquier país moderno, amén de leyes de desarrollo para el interior del país; el mayor poder del reaccionario Rafael Rey en las decisiones del gabinete; la fuerza insospechada del vicepresidente militarote Luis Giampietri en las decisiones ejecutivas; la campaña de demolición y agresión contra opositores, ONGs, periodistas; los ataques contra el sistema de derechos humanos, la inclusión de infiltrados fujimontesinistas como Alberto Pandolfi en el régimen, el manejo de información paralelo que maneja el cogollo vinculado a Mantilla, las ínfulas que se maneja el cardenal Cipriani y el Opus Dei para amenzar con tomar la Universidad Católica; las gollerías y exoneraciones que gozan las grandes transnacionales, mientras a las provincias se les da látigo y garrote) - Ver más sobre el tema en un buen post sobre el tema recopilado por J.A. Godoy.
Ahora, le ha tocado al arte y la cultura, a través de la ominosa actitud promovida por el propio Jefe de Estado (con razón nuestro alcalde Shaluquito se envalentona para censurar la Feria del Libro, tumbarse los árboles de la ciudad e instalar un relleno sanitario al lado de una reserva natural). Parece que el tenor de los nuevos tiempos será la cruz y la espada (amén de la baja policía que te golpea con cachiporras si no te portas bien), una actitud represiva en todos los aspectos del desarrollo humano, de la política, de la disidencia, del buen humor y el pensamiento crítico (así como el guante blando para todos los platudos mercantilistas de familia “decente” y limeña). Oscurantismo, puro y duro, en suma.
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