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27 octubre 2008

Orfanato de Animalitos


Estamos en camino al Centro de Quistococha del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), ubicado en el kilómetro 4.5 de la carretera hacia Nauta. Una poderosa y torrencial lluvia se ha desatado sobre Iquitos y el motocarro que me transporta tiene que hacer algunas maromas en la Avenida de la Participación para esquivar los enormes terrones de agua que se precipitan sobre nosotros. Escasas horas atrás, los medios radiales ha dado cuenta de un presunto acto de corrupción del alcalde de Maynas (audio que, una vez más, sirve como hilo de la madeja de un asunto mucho más grande que los denunciantes no quisieron o no les interesó seguir). La ciudad es un hervidero de rumores y parece que ya nadie se preocupa por nada más que el escandaloso pie de foto del momento (que, con el correr de la semana, terminaría por diluirse con más pena que gloria).

Sin embargo, días atrás, el programa periodístico más importante del país – Cuarto Poder de América Televisión - ha difundido un reportaje que me ha llamado mucho la atención que cualquier cosa. Seis crías de manatí y un delfín rosado bebé conviven perfectamente en un pequeño estanque ubicado en el sitio al cual vamos a visitar. Este esfuerzo es posible gracias al empeño de un grupo de jóvenes investigadores, agrupados en torno a la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Amazónica – ACOBIA. Aparte de esta nota, la experiencia del grupo ha ganado el interés del diario El Comercio (que les ha dado una portada dominical) e incluso de la famosa BBC de Londres. Acá, en la nueva urbe del sensacionalismo, las grabaciones subrepticias y los políticos que buscan ganarse-alguito-hermanito, el tema no ha pasado de ser un pie de página casi imperceptible, vergonzosamente inexistente en los medios de comunicación.





En cualquier otro lugar del mundo, la experiencia de ACOBIA sería objeto de ponderación y aplauso. Porque representa el empeño incesante del joven talento regional, destinado a recuperar uno de los valores más importantes que tenemos: nuestra riqueza natural. Esta empresa se fue creando de a pocos, con sufrimiento, pundonor y bastante de terquedad contracorriente (la única que sirve cuando el mundo de los envidiosos y los mediocres pretende cerrarte las puertas). Javier Velásquez Varela, el “primo Javico”, es un biólogo de la nueva hornada que ha hecho de este empeño un asunto personal.



Impulsor del proyecto, Velásquez se encargó de tocar todas las puertas posibles con una idea notable pero poco popular: rescatar especies de fauna amazónica que ha sido captados por pobladores y pescadores de las zonas rurales, y coloquémoslos en una zona de recuperación hasta poder lograr su completa recuperación. La primera etapa debería iniciarse con mamíferos acuáticos, las mayores víctimas de la charlatanería de los mitos y la ignorancia. Algunos matan a las madres y recogen a las crías con fines comerciales. Lo que no se dan cuenta es que los bebés tendrán una muerte casi segura sin el cuidado materno.

A pesar del entusiasmo de Velásquez y de su socio Juan Sánchez, poco sabían del tratamiento que estos animales deberían tener en situaciones de cautiverio. Pero, mientras se le iban apagando opciones, sin embargo, una vez más (como si ya pareciese una constante que debería llenarnos de vergüenza), ACOBIA logró despertar el interés del Dallas World Acuarium de Texas, Estados Unidos, quienes no solo cooperaron con el necesario apoyo logístico y la capacitación (a través del reputado biólogo puertorriqueño Antonio Mignucci-Giannoni, el jefe del centro) sino también con subsidio económico. Posteriormente se incluyeron como aliados la Universidad de Cornell y la Dirección Regional de Producción de Loreto.

En ese momento, Velásquez y Sánchez se dieron cuenta que debían crecer aún más y abandonar el pequeño acuario privado donde empezaron a funcionar y pasarse al espacio que les brindaba el IIAP. Poco a poco se les unieron practicantes y voluntarios, además del interés de estudiosos del oficio y público en general (entre ellos, turistas que forman parte de los cruceros organizados por Aqua Expeditions). Diariamente se realizan estudios del nivel y temperatura, así como control de la sangre para descartar posibles infecciones. Además, poseen un pequeño chip de identificación y registro.



Lo más interesante del proyecto fue que, poco a poco, con las técnicas aprendidas, fueron descubriendo el modo para manejar con solvencia la recuperación. Su primer objetivo fue, claramente, los manatíes, únicos mamíferos acuáticos herbívoros, presentes únicamente en regiones tropicales. Debido a la riqueza de su carne, la variedad amazónica ha sido sometida a una explotación y exterminio feroces, la cual la ha colocado. Esta explotación excesiva ha hecho que forme parte la lista de especies amenazadas a nivel nacional e internacional y su protección es de vital importancia para el Estado, al menos en teoría. Seis manatíes, amigables y muy cariñosos, de nombres tan exóticos como Sudamérica, Rei, Aantu, Yanayacu y Yacuruna, han sido rescatados y rehabilitados en forma exitosa por el ACOBIA. Poco a poco han ido dejando la alimentación con leche especial (que les es servida en biberones, durante tres veces en el día) y ya están experimentando el consumo de guama, gramalote u otras hierbas similares.

Sin embargo, quien se ha llevado todos los aplausos y la atención del centro ACOBIA es Nemo, un bufeo colorado bebé que fue rescatado luego de ser atrapado por moradores. Nemos es la estrella de los flashes, por su carácter amiguero, jovial y distraído. Todas las maromas, todos los jueguitos y todas las risas se concentran en este pequeño de diez kilos de peso, con el cual se han retratado todos los corresponsales. Algunos creen que Nemo es posero, pero lo cierto es que la especie del delfín rosado de río tiende a interactuar de modo tan exquisito con los seres humanos (a pesar de las condiciones en las que se encuentre, precarias como en el caso de Huayrurín, el encantador delfín del zoológico de Quistococha). El gran problema es que Nemo ha ido paulatinamente perdiendo peso, debido a que los nutrientes que le son brindados en el laboratorio son insuficientes como sustitutos de la leche materna. Ningún elemento artificial, por más efectivo que fuera, puede reemplazar a la alimentación natural. El pequeño delfín llegó pesando 17 kilos y, tres meses después, se encuentra en 10 y a pesar de los esfuerzos de los miembros de la Asociación (que lo alimentan cada sesenta minutos, mañana, tarde y noche, en horarios que incluyen las noches, madrugadas y climas hostiles), probablemente no vaya a sobrevivir al intento de rehabilitación.



De esta experiencia, Javier Velásquez ha señalado que es importante la educación ambiental. Con cada visita, se proyecta a los visitantes ejemplos de manejo y conservación adecuada de estas especies. Además, se han ido llevando charlas a los pobladores de las cuencas amazónicas a fin de que tomen verdadera conciencia de la preservación de la flora y fauna animal. Una de las cosas más importantes que los jóvenes profesionales de ACOBIA pretenden lograr es la concientización de niños y adolescentes, pues ellos podrán entender con mayor claridad y detalle el mensaje conservacionista.

La meta mayor de ACOBIA es que este laboratorio se pueda convertir en el futuro en un zoológico, con fondos propios que, a través de la recuperación, también permita que otros ejemplares de fauna puedan ser recuperados y, a través de este singular orfanato de animalitos, también se permita que la pedagogía del cuidado de la Amazonía no sea tan solo un discursito inextricable, patichueco y cientificista, sino una impostergable actitud de vida de todos y cada uno de nosotros.



20 octubre 2008

Por la ruta de estrellas y delfines


Puerto Henry es uno de los más representativos embarcaderos y astilleros privados ubicados en Iquitos. Ubicado en el camino hacia el punchanino barrio de Bellavista. Lo baña levemente el río Nanay. Sobre sus faldas, todos los días, una flota de 8 motonaves de gran calibre (bautizadas con nombre homónimo del lugar) traen llevan una legión de pasajeros y carga, de norte a sur, por todo el territorio loretano y demás. Sus propietarios, la familia Colomé (oriunda de la provincia de Alto Ucayali), trabajan mucho tiempo en el rubro y han labrado una sólida empresa que parece ser líder en el negocio, a pesar de la encarnizada competencia por dominar la carretera fluvial amazónica. El olor de las axilas picantes y sudorosas es implacable. El motocarro se estaciona en el borde mismo de la pista pavimentada. Son casi las seis de la tarde y el cielo tiene facha de haber sido coloreado en clave naranja-neón. Empieza a anochecer y alguien ha sido enormemente generoso, pues ha puesto al más alto volumen una canción de R.E.M. que retumba en unos parlantes: The world is collapsing/ Around our ears/I turned up the radio/ But I can't hear it


La tradición precisa que las cosas parezcan iguales, aunque el tiempo cambie dramáticamente. Uno nota, aunque hayan pasado sesenta, treinta o cinco años, que el barro y la greda siguen siendo signos distintivos de los puertos, porque, aunque a cada instante la maquinaria pesada nivela pisos y construye estructuras, el terreno que pisamos es básicamente tierra, que cuando llueve o se moja se convierte fácilmente en lodazal. La geografía de los barrancos a veces impide la vanguardia tecnológica. Quienes llegan a manejar soberbiamente el panorama son los “chaucheros” (estibadores), hombrecitos bajos, enjutos y magros, pero provistos de una fuerza hercúlea inaudita, la cual – propina mediante – les permite levantar sobre sus hombros y espalda verdaderos mastodontes sin mascullar siquiera un ¡ay! de dolor (las consecuencias usualmente las pagan años después, en la columna vertebral, en los pulmones, en las arterias y en la piel).


