¿Qué nos espera para el segundo año del gobierno de Alan García? Aquí un abanico de posibilidades, que pueden ser fácilmente desprendidos de los hechos, de las suposiciones, de los pronósticos y de la pura intuición:
- Se van a cerrar todos los mecanismos de diálogo directo con el presidente. El premier será una figura decorativa sin mucha capacidad de manejo de decisiones propias. Se van a multiplicar comisiones de alto nivel y también pliego de reclamos desatendidos.
- El presidente endurecerá su política económica, pero después la volverá a flexibilizar, para después volver a endurecerla, así sucesivamente, de acuerdo a la incontinencia verbal y física con que se haya despertado aquél día.
- No habrá aumento de sueldos para los empleados estatales (déjense de vainas, no hay plata y los tecnócratas del FMI no lo quieren).
- De vez en cuando se darán dádivas, como el medio millón anual de subsidios en pasajes aéreos (¡horror de horrores, herejía, vade retro Satanás, pobrecitos Verónica Zavala y Luis Carranza), pero tampoco tampoco, que el resto lo ponga el gobierno regional o el Espíritu Santo (si es que quiere).
- Se olvidará la docencia cívica en el aspecto de las repercusiones mercantilistas y negativas de las exoneraciones tributarias (nos quedaremos solos, mi estimado Moisés Panduro) y se manejará el asunto de acuerdo a las fluctuaciones que los índices de popularidad de Alan tengan en la opinión pública (que no sabe mucho de economía, pero mucho de ollas vacías).
- El presidente va a devolver las exoneraciones tributarias a Yurimaguas, cuando vea que su popularidad cae a menos de 30% (ahora anda en 42%, así que sólo faltan 12 puntitos menos).
- Se amenazará con ejecutar el Tratado de Itamaraty y entregar los enclaves de Saramiriza y Pijuayal al gobierno del Ecuador cada vez que Loreto se quiera portar mal.
- Se sacará con mayor regularidad al Ejército a las calles, para resguardar la paz, la tranquilidad y el orden ciudadano (de hecho ya se los sacó, para reprimir a los salvajes que se disfrazan de maestros y se les ocurre saquear aeropuertos y contribuir a la muerte de niñas indefensas).
- El presidente se va a fajar contra los picones, criticones y comechados de todos los tipos, les va a rociar de insultos y, si puede, les va a rociar con el “pinochito” rompe manifestaciones.
- Se va a dar un “mejor trato” a las Fuerzas Armadas, se va a coquetear todos los días que se pueda con el alucinado General Edwin Donayre, se va a hacer respetar la voz del muy estimado almirante Giampietri, se los va a mimar con diferentes cosas, se les va a financiar películas y se les va a permitir que censuren a su discresión muestras artísticas que no les guste (te me caes, Allan Wagner; penita, doctora Bákula).
- El poder detrás del trono (¿quién más sino Agustín Mantilla?) seguirá extendiendo sus tentáculos en todos los ministerios, en gobierno interior, en los servicios de inteligencia. Se meterán en todo lo que crean necesario para preservar el orden y el progreso que quiere Alan García.
- Se continuará haciendo grandes migas con todos los empresarios blancos, católicos, cultos, billetones que manejan compañías transnacionales y mineras que no pagan impuestos y tienes exoneraciones diez veces más grandes que las de la Selva. Se hará una gran cena para destacar su “contribución” a la estabilidad económica del país (lo de Casapalca fue solo un accidente que no volverá a ocurrir, les calmará en el oído el presidente).
- Se va a condecorar a Aldo Mariátegui como el periodista “más objetiva” y a Mario Vargas Llosa como el intelectual “más destacado”. Todo esto, transmitido sin cortes de ningún tipo por el “objetivo” TV Perú- Canal 7.
- Se va a confesar todos los días ante su nuevo maestro y guía, el Cardenal Juan Luis Cipriani, en medio de avemarías ajenas e indulgencias para la instauración de la república castrada (y castrante) que tanto anhela el Opus Dei.
- No habrá baile del teteo ni entrevista de ningún tipo a Jaime Bayly (incumpliendo la mayor de sus promesas electorales). No habrá “la hacemos de nuevo” a Enrique Castillo (mucho roche). No habrá indulgencias con Perú 21. No se permitirá más reproches de La Primera y César Hildebrandt. Para los periodistas, analistas y bloggers antipáticos será el gobierno del “ajo y el agua” (pregúntenle a Martha Hildebrandt qué significa).
- No se volverá a tener una ministra tan guapa, carismática y fashion como Meche Araoz; no es humanamente posible (Meche Cabanillas no integrará el Gabinete y Rafael Rey seguirá metiéndoles juicios a analistas como Nelson Manrique y a defender la integridad “moral, santa y ecuménica” de su propia histérica virtud)
- La inflación del vientre del presidente García no se detendrá, más bien seguirá expandiéndose peligrosamente, al punto de ser un asunto de grave seguridad nacional.
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