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15 marzo 2009

Nadar solo

En el año 2003 se estrenó una extraña pero hermosa película titulada Nadar solo (ubicable solo en copia pirata en el pasillo 18 de Polvos Azules). La cinta narraba en slow tempo la travesía de un chiquillo disfuncional, en un viaje que intentaba descubrirle aquellas cosas que consideraba ajenas en su vida: una novia, una familia, un hogar.



Su director, el debutante argentino Ezequiel Acuña, tipo callado y raro pero muy talentoso, dotó de una mirada y un cuerpo algo parecido a un alter ego, nutrido con varios arquetipos que han contado la historia literaria y cinematográfica de la adolescencia. Como Antoine Doinel en
Los 400 golpes de Francois Truffaut. Como Holden Caufield en El cazador entre el centeno de J.D Salinger. Como Eduardo Manos de Tijera. Como el chibolo de la inolvidable peli Casi famosos de Cameron Crowe, que vive con su madre y decide convertirse en hombre, reporteando para la revista Rolling Stone la gira de una segundona banda roquera en medio de los afiebrados setenta.

Nadar solo es un suceso casi autista, donde las piscinas y las miradas interiores se funden con la soledad y el tedio. Pero más allá de la monotonía, la película establece una verdad del tamaño de la Iglesia Matriz: un necesario recorrido que debe seguir Martín, el protagonista, para poder descubrirse y encontrarse consigo mismo, con su lucidez y sus miserias, sin importarle en absoluto la opinión de los demás, pues su búsqueda es más grandiosa que los ladridos que se multiplican alrededor.

Durante el breve – o largo – tiempo que no estuve publicando en prensa escrita ni en este blog (que pronto pasará a formar parte de la génesis de otro), me dediqué a mirar con obsesivo detalle ríos, lagos, cocha y,especialmente, piscinas. He visto gente que se reúne con otra gente, se zambullen en el agua de su apetencia y disponibilidad, empiezan a armar el grupo. Todos disfrutan del rito, se reconocen tras de sí, (incluso en el rastro de jacuzzis o hidromasajes) y creen que son prójimos, iguales porque chapotean en el mismo lugar.

Raras veces he visto a las personas nadar solas. Nadar voluntariamente, ajenas al colectivo. Como si hubiese una repelente aversión por el silencio o la quietud. Como si fuera una obligación casi maldita, destinada solo a los infelices.

Craso error. Nuestra sangre latina debería reconocer un poco más silencio.

Deberíamos dejar de tenerle miedo a la soledad.

Digo, es hermoso cuando puedes encaminarte, a puras brazadas, hacia el centro mismo de la laguna de Quistococha y mirar a la multitud que, a lo lejos, se refocila en sus actitudes comunes y corrientes. Es genial cuando puedes nadar de noche en la piscina del Hotel Dorado, que corona una suerte de caverna-gruta que haría las delicias de
Encino man, sin que alguien te diga “su toalla, señor”. Una piscina realmente notable, por lo desvencijada, retro y natural, puede ser ubicable en el patio trasero de La taberna del cauchero, coronada por un árbol de mamey que deja caer pequeñas estampas rosadas de polen sobre el agua.

He nadado en el Conafovicer y en el Parque Zonal y mi impresión es que la experiencia hubiera sido mucho más perdurable si hubiera tenido todo el espacio disponible a discreción. Incluso un pequeño pedazo de Malibú en Iquitos - el restaurante Al frío y al fuego- deja escapar para afuera su belleza cuando algún comensal, aspiracional y adinerado, pretende tomarse un pisco sour en medio de su piscina azul turquesa, mientras asume que es el dueño del mundo solo porque ha pagado 40 soles por un plato de comida.

Usualmente, mucha gente puede armar un país, pero no necesariamente es capaz de armar una sintonía. Por eso gran parte de los conflictos. Porque todos quieren incluir, antes que sumar a partir de su particularidad.

Más allá del homenaje al ya-no-tan-joven Acuña, decidí titular así a la nueva columna mientras me bañaba en una piscina olímpica, una mañana nublada, antes que empezara un remedo de diluvio universal, completamente solo. Y la sensación de paz y tranquilidad, cual mágica escena, era simplemente indescriptible.

Cada persona son los libros que ha leído, las películas que ha visto, la música que escucha. Son los lugares en donde ha estado. Son las cosas que le han pasado o la gente a quién ama (o dejó de amar). Es en la individualidad que uno afirma su pertenencia a algo (fundamentalmente su ligazón con el mundo).