Para abordar el Henry 5 (que nos llevará hacia Contamana, una de las ciudades más insulares de la región), se debe hacer equilibrio a través de pesados tablones de madera. El acero industrial de la armazón de la motonave tiene un sonido particular cuando chocan sobre ellos algunos elementos clásicos de este tipo de travesías, como el equipaje de mano, las encomiendas y las sogas extremas de las hamacas. Hay que sortear escollos insalvables como gallinas, chatarra y decenas de comerciantes que venden diversos productos (pescado asado, relojes de contrabando, papel higiénico). Todos venden el doble de lo que cuesta en tierra firme, sobre todo a quienes parecen ser de mejor ver que los pasajeros usuales (la psicología del comerciante es básica pero siempre infalible). Lo más gracioso es que el frontis lleva pintadas imágenes muy sugerentes e involuntariamente cómicas de un tigre con sobrepeso y un Superman con exceso de curvas femeninas.


Dadas las circunstancias, el concurso de sonidos, olores y fricciones es frenético y ciertamente divertido. Existen tres niveles para acomodarse, de acuerdo a particulares necesidades, bolsillos y resignaciones: el de carga, donde usualmente también se asientan algún personal de tripulación; el segundo piso, donde se colocan la mayoría de la gente que viaja sin dormitorio; y el tercer piso, el lugar donde generalmente se coloca el mayor número de camarotes. Sobre ellos, una amplia explanada abierta, permite descubrir además, el cuarto de maquinas, donde el capitán (o “mestre”) dirige el timonel sin muchos adelantos tecnológicos, pero con amplia experiencia transitando la zona.


Los precios varían. Cada persona paga aproximadamente 180 nuevos soles por estar en una habitación doble, dos tarimas de madera con un colchón delgado, un tomacorriente con electricidad (que usualmente duras casi todo el día), baño privado que bombea un agua negruzca (el tanque de la nave acumula agua del río, que es usualmente turbia). Un pequeño ventilador trata de salvar el panorama. Si tienes suerte, tu pasillo no es constantemente transitado y puedes tener una vista impecable del paisaje. Los ciudadanos de a pie pueden pagar 80 nuevos soles (100 si es que van hasta Pucallpa, un día adicional de trayecto) y la metodología para abordar es simple: llegar lo más temprano posible para lograr la ubicación menos incómoda. Allí, cada grupo tendrá que crear su propio espacio/trinchera/ghetto. Se improvisan lotes, se trazan líneas imaginarias que separan la ubicación de Fulanita respecto de la parcela de Menganito. Ambas son adyacentes y permanecen separadas por escasos 5 o 10 centímetros. Hamacas, colchas gruesas sobre el piso y una sensación de hacinamiento que, en todo caso, queda consentida a las reglas de la convivencia pacífica, aplicables a estos menesteres. La gente baila, canta, ronca, se mece y desahoga constantemente (una de las cosas más divertidas que escuché en el trayecto fue el de una señora, quien muy naturalmente, ante la invasión de olores fétidos y penetrantes en el espacio, gritó a viva voz “prohibido peerse en el barco”). Todas las ínfulas de distinción o de trato diferenciado en estas circunstancias se quiebran ante la democracia del trato igualitario, vertical. Para poder tener un viaje decente, si es que pueden, es preciso llevar útiles de higiene y aseo personal, mucho agua (bebible, claro está), productos para comer en sobre o en lata, frazadas, utensilios de comida, radios (muy recomendable si son de reproductor de CD o MP3, porque es casi imposible captar radio. Ah, es indispensable ropa gruesa para la noche y las madrugadas (porque el frío y el viento que corren son gélidos y traicioneros).


La meditación sobre el viaje es el de crear la mayor cantidad de actividades posibles para poder sobrellevar con cierta dignidad el viaje. Porque, déjenme decirles, que lo más difícil de la experiencia es nunca poder llegar a descubrir exactamente la fecha y hora en que llegarás a tu destino. Imposible que te indiquen cuál será tu itinerario, mucho menos cuáles serán las paradas, ni siquiera los días en los cuales podrás hacer la travesía. Uno va calculando, como casi todo en la Amazonía, de acuerdo a las probabilidades, al tanteo, a la experiencia autodidacta. Lo que uno termina por ver el selva y río, a veces los más importante y hermosos recursos de flora y fauna, pero, créanme, cuando ya empiezan a pasar más de 48 horas y esas hermosuras son tu único horizonte de mirada la cosa empieza a tornarse como que medio repetitiva. Y la gente deja que las confraternidades en torno al trago o a una guitarra o a afinidades, digamos, más sentimentales, sean práctica y oficio no solo comprensible sino completamente alentables.


Los principales ayudantes de la nave tienen el nombre bastante metafórico de “prácticos”. No se sabe cuál será el menú (que es mayoritariamente feo, malo, pobre, y cuya única diferencia entre los de camarote y los de hamaca es que a los primeros se los llevan a la habitación, pero a veces con cucharas, sin refresco, frías y nulamente calientes). No estamos en la casa de mamá ni un resort en el Caribe (aunque a veces los niveles de inhumanidad nutricional llegan a niveles francamente intolerables). Si a eso sumamos la insufrible andanada de autostop que hace el barco en cada pueblo, caserío, villa, casita de las riberas para levantar carga y pasajeros (durante todo el día, a veces en disparatados horarios) o para arrear chanchos gritones y alharaquientos, entonces puede uno sacar su cuenta de que el viaje también puede ser una vocación por el martirio.


Pero, si uno no es ni ribereño ni todo-terreno, aún así hay cosas realmente impagables que todos ustedes agradecerán: las intensas confesiones entre los amigos, el incremento geométrico de la productividad laboral (agradezco la buena decisión de haber llevado mi lap top, porque pude trabajar muchísimo más que en cualquier momento en ese Iquitos plagado de juergas, impertinencias y horarios canibalizados por el hueveo), o esa banda sonora infinita que es la selva, con sus murmullos y sus chillidos. Pero, con mayor razón, la sinfonía natural que precede al escenario: inmenso, respetable, donde uno puede perderse en la conciencia de sus deseos, sus ilusiones y sus sueños de belleza. Porque, a través de un sendero nocturno plagado de millones de estrellas en el firmamento y amaneceres en los cuales el barco es acompañado por decenas de delfines entusiastas y amigables, escuchando el cantante que más te gusta (en mi caso, Nina Simone, desgarrándose bajo el vigilante reposo de una garza blanquísima, parada sobre un árbol frondoso e interminable), es cuando te dices que no importa que te hayas demorado tres días y medio para llegar a tu destino y hayas bajado dos kilos por la mala alimentación. No importa en lo absoluto, sino contemplar la hermosura que tienes frente a tus ojos y desear que no termine nunca y que la gran cruz nocturna que anuncia, a lo lejos, que hemos llegado a Contamana, solo sea una ilusión óptica, una más de las tantas que reiteran que este gran espacio verde es único e irrepetible; que, finalmente, esta masa de vida incesante es mágica, religiosa, definitivamente cósmica.

19 octubre 2008

SALVANDO A NEMO EN IQUITOS

El programa Domingo al día de América Televisión transmitió un reportaje muy importante sobre el programa de recuperación de mamíferos acuáticos amazónicos, que maneja una importante asociación privada, llamada ACOBIA, liderada por el joven y muy emprendedor biólogo loretano Javier Velásquez (uno de los ejemplos de talento local) e integrada por profesionales regionales, todos integrados en torno a esta noble causa.

Hasta el momento, ACOBIA ha establecido un centro en Quistococha, en el cual tienen a 6 manatíes y un delfín rosado (bufeo), llamado Nemo. La meta del grupo es, a través de la mayor cantidad de apoyo es crear un centro de recuperación de gran nivel. Lo cual no deja de ser alentador y encomiable y debería ser apoyado por las instituciones privadas y públicas y, sobre todo, por los medios de comunicación iquiteños, para quienes este tipo de noticias no existe (o no les interesa).





Pd:
Un reportaje de El Comercio dio la primera señal de alerta.

25 agosto 2008

la historia que se devoró al presente


Las cosas a veces tienen un tono extrañamente irónico. Voy en uno de los asientos traseros de una combi, acurrucado del frío y el viento helado limeño. De pronto, el chofer sintoniza una radio de noticias. Una señora ministra – Fernández, para más señas – se queja dramáticamente de los pobladores amazónicos. Extraviada en su arrogante ignorancia, agresiva como ciertos funcionarios que fungen de columnistas, la ministra-defensora-de-Ernesto-Schutz condena la conducta violenta/agresiva/pataletera de los habitantes de “esa zona alejada”, que se han traído abajo los decretos “modernizadores” 1015 y 1073 en el Congreso de la República.

No dejó de subrayar mentalmente algunas frases antológicas: “ esa zona alejada”, “esos decretos modernizadores”.No dejo de interpretar esa connotación silvestre y agresiva intrínseca al ser amazónico. Los intelectuales de periódico conservador, los analistas de cable e internet braman “paternalismo”, “oportunidad desperdiciada”, herejía. En el año 2002, el APRA fue líder del movimiento irracional que se opuso a la privatización de compañías de energía eléctrica en Arequipa, promoviendo una revuelta vandálica en las calles y la renuncia de un ministro. No recuerdo alguna declaración de la ministra Fernández reprendiendo a los arequipeños por su mal proceder. Sí recuerdo, bastante, a los actuales jerarcas apristas promoviendo el sabotaje de los empeños del gobierno anterior con los mismos argumentos que repudian actualmente.

