10 julio 2007

BENDAYAN: 33 ES UNA GRAN EDAD PARA SEGUIR VIVIENDO (TODAVIA)

La noche que llegué al taller de Christian Bendayán, ubicado en San Isidro, para presenciar el open studio de la exposición que llevaba para Arequipa, en silencio iba pensando con qué nuevas cosas nos sorprendería su febril imaginación. No es que desconociera en absoluto su trabajo y la pasión que le impone, pero sentía una fuerte curiosidad por encontrar aquello de lo que me había estado comentado constantemente por e-mail, en los días previos antes de la reunión. Paco, ya estoy terminando el cuadro de las Amazonas.



Claro, las Amazonas eran nada menos que un puñado de travestis de dos colectivos LGBT iquiteñas, las JHACS y las CHER, que habían sido disfrazadas de fieras guerreras selváticas para protagonizar la Boda del Bufeo y la Sirena, performance que Bendayán dirigió en coordinación con Rebeca Raéz y los chicos del taller La Restinga, en el que participaron figuras como Rafo Raéz, Tito La Rosa, Tavo Castillo del grupo Frágil, Cucha Del Águila, en una explanada natural frente al boulevard de la ciudad, con cerca de 200 personas en escena, bandas de músicos, una gran inversión en luces y sonido, pantallas gigantes, vestuario, además de fuegos artificiales y dos enormes muñecos de carrizo de 10 metros de altura cada uno, evento que cerró los festejos de la Semana Turística con mucha emotividad, en la participación colectiva más exitosa y comentada que se tenga idea en Iquitos. En medio de dicho frenesí, antes del inicio del movimiento, Bendayán inmortalizó a todas las “chicas” en una foto con paisaje orgiásticamente verde, sol descomunal y un cielo azulísimo.

Ocho meses después, las Amazonas se colocan enfrente de mí, a través de un tríptico de 220x360 cms., pintado sobre lienzo. Un cuadro inmenso, trabajado en collage, buscando la perfecta armonía de detalles, formas, estructuras y colores, tan caro al hiperrealismo que Bendayán maneja con maestría. Era la última estación que debíamos observar en el taller. Puta madre, exclamo. Delante, Gustavo Buntix y Armando Williams, curador y pintor, respectivamente, se maravillan ante tal espectáculo e intercambian opiniones aprobatorias. Esta es la respuesta a Cristiano, sentencia Buntix.

Claro, cuando hablamos de Cristiano nos referimos a la retrospectiva individual que a finales de 2004 presentó Bendayán en el Museo de Arte de la Casona de San Marcos, éxito de asistentes y crítica que lo catapultó astronómicamente en el recordatorio cultural del Perú. Desde ese momento, Bendayán virtualmente monopolizó el patrimonio estético de lo selvático y amazónico. Se instauró oficialmente el reino kitsch que ya había capturado en Loreto, precisamente por poner de relieve nuevos temas mediante la exposición de un costumbrismo marginal que tenía forma, pero al que no le habían puesto un rostro concreto.

Uno de los rostros de Bendayán fue el cuadro Yo reinaré, en ese momento el de mayor dimensión que había pintado. Este cuadro reproducía una estampa de la figura del Divino Niño Jesús, con la cara de un infante sonrosado (familiar al rostro del mismo pintor), levantado en andas por un grupo de huambrillos sonrientes y traviesos, con telón de fondo del típico pueblo joven tropical. Es decir, puro sabor marcado e impregnado de un simbolismo religioso asfixiante, incluso en el lado perverso y oscuro de aquello que suele inspirar el retrato.

Yo reinaré es a Cristiano lo que Amazonas es a XXXIII, la nueva exposición individual que presenta el artista, gracias a la iniciativa del Centro Cultural Peruano Norteamericano, cuya idea de descentralizar el acceso del arte a las provincias ha empezado por la sureña ciudad de Arequipa, específicamente en la galería de arte de dicha institución. Entre el 7 y el 30 de junio, los arequipeños apreciaron la obra de Bendayán, cuya mayor virtud es presentar docena y media de nuevos cuadros, en lo que él ha llamado el cierre de una etapa de su trabajo artístico que siempre se ha caracterizado por su impresión visual tanto como por la polémica que ha suscitado alrededor.

XXXIII. Treinta y tres. Como Jesucristo cuando murió en la cruz para salvar al mundo de los pecados. 33 años de vida, intensa, revolucionaria, pasionaria y apasionada. Nacimiento, muerte y resurrección. Crucifixión y ascenso a los cielos. Profundamente religioso. Profundamente Cristiano.

Bendayán cumplió 33 años en octubre del 2006, el preciso momento en que empezó a pergeñar el esbozo de esta exposición. Quería hacer algo impactante, pero al mismo tiempo perdurable. Inmediatamente, regresó a Iquitos y le pidió a Raúl Flores, manager de la agrupación musical más exitosa de Iquitos, Explosión, que le permitiera retratar a las bailarinas y cantantes, durante algún ínterin de la frenética gira del llamado “orgullo amazónico”. Aquella tarde, en el colegio Clavero de Punchana se llevó a cabo la sesión fotográfica improvisada, de la cual un par de meses después nació Gracias, un cuadro que pretende emular el celebérrimo Las tres gracias de Rubens, pero con Keyla, Alise y Yesenia, tres de las mujeres más conocidas y deseadas por el pujante público charapa. Pura provocación y sintonía con la identidad colectiva. Desde ese momento comenzó el motor impactante de las ideas, la experimentación y el encuentro frente a la tela en blanco, como una búsqueda constante del golpe.