Nadar solo pretende contar perfiles de personas, a través de ellos mismos o a través de sus obras, más allá de la luz pública, lejos del escrutinio malicioso, frívolo y a veces perverso de los demás. Hablando fuerte, pero liberándose desde adentro. Personajes famosos o seres anónimos, prospectos o impostores, todos juntos en aquello que pueda dar un mayor alcance sobre esos espacios internos. Con sus amores, furores, odios, anhelos. Sin chauvinismos, pensando más allá de nosotros y nuestro ombligo tropical. Con humor, con silencios, con atención. Introspectivamente. Tal como en verdad somos en el momento que nadie nos ve.

Como si estuviéramos nadando solos en medio del Amazonas.


17 noviembre 2008

Contigo Nada Importa



- ¿Por qué son tan negros esos de rosado?

El chiquillo se pone frente a mí, como esperando que le preste atención. Tiene siete años, lleva puestos unas zapatillas blancas, un pantalón corto y una casaquilla de su equipo favorito. No es mi hijo, claramente, no lo es, pero podría ser yo, podríamos ser cualquiera cuando teníamos esa edad. A su lado, su hermano, de seis, descalzo, viene corriendo y trata de hacer la finta que nos atropella en su huída. Claramente podríamos ser mi hermano y yo, cuando teníamos esa edad, pero en verdad son mis sobrinos. El menor viene dribleando sillas y mesas con una pelota imaginaria. Lo hace bastante bien (supongo que por algo ha sido uno de los goleadores absolutos de su categoría en el Mundialito del colegio San Agustín). Se para frente a mí y hace el amague que va a patear. Yo, instintivamente, hago la de Oscar Ibáñez cuando iba a cortar el ángulo de gol de los delanteros rivales. Pum, la bola sale desviada. Ellos se ríen de buena gana. Salen corriendo a buscar sus refrescos. Saben que han hecho una travesura que, felizmente para sus intereses, no se ha consumado de modo canallesco.

Abajo, el
CNI trata malamente de doblegar a su rival, Unión Supe. El primer tiempo es aburrido. El nuevo estadio Max Augustín se ha llenado casi en un 90%. El partido es octavos de final. Y hay un empate de un gol por bando luego del segundo tiempo. Parece que nos iremos a penales. La algarabía es absoluta y el público ha respondido al llamado del balompié.

Mis sobrinos llevan puestas las casaquillas de sus equipos favoritos (no son las del CNI, evidentemente) y miran el campo, con tranquilidad y entusiasmo, como cuando salen a pelotear en la pista de su barrio, sin temor que los motocarros y las motos locuaces pasen rasantes sobre ellos (y vayan a quebrar algo más que el vidrio de un mobiliario). Les digo que debemos ganar como sea. Les digo que el equipo de los blancos debe ganar al equipo de los negros vestidos de rosado para que en Iquitos volvamos a tener a sus equipos favoritos (y a sus estrellitas estrelladas) en este campo de juego. Pero, en secreto (no hay que decirle todo a todo el mundo), pienso en la pasión de estos chiquillos, convertida en necesidad excluyente, más allá de los riesgos inminentes que toman al momento de cruzar la delgada línea roja. El respetable manda insultos, interjecciones y tira botellas hacia el gramado sintético. “Llévenlos a Quistococha” grita eufórico, un hincha, en referencia a los de Unión Supe. La gente ríe emocionada. Los chibolos también.

Los tiempos no son los mismos, pero casi, casi, parecen como cuando, nuestra generación, los muchachos, descalzos, sin polo, magros y gritones salíamos de nuestras casas a hacer del fulbito de pista una odisea genial. Claro, aún no habían tantos carros ni motos y los putos motocarros (capitaneados por muchos putos irresponsables) eran un gremio que al menos respetaba el fervor de la chiquillada. El fútbol, al fin y al cabo, es un deporte de pasión y de fidelidad. Y nada mejor que un niño fiel a su divisa, a su equipo, a sus ídolos. Cuando me cuentan sobre los campeonatos infantiles de fulbito local, estilo Mundialito o Pelota de Trapo, recuerdo que es precisamente por los niños que tanto deportista malo debería pensarlo dos veces antes de salirse con sus malcriadeces y niñerías. Un bobo que juega mal por el puro gusto de ver caer a un equipo en el fondo está matando la ilusión de varios chicos que los toman genuinamente como héroes. Un incompetente que gana miles de dólares a costa de la atención hiperactiva de un grupo de hermanos y no es capaz de retribuir con pundonor, esfuerzo y dedicación ese pequeño tributo debería mejor dedicarse a cuidar salsódromos y bacanales, de por vida y gratis.