¿Cuándo una señora como Rosario Fernández se convirtió en la nueva abanderada de ese núcleo duro de ignaros que deciden por la Selva sin saber casi nada de ella? ¿Habrá leído la señora Fernández algún libro de historia amazónica? ¿Lo habrán leído algunos de esos columnistas nacionales que hablan de la Amazonía como si de su perro se tratase?

Dudo que Fernández y los neoconservadores que la secundan sepan que hace poco se ha publicado el libro Los dueños de astros ajenos (Tierra Nueva, Iquitos: 2008), riguroso y apasionante trabajo de investigación sobre aspectos recónditos de la historia amazónica. Su autor, Percy Vílchez Vela, ha gastado buenos años de su vida escudriñando en bibliotecas de altas paredes, hurgando en polvorientas y apolilladas fuentes impresas, acudiendo presuroso al llamado de testimonios orales que le certificaban algunas hipótesis, sistematizando – o intentándolo – el vasto, complejo y a veces caótico mapa cronológico de estos fastos.

Al leer las casi 300 páginas del libro (narradas con el apasionante y envolvente estilo de Vílchez), siento que el verdadero presente de la Amazonía está en las páginas y reproducciones del pasado. Digámoslo de modo muy simple: la Selva no es un producto que acaban de descubrir los opositores, no es un invento de Humala o Víctor Isla o la CGTP (tan proclives al nuevo imperialismo colonial de signo chavista). La Selva no es un acto de generación espontánea desde los escaños de congresistas que se alucinan sabios por haber ojeado algunos tomos de Monumenta Amazónica.

Vílchez no pontifica sobre diagnósticos tecnócratas, porque, en verdad, el libro retoma, a través de la reconstrucción de la memoria colectiva, el sendero de nuestro porvenir, al margen de cualquier estereotipo o prejuicio. No hay aquí lecciones de ONG o palazos de corte populista. Más bien hallazgos. Se descubre, por ejemplo, la gesta de 6 caciques asháninkas, quienes en 1594 viajaron a pie desde sus lejanos reinos hacia la indomable Lima, capital del nuevo Virreinato español, a fin de entrevistarse con los jerarcas de entonces, a fin de solicitarle atención de sus problemas más intensos, pero también lograr el verdadero conocimiento del conquistador del territorio conquistado, procurando que entienda las condiciones, la cosmovisión, el universo en el cual pretendían descansar su momentáneo poder. Se descubre, además, la verdadera gesta de Juan Santos Atahualpa, su lucha contra las imposiciones centrales, impuestas, arbitrarias, así como la búsqueda permanente del diálogo de aquellos habitantes originarios con los interlocutores extranjeros: la experiencia de los Jebero y el misionero Lucas de la Cueva, los Omagua buscando por largos cinco años alguien que los escuchara y visitara sus islas.

Claro, en un mundo que ayer y hoy ha sido y es indiferente con el devenir amazónico, con un centralismo enceguecido por su propia auto contemplación, existen formas de afirmación, escenarios de protesta, signos de libertad. Todas estas manifestaciones no se han gestado desde afuera (no hay acá un salvador de botas uniformadas rojizas ni un patroncito bonachón y buena gente que decide construir un puente y hacer una fiestecita con harto trago). La primera utopía indígena surgió en 1560, la Tierra Sin Mal, en medio del encierro que se iba postrando a la causa local, como una forma de soportar la postración material y el vasallaje (que se nutría de las armas y la fuerza bruta). Resistir era una forma más elevada de superioridad espiritual del linaje. Los pueblos originarios resistieron durante el periodo oscuro, expropiando para sí sus creencias, camuflando sus ritos ancestrales, afirmando el coraje de sus mujeres y la indómita rebeldía de su idealismo.

Todo está escrito, también, y el autor de este libro lo sabe, por eso se ampara en más de una veintena de obras para relatarnos una historia que no se queda en la reproducción monótona y el parlanchinismo, que supura mito, exuda detalle, abarca pasado y se nutre de presente. Vílchez ha tenido el gran tino de contar los hechos desde el punto de vista de los aparentemente vencidos; no para incidir en la resignación del hecho consumado, sino para discrepar, exponiendo datos objetivos que desvanecen la absurda idea de la noticia oficial y la crónica cortesana. La libertad y la propiedad de sus propias estrellas, dioses y senderos son bienes por los que los amazónicos tuvieron que luchar con fiera determinación.. Vílchez cuenta la historia como si nos estuviera relatando una reproducción de nuestras vidas actuales:“El que primero libera puede oprimir después. La terrible lección quedó entonces para los venideros como una indeseable alerta, un presagio fatal. La emancipación no era un maná terrestre. Desde las entrañas amazónicas, era apenas la estación de una lucha mayor y todavía trunca: la guerra por la liberación regional.”

En casa, miro mi afiche de Amazónico Soy. En mi reproductor, suena el Unplugged de Julieta Venegas, la diva chaparra canta El presente. Los políticos hablan en la televisión con la propiedad del cínico que de una idea ha confeccionado una doctrina. Los intelectuales despistados siguen en su retórica mediana, insuficiente, barroca. Todos tienen la boca llena de masa verde, caliente, vital. Y todos (unos más que otros) en su afán por parecer más cultos y más selváticos, irremediablemente, profieren disparates. Como antes. Como siempre.

Una vez más, la historia se ha devorado al presente.

10 agosto 2008

UN PUÑADO DE IMAGENES PARA IQUITOS (I)

Radiante, con una amplia sonrisa que le dibuja totalmente el rostro, Angie Cepeda ingresa a la sala del Centro Cultural de la Universidad Católica donde se realiza una de las actividades del Festival de Cine de Lima. Saluda a todos los presentes y les regala un gesto cordial. Para muchos de los que están en la conferencia de prensa como mero pretexto para practicar el voyeurismo, el solo gesto de la colombiana les parece revelador. Pero para mis recuerdos, además, la Cepeda le devuelve algo de luz al pasado. Una imagen que retrotrae a la primera vez que la vi, 10 años atrás, vestido ceñido y rizos perfectos, una noche calurosa en la discoteca Noa, tratando de seguir las melodías de un ritmo de moda.

Una imagen vale más que mil palabras. Aunque el cine y la televisión a veces han sido tacañas con Iquitos, sería difícil no reconocer que ha habido cineastas, artistas y productores visuales que han visto en esta ciudad del ruido y la alegría suficiente fuente de inspiración como para plasmarlas en películas, videos, documentales. Algunos monumentales. Otros fallidos. Todos, sin excepción, importantes para la cultura audiovisual y el registro histórico iquiteño. He aquí la primera parte de este recuento:

1.- ¿Quién no ha amado un poco ese Iquitos bullicioso, calenturiento, pintado con tonos rojizos y sudorosos, con telón de fondo del otrora famoso Grupo Euforia, que muestra Pantaleón y las Visitadoras, la adaptación fílmica de Pancho Lombardi de la desternillante novela de Mario Vargas Llosa (la cual, además, es uno de los mejores testimonios de la ciudad), empuñando por primera vez el estandarte de lo selvático como gancho marketero y modelo (sensual) para armar. Y ahí, entre varias, la generosa figura de la Cepeda brilla con goce hedonista y bailable.

2.- ¿Alguien recuerda con deleite esa imagen de Diarios de Motocicleta, de Walter Salles, en la cual Ernesto Guevara/Gael García le increpa al Doctor Federico Bressani/Gustavo Bueno por la calidad de su novela Latitudes de Silencio? En los diálogos, se habla de que están en Pucallpa, tomando una lancha para Iquitos. Pero la escena, en realidad, fue hecha en el Mercado de Productores de la ciudad. Fue la única escena que recuerdo haber visto sobre IQT en esta mega producción extranjera (la cual, además, con el paso del tiempo, me ha ido gustando menos).

3.- Las mejores imágenes de Iquitos, de ese Iquitos pujante, explosivo, pobre, violento pero efervescente, los podrían encontrar en un pequeño cortometraje de 15 minutos, de Gianfranco Anicchini, titulado Radio Belén. Muy poca gente lo ha visto, y de hecho mucha de la leyenda que se ha creado en torno de ella tiene que ver con los furores exagerados que este producto, creado a mediados de los ochenta, tuvo entre críticos y cineastas. Yo lo vi alguna vez, en una copia antigua y de mala calidad, pero puedo indicar, sin equivocarme que estamos hablando de un producto mayor, una pequeña joya que valdría la pena recuperar y mostrar a las nuevas generaciones.



4.- Radiografía sobre Belén, definitivamente, es Hijas de Belén, uno de los cortometrajes de En el mundo a cada rato, una recopilación de cortos documentales sobre la situación laboral de los niños del mundo. Su director, Javier Corcuera, supo plasmar en 27 minutos las historias de tres generaciones de mujeres que habitan el barrio más pobre e hiperactivo de esta urbe. Con los parlantes de Radio Belén como sonido ambiental permanente y un paseo en motocarro por las calles de Iquitos, al compás de una canción del grupo Calypso, que debería figurar en alguna antología audiovisual sobre esta ciudad, la cinta de Corcuera rezuma cariño y pasión cuando filma a sus protagonistas.

5.- Existe un momento en Fitzcarraldo, de Werner Herzog, cuando, desde los altos de la Iglesia Matriz, se muestra un momento espectacular, en el cual la ciudad reposa sobre las piernas de la Plaza de Armas. Esa escena, con repique de campanas, le da un aspecto majestuoso y desmesurado a esa fabula sobre la época del caucho, plagada de excesos y delirios, que logra componer Herzog en esta inspirada, abigarrada, monumental película.