El resultado final impacta profundamente. Como un verdadero golpe que te desconcierta temporalmente, pero no puedes olvidar fácilmente. Porque es detallista y abigarrado. Porque es multicolor y desbocado. Porque se siente en cada trazo, porque duele en cada surco anatómico. Porque es el retrato de Iquitos, de la selva, de lo menos oficial y más libre que puede existir en una sociedad de por sí tan peculiar y compleja (para bien o para mal). Porque es Bendayán, el de siempre, solo que con mejor nervio, temple y técnica.

Pero no es solo eso. Como dice la crítica de arte Élida Román en la introducción del catálogo de la exposición, la pintura de Bendayán “busca y encuentra los signos más densos y solapados que hurgan en las identidades y los anhelos, las ansiedades y los desencuentros”. Son personajes, mitos y leyendas, que lo mismo refieren necesidades desembozadas, particulares variantes del rito social, de búsqueda de la alegría, la autoafirmación del yo más pleno, aunque para el resto de las buenas gentes decentes suela ser solo grotesco o aberrante. Nuevamente iconografía cristiana, flores, agua. Nuevamente alusiones sexuales o vehementes del verdadero Iquitos, ese que hace tiempo dejó de ser de los estirados y arrogantes sin corona.



Pero el desfile de personajes tan característicos de nuestro paisaje como los travestidos desaforados y se repite en cuadros notables como La ciega, Pirata, Carmen o Domingo de Ramos, Enamorados o El León, tienen su contrapeso ideal en el desfile de mitos y leyendas, recreados bajo una iconografía abigarrada y multicolor. Uno de los cuadros más hermosos que he podido apreciar en esta serie ha sido La madre del lago, el retrato de una anciana arrugada y venerable sentada sobre su cola de pez, portando una vara de madera, flotando sobre el agua y con un fondo de selva coloreado en rosados intensos. Es decir, la sirena, en su senectud, la evocación de uno de los seres más importantes de la mitología amazónica. La auténtica dueña de la cosmogonía universal de árboles y ríos. Además, de esta estirpe son la serie Huarmi boa (de profundo contenido erótico, afianzada por el uso de la imagen de una mujer-fetiche en su obra, inspirada por tres melodías de cumbia popular), Cuando baja el río y Orilla (donde se retrata a Efraín, el bailarín estrella de La Restinga).

Luego de la presentación importante que tuvo Bendayán en Arequipa (430 carros de la empresa Tele Taxi exhibieron por toda la ciudad vistosos afiches autoadhesivos que promocionan XXXIII, la masiva difusión en medios, así como una alucinante inauguración con participación musical de los desmedidos Fabulosos Chapillacs) lo que ha quedado como una estela es una enorme curiosidad por ver en vivo dicha exposición. La revista Somos ha titulado “Charapa en el Misti” su nota sobre la expo. Caretas, nunca tanto, ha denominado el estilo del artista como “charapa pop”. Y El Comercio, tan sobrio y mesurado, ha indicado que XXXIII mantiene un sentido “colorido, saturado, popular, erótico, con ritmo de cumbia y sabor a tacacho”. Además, el pintor ha abierto un blog http://33bendayan.blogspot.com/, donde se podrá encontrar todos los cuadros que se exponen, datos anexos sobre algunos cuadros, además de la forma cómo contactarlo.

"No podía cerrar un conjunto de obras sobre la Amazonía, específicamente sobre Iquitos, sin dedicarle un espacio a estos mitos. Se trata de cerrar un círculo en mi pintura", indica Bendayán en dicho artículo. Probablemente sea cierto. Pero es también poco probable que haya cerrado el ciclo, muy a su pesar. Me explico. Para el autodidacta que dice que lo suyo nunca fue académico y más se acerca a la fotografía, esta es la demostración más clara de que se ha convertido en un notable constructor de imágenes pictóricas e inspirada mirada urbano-tropical, esos personajes, esas imágenes, esos relatos que le retumban en la cabeza son la vida misma de la selva, de la mentalidad virtual y real del habitante amazónico. Será muy difícil que ellos quieran desligarse de su retratista-recreador. Gracias a ellos, Bendayán se hizo de una visión y una obra vanguardista enormemente valiosa para el estudio y la comprensión de esta parte del mundo. Gracias a Bendayán, ellos dejaron de ser solo cifras sin importancia para la cultura oficial y adquirieron - o readquirieron - formas, rostros y una presencia destacada en el lienzo y el pincel (y la memoria colectiva) del pueblo.



Además, si el pintor es religioso (como en el fondo lo es), sabrá entender que después de toda muerte (voluntaria o no) siempre existe una resurrección. El cuerpo se vuelve espíritu y regresa con nuevos bríos y tempestades. Y si de espíritu hablamos, contemplando XXXIII, podemos afirmar que el amazónico-tropical-sabroso-mitológico de Bendayán está más vivo que nunca. Finalmente, 33 no es una edad ideal para dejar morir estos seres extraordinarios (aunque solo sea para salvar al mundo inasible del arte). Solo para seguir
viviendo, todavía.

5 comentarios:

David dijo...

Muy buen texto Paco... muy bueno. solo una aclaración: La exposición "Cristiano" en la Casona de San Marcos fue el 2004 según mi archivo.
Saludos. David

Paco Bardales dijo...

Sí pues, fue un lapsus de 10 años, ya está corregido, gracias, David.

Anónimo dijo...

Muy bueno, me parece bien hablar de las cosas buenas, por las que uno se puede sentir orgulloso de ser Loretano, me alegro por los éxitos de Bendayan. Ahora que dira el "blanquito, gringito" Gino, de los loretanos?

David dijo...

Paco estoy copiando el texto integro a mi blog. Tengo un proyecto relacionando a Bendayan y pintores amazónicos, que luego te contaré.
Saludos y nuevamente felicitaciones

Anónimo dijo...

yo tbm quiero q me cuentennnnnnn