6.- Desde arriba, pero en la dirección contraria, Dorian Fernández logró llevar toneladas de equipo y agua hasta el sótano del edificio abandonado del Seguro Social, preparó una escenografía, prendió fuego, creó humo artificial y generó un pequeño chapuzón a partir de la tecnología disponible y un equipo de los bomberos voluntarios. El propósito era superior a su escaso presupuesto y su relativa experiencia. Allí nació Mundo Raro, el video-clip promocional del mediometraje loretano Chullachaqui.

04 julio 2008

UNA PIRAMIDE EN EL AMAZONAS

¿Un alucinado o un tipo muy cuco y vendedor mandó a hacer esta pirámide que surcará el río Amazonas?



Esto es lo que se pretende lograr:


El patita de la excéntrica idea es un británico llamado David Hewson y ha puesto en una página web titulada Piramide Perú todas las especificaciones de esta gigantesca arca de noe, mezca de hospedaje, templo, atractivo turístico y gran centro de conexión cósmica con algo que no sabemos exactamente qué es. Ya se ha acabado la primera etapa y pronto se pretender tenerlo listo para que sea la monstruosa estructura caprichosa del nuevo tiempo

New age tropical mezclado con folclor gringo en todo su fulgor.

01 junio 2008

AMAZONICO SOY: UN DOCUMENTAL DE "CHEMA" SALCEDO

Un avión lleva a Nico rumbo a Pucallpa. Él mira a través de la ventana una ciudad que va dejando, una vez más, aunque la adore profundamente. Pero no tiene pena, no tiene pesar. Le brillan los ojos de emoción. Va a ver a su familia, a quien adora aún más. Aunque no puede tocar las ventanas con sus dos manos (porque carece de una de ellas y la otra la puede manejar con mucha dificultad) se encarama sobre el asiento, a pesar de sus piernas ausentes. Mira Iquitos, al mediodía, en una toma panorámica que lo abarca todo. Desde el aire, todo es chiquitito, inalterable, pacífico.

Nico, probablemente uno de los personajes más populares de esta metrópoli es conocido como “El Cortadito” (un apelativo que no tiene nada de irrespetuoso, sobre todo si es que el protagonista lo usa como signo de distinción). Su evidente discapacidad no le ha impedido convertirse en un animador constante y frenético de informales espectáculos al aire libre, en los cuales demuestra su talento innato para…el baile. Aunque suene increíble, Nico ha despuntado entre decenas de diferentes actores de la calle por sus extraordinarias dotes para moverse al ritmo de los diferentes ritmos musicales de moda. No puede pasar desapercibido. Su entusiasmo contagia, alegra y genera admiración.


De esa admiración, precisamente, surgió el interés de José María Salcedo, el “Chema”, periodista de larga trayectoria a nivel nacional, por considerar a Nico dentro del grupo de personajes protagonistas de “Amazónico Soy”, un documental de aproximadamente 90 minutos, grabado en escenarios urbanos y selváticos de Iquitos, con financiamiento íntegramente regional. El equipo de producción pertenece a Inkari Digital Films y tiene como su mayor exponente a Carlos García en la dirección de cámaras. El productor ejecutivo es Jaime Vásquez, periodista local, quien inicia una nueva aventura profesional con este proyecto.

La premisa básica del documental es crear un hilo conductor a través del cual se reproduzcan historias de un grupo de personajes muy ligados a la esencia local que reproduzcan adicionalmente una suerte de explicación de las particularidades espirituales que provoca esta región. Y en medio de un núcleo que mueve la historia de los niños y adolescentes de “La Restinga”, atraviesan alrededor de él la imagen de Christian Bendayán, Gino Ceccarelli, Rember Yahuarcani, Luis González-Polar, Ofelia Chávez, Huerequeque, el grupo Explosión, los exponentes del fulbito gay de Belén, llullamperos y otros seres cotidianos que han poblado su trabajo o su imaginería con el sello inconfundible del ser amazónico.

El inicio del rodaje se inició a finales de abril, con la recopilación de la procesión del Divino Niño Jesús de la Caja. Las primeras imágenes son simplemente extraordinarias. El crepúsculo (la hora crítica para las cineastas), la luz particular de Iquitos (mortecina/amarillenta) y un sinfín de velas y fuego le dan una textura intensa, casi beatífica ante la manifestación más acabada de adoración a un nuevo dios inventado.



“Chema” Salcedo, quien ha optado por el nuevo protagonismo audiovisual para expresar su creatividad (actualmente anda filmando en paralelo una película llamada “Asháninka”, rodada en la selva central), llegó la semana pasada a Iquitos para supervisar el rodaje final del nuevo documental. Sin embargo, en medio de tanta inspiración, su plan inicial de rodaje se ha multiplicado abrumadoramente.

“No sé qué voy a hacer con tantos personajes, todos tienen tanto qué decir y todos son tan atractivos que voy a tener un problemón en el momento de la edición”, me dice Salcedo, mientras las imágenes de Iquitos se multiplican de mil maneras en el monitor. Son mil colores, que transitan del verde intenso al amarillo mortuorio, pasando por el fucsia apasionado y el ocre autónomo y étnico de nuestra descendencia. Bajo la lente de García, el tráfico de Iquitos nocturno atraviesa como una caótica romería de luces sin orientación. Los amaneceres y atardeceres son intensos, deslumbrantes, infinitos. El realizador es consciente de que aún están una etapa inicial. “Hay que hacer varios arreglos, este es un borrador que hemos tenido que acondicionar para poder participar en concurso de financiamiento de proyectos y ver qué pasa.”

Esa incertidumbre no es una preocupación personal del “Chema”. El productor ejecutivo, Jaime Vásquez Valcárcel, director del diario Pro & Contra, ha trocado ahora el periodismo por el cine. “Siempre he tenido el interés por incursionar en este terreno y esta es una forma de ver cuánto podemos llegar a lograr”. La empresa no es fácil, dado que los costos son enormes. “Estamos hablando de más de cien mil soles”, me señala Vásquez, quien anda por estos días tratando de equilibrar su labor periodística y los empeños del diario con este documental. “La idea es que no sufra el periódico”, recuerda, quizás sabiendo que otros de sus intentos por brindar cultura a la ciudad (a través de la editorial Tierra Nueva o con las Semanas del Libro) no son de ningún modo rentables. “Estamos buscando todos los auspicios posibles, este es un esfuerzo enorme para difundir la Amazonía con calidad y talento”, acota, mientras me muestra el enorme préstamo que ha debido realizar con una entidad bancaria y el aviso de venta de su carro a fin de poder cumplir con el anhelo de ver la película exhibida a nivel nacional e internacional.

Se tiene como fecha tentativa de estreno de “Amazónico Soy” la última semana del mes de julio, coincidiendo con la V Semana del Libro de Tierra Nueva. “La calidad no está en discusión”, indica Vásquez, con mesurado optimismo. “Chema” Salcedo, entusiasta, en un alto de las filmaciones, mientras se toma un refresco con amigos, habla sobre la música que se usará en el documental. “Es de un chileno, extraordinario”, vocifera, mientras alrededor de él, la gente al mirarlo, lo reconoce, lo saluda, le muestra cariño. “Usted es más gringo de lo que parece en la televisión”, le indica un transeúnte. Todos reímos con facilidad.

La melodía principal será de Explosión y tendrá nombre homónimo al del documental, el cual filmarán en vivo en un conocido bailódromo local. Alguien recuerda a Raúl Vásquez, el monstruo de la canción loretana, y el “Chema” salta. Quiere poner “Natacha” como acompañamiento de alguna escena. Recuerda su reciente visita a “El Refugio”, el paraíso de los infieles. Se ríe. Vuelve a hacer cuentas, se entusiasma con la idea de entrevistar a Raúl como una figura estelar, saca cuentas, agita las manos, levanta la voz, se carcajea. Los ojos le brillan. Está inspirado, no cabe duda. La Amazonía lo ha envuelto con su manto.

PD: He aquí algunas imágenes del rodaje de "Amazónico Soy" para Pro & Contra TV, sobre el fulbito gay y sobre Nico.

03 marzo 2008

JUANECO Y SU COMBO: TRES AL HILO

Ahora que la cumbia tropical urbana parece andar de moda entre quienes hasta no hace mucho la miraban con desdèn y admiración, a raíz de un reportaje hecho ayer por el programa Cuarto Poder, de América Televisiòn, y ante la salida al mercado internacional de un disco llamado The Roots of Chicha (y, además, una noticia que revela la gran estupidez de los productores nacionales, porque tienen que venir los gringos a revalorar lo que aquñi tenemos a raudales, sino lean el comentario de Emepitri), recopilatorio de lo mejor de un género que ya de por sí se ha ganado un lugar de preferencia y sensación en la nueva world's music, creo que es de justicia poner en este post como abanderado a un grupo que tiene más de cuarenta años de vigencia, visionarios de la cumbia psicodélica tropical, papás de todos estos mocositos llenos de maquillaje que salen en programas de cumba artificial que ahora se creen descubridores de la pólvora. Con ustedes, Juaneco y su combo, por tres ( el jocosísimo Ya se ha muerto mi abuelo, el alucinado y casi lisérgico Vacilando con Ayahuasca y la cumbre ensoñadora y nostálgica de Mujer Hilandera):







Como ven, la mùsica del futuro tiene más de tres décadas de vigencia. Pronto, desde este Diario, un informe completo sobre Juaneco y su combo.

02 marzo 2008

EL PERRO DEL HORTELANO COME CHARAPAS



Sin haber sido protagonista de alguna gesta heroica en beneficio del pueblo loretano, sin haber participado en los grandes debates que motivaron el nacimiento y consolidación – fallida y frustrante – de la gran nación selvática, sin haber sido como Belaunde, un estadista que pensaba en recorrerse cada pueblo alejado y río inexpugnable, el actual jefe de Estado – derrotado regionalmente por Humala, chupasangre y beatito de Lourdes Flores al mismo tiempo, se ha erigido en la más reciente versión de la enciclopedia amazónica. “Así es la selva”, parafrasea al padre Villarejo – seguro sin conocerlo – y se lanza con su particular visión de un mundo que, al parecer, solo conoce a medias, de pasada, como quien necesita memorizarse de paporreta una lección para aprobar algún indeseado examen.

Una vez más, Alan García ha publicado “El Perro del Hortelano” en la edición dominical de El Comercio que casi nadie lee por aquí (como todos sabemos, su precio limeño es de 3.50 nuevos soles y en Iquitos – porque es envío aéreo y llega pasado el mediodìa – asciende a los 5), el famoso compendio de clichés preparado por su grupo de alucinados tecnócratas de salón e internet. Si, al fin y al cabo éste fuera una separata de datos estadísticos sin análisis (los remanentes del tristemente célebre Instituto Nacional de Planificación del primer gobierno aprista), la astucia del presidente pasaría como una más de sus vaguedades retoricas envueltas en harto fuego de artificio. Pero, cuando se dedica a presentar un balance negado de la realidad, cuando maniqueamente describe un problema de acuerdo a sus propios cálculos, cuando recurre al manido truco de la palabrería para envolvernos en una mentira, Alan García comete un error gravísimo.

Alan García comete una necedad.

Alan García, con el apoyo de sus perritos, se encarga de difundir un psicosocial que oculta el plan de las oscuridades, el mensaje subliminal oculto dentro de la cháchara-justicia- social.

Porque, cuando el presidente acusa a quienes legítimamente reprochan los vacíos de su discursito de ser contestatarios y obstruccionistas, entonces está mezclando aguajes con chambiras. Si es cierto que hay gente que no propone y solo se dedica a buscar la desestabilización, también es cierto que hay personalidades y ciudadanos que pueden armar un esquema que ha dejado en ridículo la llamada “Ley de la Selva”. Si no, ¿son tan apristas Carlos Lanberg, Tula Benites o el reciente otorongo que se servía en paila del dinero mal habido de los Sánchez Paredes? Este despropósito no es nada nuevo, por cierto (aunque los compañeros más ilustrados se desgañiten defendiendo sus “bondades”), y tiene que ver con la mercantilización de la Amazonía, con su venta por precio chatarra a los que cortan el jamón en Palacio de Gobierno y por lo bajo anhelan la chancaca. La “Ley de la Selva” es la nueva metodología para poner un porcentaje a la turbidez, con el pretexto de los bosques. Nada que no hayamos visto antes, cuando los porcentajes se decidían entre un grupo de madereros, cuando los mandamases de INRENA y Agricultura, cuando en ONG's “ambientalistas” se profesaba el credo de la angurria, cuando desde el Gobierno Regional anterior se regalaba hectáreas vírgenes a los asiáticos del APEC y la pendejada. ¿Y en qué quedó todo? En plata que entraba por un canal y llenaba un saco que iba enflaqueciendo en el camino. Y nuevos ricos, y más ricos y mucho más canallas encargados de arrasar con uno de los últimos refugios de vida que le quedan al mundo.

Queriendo o sin querer, el perro del hortelano se ha transformado en un gigantesco mutante devorador de selvas, árboles y charapas, a los que digiere en la indignidad de su panza boyante y su estrella oculta entre la mala hierba.

PD: Ilustraciòn cortesìa de Hoja Obrera

17 febrero 2008

UN TACACHO

I

Mucha gente fuera de la Selva ha escuchado del tacacho. Pero no siempre conoce a ciencia cierta en qué consiste. Nunca ha visto uno, pero probablemente siempre está mencionándolo. Desconoce simplemente sus virtudes, su delicia, sus olores y su textura. No imagina que en su sabor está, omnipresente, el plátano, soberano de la alimentación tropical amazónica.



No debe tener idea – mucha gente, digo (es un decir) – que existen lugares donde el tacacho reina y donde es un crimen visitarlo y no disfrutarlo, envolverse en su coquetería de plátano generosamente verde bellaco (pintón, para los más dulceros), asado entero y con cierta fruición, de preferencia al aire libre y con harto carbón, al cual se le tendrá que impregnar de aquella excesiva exhibición de grasa porcina, manteca manteca, que le brinda consistencia y donaire. La dignidad del platillo no podría eludir, sin duda alguna, de los pequeños chicharrones de cerdo, sebo o carnecita, que le dan un sentido único a su existencia. Todo, no se olviden, todo mezclado, amasado y pulverizado hasta formar una masa compacta, brillosa, amarillenta. Más o menos sal, el tacaco también admite ciertas coqueterías y heterodoxias de su conformación inicial: algunos usan ajos, otros culantro; algunos usan aceite vegetal, otros, mantequilla. Muchos no pueden asar al plátano, así que lo fríen.

En todas estas opciones, lo que importa es el resultado. Y la satisfacción. Su acompañante ideal es la cecina; otro buen amigo es el pollo asado; pero yo recuerdo con mucho cariño los domingos familiares en que mi madre me lo servía con paiche frito. Un poco de salsa de cocona y ají charapilla.

El orden ha vuelto a la cocina.

II

Un tacaco, aquí y en cualquier lugar es símbolo de reunión. Selvática, amazónica, jovial.

Hay que tener lugares especiales para poder comerlo, pero usualmente las ferias regionales, donde ahora se pretende reunir las diversidades de diferentes espacios locales, los han tenido a bien tener en cuenta.

Y el mejor lugar donde se puede comer un tacaco, con cecina o pollo, es Bellavista, Nanay. Al aire libre, en el mercadillo, mientras se espera una embarcación para ir a navegar por los ríos adyacentes al Amazonas.

Y ahí están El Zorrito y la casa de las gemelas, en la Bolognesi (a dos cuadras del cementerio general), para darse un buen salto y disfrutar de esta y, otras maravillas.

Y si van para Lima, coman en El Pichito (el mejor y más delicioso), en Breña.

Además, aunque ya venido a menos, el Maquisapa en Lince aún da ciertos saltos mortales hacia la calidad. Y, claro, todos los charapas que han ido por ahí, no olviden escaparse al mercado de Surco, pregunte por el puesto de la señora que vende juanes. Encontrarán la mejor comida amazónica al paso off-IQT.

III

El día menos pensado, en medio de una aburrida existencia (y en la que la estrechez económica es cruel), con las urbanistas reglas de la vida fuera del reino, he decidido hacer mi tacacho a puro pulso, en sartén, con Dorina, frito en cocina a gas, sin mayores aditivos, y solo acompañado con una salsa de pollo a la brasa de Supermercado donde-todo-cuesta-menos y un vaso de Tang de naranja (de sobre). Pude comprobar que aún me queda un toquecito para llevar a cabo la travesía hacia el pasado. En medio de toda esa herejía de la corrección gastronómica tradicional, pude descubrir, aunque sea por unos momentos, que los sabores de la alegría siempre están presentes en la mente. Solo hay que saber activarlo en el momento más adecuado, el más necesario, el más urgentemente nostálgico.

14 febrero 2008

CHULLACHAQUI: SAN VALENTIN SANGRIENTO EN LA BIBLIOTECA

Antes del amor y los deberes y derechos que éste ejerce, como una suerte de preámbulo para todas las pasiones y excesos, están cordialmente invitados esta noche a las 8 p.m. en el Auditorio principal de la Biblioteca Nacional del Perú a la proyección de Chullachaqui, el mediometraje basado en la famosa leyenda amazónica. Esta fue dirigida por Dorian Fernández, producida por Audiovisual Films y es el esfuerzo mayor de un grupo de jóvenes no mayores de 25 años por sacar adelante un proyecto en apariencia suicida. Y, además, muy a su modo, es una historia de amor muy particular, bizarra, enfermiza, desquiciante.



Comentará el Chullachaqui el Cinencuentro mayor, don Lucho Ramos.

Y, claro, si nos rapta el duende amazónico, siempre se puede perder por ahí, en el arbolito o en el oscurito.

Nos vemos allí.

18 noviembre 2007

EL POETA CHAMAN

Entre toda la ruma de responsabilidades y compromisos del buen salvaje con que la zoociedad nos trata de encandilar, recién he podido leer por completo Santuario de Peregrinos, el nuevo poemario de Percy Vílchez, que ayudé a presentar durante la reciente Semana del Libro de Tierra Nueva. Y aunque todos los retazos que pude ojear me auguraban disfrute en el empeño, siempre hay esos repelentes habladorcillos, mediocres gacetilleros, intrigantes de pacotilla que habían comentado negligentes apostillas de refilón contra el libro que, evidentemente, no habían leído. En verdad, lo que estos sabelotodos de un centímetro de profundidad y olor a naftalina evidenciaban era su infinita incapacidad para detectar la sabiduría del mejor exponente contemporáneo de las letras loretanas.

Percy Vílchez probablemente no capte del todo la enorme importancia que su literatura ha adquirido para nuestra historia. Desde aquél concierto a dos voces con Ana Varela, El sol despedazado, pasando por El andante de Yarinacocha, en el apogeo del grupo Urcututu, él fue el Poeta. Nunca un apelativo le calzó mejor: “Estoy enamorado de la manera de defender las huellas del ídolo en las desembocaduras/ Y me emociona el tener que cantarte aunque mi voz reviente.”





Nunca fue un mejor tiempo sin tiempo aquél en que se confirmó con El linaje de los orígenes (la historia desconocida de los Iquito), en la que fue dando sistemática forma a todos aquellos vientos indómitos que larvaron su paso por el monte, por el río, por la enorme cosmogonía de la selva inmemorial. Salvar a los primeros habitantes de este tiempo era la consigna. Y este esforzado ejercicio de convivencia con el pasado lo preparó para bucear, como un maestro salvaje, en la mitología amazónica, en la revelación de los marginales, de los derrotados, de los que se quedaron confinados a condición de monstruos (seres diferentes que no pueden ser reconocidos por el entendimiento o la inteligencia de los vencedores de la guerra), con uno de los mejores libros que he leído, Inquilinos de las sombras: “Entonces las raíces monstruosamente retorcidas, las lianas parecidas a serpientes, las figuras esculpidas en piedra y las ánimas enmascaradas se convirtieron en unos duendes parladores. Eran los dueños del pantano que se habían camuflado cuando escucharon los crujidos extraños para pasar a esa pesadilla de los inquilinos de las sombras que volvían cada cierto tiempo sagrado”.

Vílchez ha vuelto a la poesía, aunque tenga varios libros inéditos. Ha vuelto también a tener aquellos periodos de lucidez, en los cuales su talento e inteligencia atronadores no se dejan vencer por la tendenciosa autodestrucción de la que todos, alguna vez, nos hemos enredado, presas de su poder estelar. Pero Vílchez ha logrado, a través de la literatura, trascender aquellos tópicos comunes en los cuales canta a favor del ser humano del bosque, de los indígenas destruidos por la voracidad de los caucheros del XIX, de la contemplación del lenguaje de lo frondoso e indómito, de la escultura y arqueología de la historia (no siempre enaltecedora) de nuestro origen y, aún más, la primera divisa del mayor exponente de la poesía del ayahuasca, de la poesía escrita finalmente recopilada en textos y expuesta para el conocimiento y entendimiento de los racionales y occidentalizados que no conocen, por ejemplo, la Estación Kapitari, donde el Poeta deja fluir su absoluta lealtad a los demonios internos, a la esperanza de la sabiduría y la sanación a través del rito contrito, desaforado, beatífico de sus poderes alucinógenos y – dice él, con absoluta convicción – místicos.

Santuario de Peregrinos, libro mayor sin duda alguna, nace sobre la base de estos tópicos, y su misión es encaminar a la voz poética a aquella “tierra sin mal” que los cocama depositan en la frase Tukuya Iran. Y en la conciencia de esa idea primera, el Poeta va en torno a la búsqueda de la sabiduría chamánica popular en la urbe desaforada (“El santuario no tendrá lujo ni se pervertirá con alhajas condenadas, con ritos ingratos”). Y a su modo, encuentra la visión celestial de aquello que muchos, viviendo y sintiendo tantas veces su movilizadora esencia, no son capaces de descifrar: “Las sirenas en flor hermosearán sus patios y huertas, danzando / Las santas del boque prepararán el arroz y cantarán alabanzas al Señor / Oh mansión de los siglos, ciudad del cielo, lugar de las diosas del Ayahuasca, no tardes en levantarte sobre estos comercios”.

El Poeta chamán tomará por un semana la atención de todos aquellos medios que supieron de oídas, como en una cosa exótica de ultramar, de su existencia y presencia. El lugar previsto es la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores. Será una gran oportunidad para saber y escuchar un poco más de quien mejor ha descrito la idea misma de la vida en nuestros fastos: Toda ciudad no es más que un destino personal y colectivo que busca el porvenir.

06 octubre 2007

IQUITOS WEEKEND

Este fue un programa que salió alrededor de mayo en un canal de televisión local, fue auspiciado por Star Perú sobre la base de un proyecto de trabajo de un grupo de estudiantes de la facultad de comunicaciones de la UPI. Fue producido en la empresa Audiovisual, dirigido por Dorian Fernández y editado por Kenny Reátegui. Tuvo las participaciones especiales de "Chichí" Fernández y Madeleine Cárdenas en la conducción. He aquí algunos extractos de dicho material.

09 agosto 2007

CRIMENES DEL PUTUMAYO: 100 AÑOS DESPUES


Los crímenes del Putumayo y el papel de caucheros como Julio C. Arana en el exterminio de indígenas ha entrado en el debate público de estos días en Loreto.Para hoy se programó un homenaje a las victimas de este genocidio, con una sesión solemne en la Maloca del Instituto Superior Pedagógico Loreto. La apertura de la sesión estará a cargo del alcalde de Punchana, Joiner Vásquez Pinedo, el discurso de orden fue encargado a la alcaldesa de San Juan Bautista, Mirna Villacorta mientras que el cierre de la sesión lo hará el alcalde de Belén, José Vela García.

Según la nota sobre estos acontecimientos, publicada en el diario Pro&Contra:

El nueve de agosto de 1907, el periodista Benjamín Saldaña Roca, denunció ante el Juzgado del Crimen de Iquitos, la matanza de pobladores indígenas realizada por funcionarios y operadores de la Amazon Peruvian Co., propiedad de Arana. Se calcula, según fuentes de historiadores e investigadores, que las v´citimas sumaron entre 30 y 60 mil indígenas, víctimas de asesinatos, torturas y otras vejaciones.

A pesar del número de víctimas y la crueldad de las torturas verificados con abundantes testimonios y pruebas forenses y judiciales, nunca se sancionó a la empresa ni a su propietario. El juicio se perdió y los crímenes quedaron impunes en la historia. Saldaña denunció ante el Juzgado del Crimen de Iquitos a la empresa de Arana que explotaba a los indígenas, principalmente Huitotos y Ocainas, como mano de obra barata en sus caucherías en el Encanto y la Chorrera.

Desde que Benjamín Saldaña, propietario de los quincenarios La Felpa y la Sanción, de Iquitos, denunció a la empresa Amazon Peruvian Co. y a su propietario Julio César Arana, estos fueron foco de atención de algunas autoridades locales e instituciones nacionales y extranjeras. Por ejemplo la prensa y la Liga Antiesclavista de Inglaterra desató una campaña mediática y diplomática contra lo que se sabía eran prácticas normales en aquella empresa: la explotación, la tortura y los asesinatos contra la población indígena. Incluso la Iglesia Católica censuró y denunció públicamente los hechos a través de una Encíclica Papal.


Por su parte, el columnista Jorge Pérez Reátegui plantea en el último número del quincenario iquiteño Loreto Hoy (disponible ya en la web):

La historia registra uno de los deplorables momentos que vivio la humanidad; en tanto se ha levantado el odio y el salvajismo contra el derecho a la vida de habitantes originarios de la selva peruana. Algunas veces, el despertar de la razon ha inventado la realidad en permision de la literatura ofuscadora y asistida por la avidez de los operadores de la economia de mercado, por la administracion de justicia de la epoca del caucho en el Peru; asi como de los defensores del arbitraje de la iglesia catolica que propicio aquellos crimenes en un territorio que estuvo en litigio entre Peru y Colombia en el ano 1912.

Actualmente, los incriminados individual y directamente estan muertos: Julio C. Arana, mercaderes, gobernantes, operadores de justicia y ortodoxos de antano; el proceso judicial interpuesto por el periodista peruano Benjamin Saldana Roca en el ano 1907 esta caducado, segun la 'voz del pueblo' los expedientes que descansaban en los archivos del poder judicial de Loreto fueron incinerados en la revuelta social contra el ex presidente Fujimori en el ano 1998.

Se debe declarar como principio de vida digna la indemnizacion y reconciliacion entre el sistema economico - politico vigente (Estado) y los sobrevivientes de la masacre (pueblos indigenas) perpetrado por el sistema economico - politico vigente. Cuya indemnizacion constituye una decision del estado orientado a reducir la pobreza y mejorar la autoestima de los pueblos de una forma programada y efectiva. Cuya reconciliacion no es si no la determinacion para reconocer la complicidad y jurar no volver al pasado.

Como para mantener el debate en alto, y generando la controversia respectiva, el dirigente aprista loretano Moisés Panduro, en un artículo polítically incorrect, publicado el día de hoy con el título de "Arana, el Patriota", pondera más bien las virtudes del cauchero en mención:

Para el lector que ha leído la novela “Jaque al Barón” de Richard Collier o “El Proceso del Putumayo” de Carlos A. Valcárcel, o escuchó la disertación de algún intelectual sobre los crímenes denunciados hace 100 años por el periodista Benjamín Saldaña Roca contra la empresa gomera de Julio César Arana, y que cree en las medias verdades a las que nos han acostumbrado en este tema, debe sonar a herejía el título de este artículo. Decir que Julio César Arana –el personaje principal y recurrido de la historia de esos crímenes- fue un patriota no encaja en el molde interpretativo en el que estamos aprisionados tras el discurso rutinario que año tras año hemos oído de antropólogos, abogados, historiadores, escritores, profesores, políticos y periodistas que cada cual a su modo nos han afirmado que el riojano –que empezó su carrera empresarial vendiendo sombreros de Panamá- ha sido un genocida, un ser despreciable, demoníaco e indigno que, por lo menos, una de las calles importantes de Iquitos lleve su nombre y apellido.

La discusión que planteo aquí no es si hubo o no genocidio, sino si el peruano Julio César Arana –hacia quien han apuntado siempre los dedos acusadores- es o no responsable de esos nefastos actos. Hasta el momento que esto escribo, no se han encontrado evidencias que prueben esa supuesta vocación criminal, acción criminal o criminalidad que se le ha atribuido.

Sí es cierto que el modelo de producción predominante en ese entonces y el tipo de organización que asumieron las empresas gomeras generó el marco propicio para que se produjeran esas graves violaciones de derechos humanos. Según señala Andrew Gray en la presentación del libro “La Defensa de los Caucheros”, la economía cauchera fue una mezcla de extractivismo y libre mercado, es decir extraer todo cuánto se pueda para atender la creciente demanda de los centros de transformación, por un lado, y, por otro lado, reducir costos de mano de obra y al mismo tiempo incrementar la producción de la materia prima para aumentar la ganancia. Esa es la lógica extractivo-mercantilista de hace 100 años, y lo alarmante es que esa combinación se mantiene intacta y asolapada en nuestros días con otros recursos de la biodiversidad amazónica y en las distintas actividades económicas. En cuanto al tipo de organización, las empresas gomeras tenían una estructura arborizada que corresponden al esquema funcional diseñado por Taylor en 1903. Los jefes de sección (el cuarto nivel en la estructura) ganaban comisiones según el volumen de sus envíos de caucho, y fueron algunos de éstos, los que ganados por la voracidad de la ganancia fácil y rápida cayeron en la vileza de las atrocidades y crímenes cometidos, que luego le fueron endilgados a Julio C. Arana.

Los registros de los hechos posteriores a la denuncia de 1907, –y lo reconoce el mismo Rómulo Paredes uno de los principales acusadores- indican que a partir de ese año la situación cambió progresiva y sustancialmente. Claro, nosotros juzgamos a Arana la demora en corregir la situación mirándolo desde el tiempo presente en que el Presidente de Directorio o el Gerente de una empresa tiene teléfonos satelitales, fax, sistemas de posicionamiento global, servicios de aviación, tecnología de caminos y otras facilidades logísticas que le permitirían conocer al instante las irregularidades que se producirían en los centros de explotación. Pero estamos hablando de principios del siglo pasado, cuando no era posible ni siquiera la comunicación radiográfica con esas lejanas zonas y un vapor tardaba cerca de dos meses entre ir y venir del área donde se encontraban los almacenes, porque como hemos visto la explotación del caucho y por ende, el maltrato al indígena se daba tierra adentro a donde se llegaba por difíciles caminos y luego de varios días de penoso caminar.

Hasta aquí apenas hemos referido, y brevemente, el factor económico de los sucesos del Putumayo. Insisto en que hay que reexaminar la historia. Y para ello hay que profundizar en otros aspectos: los chantajes periodísticos que nos pueden ayudar a conocer un poco más acerca de las reales motivaciones de la denuncia de Benjamín Saldaña –propietario de los periódicos La Felpa y La Sanción-; las complejas personalidades de los autores de los informes que se enviaron a Londres (Róger Casement, el cónsul inglés que murió colgado por la justicia de su país al ser descubierto como espía alemán y William Hardenburg un inescrupuloso aventurero norteamericano que ofrecía al mejor postor las declaraciones juradas que incriminaban a la compañía de Arana), pasando por los jueces del proceso Rómulo Paredes y Carlos Valcárcel, integrantes del grupo de foráneos denominado La Cueva.

Como vemos, la polémica en cuanto a este tema se encuentra asegurada.

Link: El manifiesto sobre los crímenes del Putumayo

05 agosto 2007

EL TALENTO EN LA OTRA ESQUINA


La noche del sábado, durante un recital de poesía del grupo Urcututu, se presentó un intermedio musical que probablemente vaya a recordar en mucho tiempo. Quien estaba enfrente era William Llerena Murayari, hombre de mediana edad, sencillo, sin lujos ni poses, quien agarró su guitarra y, con mucha humildad, interpretó dos melodías. No soy músico, ni tengo demasiados conocimientos al respecto, pero sí puedo decir lo siguiente: he visto el futuro de la música instrumental amazónica y probablemente se llame William Llerena.

Con un dominio insuperable del instrumento, en las antípodas del conocido y ya cansino valsecito, con un estilo que lo mismo se nutre del blues, la trova, guiños al folk, icaros ayahuasqueros como también de la tradición mística local, Llerena nos demostró que el talento es una circunstancia innata que debe practicarse constantemente. Pero lo más peculiar de todo esto es que este músico que el nutrido auditorio que lo escuchaba absorto y premió con una ovación de pie, había tenido su primera oportunidad gracias a la visión del escritor y cineasta colombiano Juan Carlos Galeano, quien lo escuchó una noche en el bar “Amauta” e inmediatamente lo invitó a incluir dos tracks en la banda sonora de su documental Los árboles tienen madre, presentado en estreno nacional hace unos días en el cine-club de Audiovisual.

Llerena Murayari, como la gran mayoría de los capos de su respectivo oficio que no tienen la suerte de contar con un cartel o padrinos, padeció para hacerse unos cachuelos tocando la guitarra y otros instrumentos, fue hasta Pucallpa para gastarse todos loa ahorros y debido a la generosidad de un amigo, pudo grabar un disco de modesta factura técnica, llamado “Semilla”. Había un prodigio allí, y tuvo que venir alguien desde afuera para reconocerlo, darle el trato que se merece y mostrarnos lo que no éramos capaces de ver desde nosotros mismos.

Esta miopía para recuperar el talento y para valorarlo no es un asunto nuevo. Los mejores artistas, intelectuales, científicos, profesionales que han nacido o crecido aquí han terminado recalando en otros lares, donde su trabajo y su contribución a la difusión de la esencia del ser amazónico son muchísimo mejor retribuidas y promocionadas. Aquellos hombres y mujeres que, a pesar de su capacidad, reciben la indiferencia, la apatía, la hostilidad o la mezquindad de quienes en teoría son los líderes públicos y privados de nuestro destino - ¡vaya porvenir el que nos espera! -, simplemente, como cualquier ser humano con algo de dignidad y respeto por sí mismo, salen de aquí, apoyados por difusores o empresarios astutos. Y eso pasará siempre, porque si alguien pregunta a un joven por su futuro en estos menesteres, siempre te va a decir que prefiere irse, pronto, antes que ser ninguneado. Quienes tratan de empujar el coche (promotores, editoras, asociaciones o personalidades), descubriendo lo nuevo y lo bueno, deben inevitablemente transitar por penurias propias de una sociedad donde el ruido destruye nuestros tímpanos, las calles parecen bombardeadas, los teléfonos celulares no funcionan (ineptitud cortesía de Movistar) y el legado artístico o ecológico se derriba de un solo combazo o corte de motosierra.

Este último Festival del Libro ha permitido descubrir gratamente, además de William Llerena, a Benzo Reátegui y constatar la madurez pictórica de Miguel Saavedra, entre otros. La amazonía, su cosmovisión y su ecosistema, su mundo, sus vericuetos y su cotidianidad tienen muchísimo interés y demanda tanto a nivel nacional como internacional. Hay un nuevo y genuino entusiasmo por lo que desde acá se genera y crea. Pero lo que significa un aliciente, también es un lastre, porque encuentra a una casta política y empresarial irresponsable, sin visión, que no permite que la ciudadanía mayoritaria contemple lo bueno que sale desde acá y, de paso, se genere una conciencia colectiva más crítica y educada. Por inercia, estos esperan que la naciente elite que puede manejar bien nuestras riendas se vaya, se autoexilie, haga su chamba afuera, genere orgullo para su propia tierra, para luego, cuando ya son reconocidos, se les adule o contemple como si fueran marcianos o pordioseros. En tanto, a los que tienen el valor de quedarse aquí, se los fuerza a que se resignen a hacer otra cosa, enloquezcan o – peor – se mueran en el esplendor de la edad y la ebullición productiva.

El talento, para mercantilistas y politicastros, es un animal exótico que se ubica en la otra esquina. La cultura, el progreso y el saber amazónico son asunto de foráneos o excéntricos. Esta es la única dura y sombría lección de esta inefable y desdichada historia.

Foto: Luis Salazar Orsi recibe Premio Paucar en Festival del Libro de Iquitos. Salazar es loretano, pero no radica allí, sino en el departamento de San Martín, donde es considerado como un personaje influyente en el circuito artístico y cultural.

31 julio 2007

UN GRAN CULTOR DEL ARTE AMAZONICO



Luis Salazar Orsi es un destacado mùsico y literato amazónico que acaba de recibir el Premio Paucar del XXII Festival del Libro de Iquitos por su contribución al arte y la cultura regional. Oriundo de Iquitos (1954). Magister en Ciencias Pedagógicas por la Universidad Pedagógica Estatal “Lenin” de Moscú (1983); Licenciatura en Música y Canto, especializado en Dirección de Coros (Moscú). Maestría en Investigación y Docencia por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” de Lambayeque. Habla, lee y traduce los idiomas ruso, francés, italiano y el quechua lamista. He aquí una entrevista hecha en el semanario loretano Kanatari bastante interesante:

¿Qué significa hacer literatura en la Amazonía?

Significa ser consciente de las urgencias que tiene esta región, las que son muchas, especialmente, la destrucción de la Amazonía. En segundo lugar, para continuar una hermosa corriente que ha sido iniciada hace muchos años por los que nos precedieron en estas disciplinas.

¿Cómo te sientes al ser reconocida tu trayectoria por el Premio PAUCAR?

Siento mucha emoción porque este es un reconocimiento a mi trabajo realizado en distintos ámbitos como, por ejemplo, la composición musical y literaria, la investigación musicológica y la didáctica del arte para los niños. Soy el primero que inició los estudios de musicología amazónica y, creo, modestia aparte, que sigo siendo el único. Este premio me alienta a continuar adelante en estas tareas.

¿Qué libros has publicado en los últimos tiempos?

Las últimas obras que he publicado han sido crónicas de viaje (“Lamasmanta”), poesía (“Fresco manantial”) y ensayos, principalmente en educación bilingüe y tradiciones de nuestra Región, por ejemplo, un ensayo sobre educación intercultural en el departamento de San Martín y otro sobre religiosidad popular en Rioja, un texto que se denomina “Historia y leyenda del Cristo de Bagazán”.

¿Por qué has decidido radicar en Rioja?

Rioja es una ciudad pequeña, acogedora y tranquila. Allí vivo, porque estoy cansado del ruido en las grandes urbes y porque es un lugar que me permite trabajar y estudiar, así como desarrollar el trabajo que yo hago, es decir, poesía y música. Yo le llamo una “aldea moderna” que, aunque siendo capital de provincia, sin embargo, es un pueblo todavía pequeño de apenas 20,000 habitantes, rodeado de bosques y ríos, con un clima muy fresco porque estamos hablando del Alto Mayo, es decir, de las estribaciones de la Cordillera Oriental de los Andes.

¿Qué proyectos tienes a futuro?

Tengo obras inéditas que pienso publicar este año. Uno de mis objetivos es publicar un disco compacto con canciones para niños que escribí hace ya algún tiempo y que tengo listos para su edición; está también en salmuera un libro de poesía para niños y otro libro de cuentos que continúa la temática de mi primer libro: “La muerte del Yatmandú”. Continuar reflejando la realidad de San Martín es otro de mis propósitos.

¿Cómo financias la publicación de tus obras?

La primera vez que publiqué fue con ayuda de una fundación sueca en el Perú y el resto de mis publicaciones las hice con recursos propios. Debo resaltar que en los años 1989 y 1990, el apoyo que me brindó el padre Joaquín García a través del CETA fue invalorable, al publicar mis primeros ensayos en la revista SHUPIHUI y mis artículos periodísticos en KANATARI. Eso me dio un gran aliento, porque así no más, nadie te publica en revistas serias y de alta divulgación.

¿Cuál es la fuente de tu inspiración?


La selva amazónica, sus urgencias, sus necesidades, su belleza, sus tradiciones.

22 julio 2007

CULTUROSAS

1.- Me alegra sobremanera saber que el nuevo libro de Percy Vílchez, Santuario de Peregrinos, ha ingresado a la imprenta, y se encuentra listo para publicar. Sin duda alguna, Vílchez (sin paterías ni cortesanías diversas, además de viles pequeñeces) es uno de nuestros mejores literatos, dueño de una técnica exquisita, llena de quiebres y abismos espirituales que complementan una obra abundante de retornos y evocaciones de vencidos, marginados, inefables. Con esto, además, Vilchez retorna otra vez a la producción editorial Este poemario, editado por Tierra Nueva, es una gran oportunidad para reconocer porqué estamos ante un grande, quien escribió un notable libro como Inquilinos de las sombras). Sin duda alguna, Santuario de Peregrinos (a ser publicado a finales del próximo mes de agosto o durante la próxima Semana del Libro de setiembre) es desde ya una de las obras más esperadas del año.



2.- Luego de que algunos medios de comunicación publicaran la noticia de que la Municipalidad Provincial de Maynas (a través de su división de burócratas incultos y prepotentes) pretendería demoler algunas paredes internas del antiguo palacio edil (ubicado en la segunda cuadra de la calle Napo), donde se encuentran algunos de los murales mas importantes de César Calvo de Araujo (artista plástico de gran valía y significado de la Amazonía peruana), un grupo de intelectuales, periodistas y ciudadanos locales y nacionales ha decidido circular una carta abierta al alcalde Salomón Abensur, en el que le hace ver el grave error que significaría llevar a cabo dicho atentado contra el sentido estético e histórico de una comunidad. Entre las numerosas adhesiones, la carta destaca nombres importantes. Aunque el alcalde Salomón ha señalado que él no conoce del tema (lo cual sería lamentable), también es cierto que cada vez hay una mayor sensación de que quien gobierna realmente en Maynas no es precisamente quien fue electo por votación popular, sino el subalterno que hace y deshace desde alguna cómoda gerencia general. Cuidado con esos boleteros que se creen dueños del circo.

3.- Luego de que se ha puesto de moda la presencia del cine como un vehículo para el desarrollo de la creatividad desde las propias raíces culturales, resulta loable la oportunidad que una institución joven como Audiovisual decida invertir en crear un cine-club, como una alternativa para que se pueda observar la producción cinematográfica diferente a la comercial, que también exprese las ideas y los sueños y la estética visual de otros mundos. Se sabe que desde la próxima semana iniciarán su peregrinaje en la calle Pevas 455 con ciclos de cine provinciano, peruano, europeo, asiático, además de exhibición de cortometrajes y documentales amazónicos y talleres dedicados a una de las más espectaculares disciplinas artísticas. Sé que habrá mucho interés en el mismo.

4.- Finalmente, liberado ya del conflicto que lo tuvo en el ojo de la tormenta, el XXII Festival Regional del Libro inicia sus actividades este 24 de julio, con una serie de actividades culturales que tienden a mostrar el aspecto más importante del arte amazónico. Hasta el 5 de agosto habrá una oferta importante de literatura, publicaciones, exposiciones fotográficas, pictóricas, cine, música, además la importante descentralización del mismo, porque se han programado actividades en los cuatro distritos de la ciudad, con el entusiasta y sorprendente apoyo de las gestiones ediles de Punchada, Belén y San Juan, así como de la división de cultura del Gorel. Es una gran oportunidad para poder disfrutar un poco de solaz esparcimiento a través de los mecanismos que enriquecen, más que ninguno, el alma y la pasión del ser humano.

19 julio 2007

ESCENA CERO

En algún remoto y siniestro paraje de la selva amazónica

Muy de noche


ilustración de niña amazónica

Trocha final de embarcadero improvisado con palos, ramas, y una escalera endeble. Luna llena. Ruido de grillos que se van haciendo más incesantes.

Primer plano en off, pantalla negra. Plano de cara de Ribereño, detalle de ojos asustadizos, imagen de manos nerviosas, sudorosas, coleta roja en la mano.

Ribereño mira con actitud de pérdida y desorientación a la cámara. Sensación de vacío en el espacio. Oscuridad total, cámara nerviosa, leve detalle de paisaje (bosque frondoso) en cuadro:

Yo no creía en eso. No es verdad, joven. Yo no ley invocado nunca, yo lo quería conocer nada más, porque siempre me han contado sobre sus poderes, pero nunca he hecho ningún amarre ni brujería, ni siquiera hierbitas para invocarlo. Yo soy bien cristiano, señor, y no me entran esas cojudezas. Yo hey pisado colegio, hey pisado ciudad, ni soy cutipado siquiera. Pero cuando se acercó a mí, toditaaaa mi valentía se ha perdido. Vamo’ me he mandado a largar ese ratito. Yo te juro, joven, que mey escapado de ese demonio, cerquita de mí estaba. Corriendo venía, y a mí también me ha hecho correr por tooooodo el monte, persiguiéndome. Yo tenía miedo, porque cada vez aparecía más cerca de mí, todo chueco, cojeando, tratando de agarrarme para raptarme, quizás. Chatito, barringoncito era, pero veloz el maldito, parecía como si tuviera la velocidad del tigre cuando te persigue, así igualito. Yo corría, corría, a veces me he caído, incluso con sus manos como garras de loro me agarró un rato en el brazo y me hizo un cortado, mira ve, bien profundo es. Estaba de miedo que me dejara embrujado y me raptara por su telepatía, como hacen los extraterrestres, igualito, ni hey podido dormir por eso, todo el día pensando que me va venir a llevar. Por mi santa madrecita que yo no creía que Supayacu fuera así, dicen que ahí es su terreno y no deja entrar a nadie y todos los que entran terminan perdiéndose para siempre. Nadie más sabe de su paradero, así mismito. (sopla sus dedos). Yo ya no voy a volver, ya no más...

Ribereño se queda mirando directamente a la cámara, con rostro atemorizado, respirando agitadamente.

Cierra plano. Pantalla nuevamente a negro.

(Escuchado ayer, en medio de un velorio y ante la enorme, inolvidable figura de la Abuela)

17 julio 2007

SANTUARIO DE PEREGRINOS


Gran noticia para los amantes de la buena literatura amazónica. Percy Vílchez Vela, quien es (sin paterías ni cortesanías diversas, además de viles pequeñeces) uno de los más destacados literatos que tiene actualmente Loreto, vuelve a la producción editorial después de casi cinco años, con el libro Santuario de Peregrinos, que será editado por Tierra Nueva

El nuevo poemario de Vílchez (quien anteriormente ha publicado notables libros como El Andante de Yarinacocha, El linaje de los orígenes o Inquilinos de las sombras), se encuentra listo para ser publicado. Lo novedoso de esta nueva producción es que se trata de un trabajo de más de 200 paginas, y quienes lo han leído pueden dar fe de que es una gran muestra de talento y oficio.

Sin duda alguna, Santuario de Peregrinos (a ser publicado a finales del próximo mes de agosto) es uno de los libros más esperados del año por esta parte del país.

Foto: Pro & Contra