Siempre he dicho que soy hincha de Universitario de Deportes, desde tiempos inmemoriales, en las buenas y en las malas. Esta es una condición generacional, que ha pasado de abuelos a padres a hijos (y posiblemente también a nietos). Solo cuando he tenido que discutir entre hacerle barras al CNI, mi sentimiento crema ha flaqueado levemente. Porque el glorioso Colegio Nacional de Iquitos ha sido acompañante fiel de todos aquellos domingos infantiles en que mi padre y mis tíos nos reuníamos en el viejo Max Augustín para vivar a uno de los mejores equipos de fútbol peruano de los ochenta.

Íbamos mucho al estadio a corear el clásico estribillo “sí, sí, sí, arriba CNI” cuando vestían la casaquilla alba el Huevo Adriazola, Richard Vinatea y el Loco Quiroga. Y la lealtad que le profesamos (brevemente dejado en un segundo plano cuando el Hungaritos Agustinos, equipito de palomillas, tras una magistral demostración de técnica, arte e inventiva, conducidos por la dupla Candelita-Calvo, golearon por cuatro goles a cero al poderoso Tejidos La Unión y se alzaron con la Copa Perú de 1985, ante la algarabía de un pueblo que se emborrachó tres días seguidos festejando el lauro máximo del balompié macho) siempre se mantuvo, hasta el momento mismo de la derrota.

Nadie hubiera pensado que ese equipo, fundado en 1926 por un puñado de alumnos y entusiastas, hubiera podido ganar su derecho de participar en la profesional peruana por casi 20 años, en los cuales fue uno de los protagonistas principales. Nadie hubiera pensado, en épocas de centralismo, atosigante, que el CNI iba a triunfar en el campeonato descentralizado, pero, como todo en esta vida plagada de mafia, le fue arrebatado ese título mediante una liguilla no estipulada en las bases. Era 1977 (el año en que nací) y de esto modo nos enterábamos que los Delfino y los Burga de entonces no iban a permitir bajo ningún concepto que un club de provincias cometiera la osadía de disputar por primera vez una Copa Libertadores (con el gran prejuicio que aquello significaba para sus picardías). Ese equipo volvió a pintarle la cara a los equipos nacionales, metiéndoles goleadas y llegando en algún momento a disputar una nueva liguilla final en 1984, para disputar un cupo a la Copa Libertadores. Como siempre, el CNI no debía pasar, así que tuvo que ser eliminado en una noche final, ante la “U”, irónicamente, con un arbitraje descaradamente adverso.

Desde este entonces, el CNI siempre fue un sentimiento que obligaba a apoyarlo. Recuerdo que mi primer bombazo lacrimógeno fue en el Max, precisamente, en un partido de local contra la “U”. La gente se exasperó terriblemente por el resultado, y la policía, usualmente mononeuronal, lanzó los gases directamente hacia las tribunas. Una estampida, agarrado de la familia, en medio de todo el desbarajuste, y una invasión de las instalaciones del Club Tennis para calmar en las piscinas la irritación fueron el bautizo de fuego que todo chibolo quisiera algún momento. No se murió, pero al día siguiente había toda una aventura para contar a los amigos en el colegio.

El año 1992, durante la disputa del Campeonato Descentralizado, el Colegio Nacional de Iquitos (CNI) andaba maltrecho, caminando a tumbos, sin embargo permanecía situado a mitad de tabla a la altura de la fecha número 25. Faltaban cinco para la culminación del certamen y era casi imposible que en esas circunstancias el glorioso descendiera de categoría, como advertían exageradamente algunos comentaristas de entonces. Su puntaje sumaba 22 unidades. El penúltimo equipo, Manucci de Trujillo, tenía 17; mientras el antepenúltimo, Defensor Lima, portaba 20. Parecía muy difícil que el equipo norteño remontara y pasara al “glorioso”. Pero, en medio de una crisis institucional generalizada, las cosas simplemente se desviaron de su cauce. Durante ese breve y a fugaz lapso de tiempo, CNI encajó sendas goleadas (4 a 1 contra Alianza Atlético; 3 a 1 contra Defensor Lima y, en la última fecha, 5 a 0 ante León de Huánuco).En la trigésima fecha, la desolación se hizo evidente: CNI había alcanzado 24 puntos, 13 más que Hijos de Yurimaguas, pero lamentablemente 1 punto menos que Manucci (con 25) y dos puntos menos que Defensor Lima (con 26). El equipo albo perdía la categoría de forma por demás humillante y descendía a segunda. Nunca más se pudo recuperar de aquella situación.


- ¿Por qué son tan negros esos de rosado?

Han pasado 16 años, y el CNI intenta, una vez más ascender a la profesional. La lógica indicaría que como en otras ocasiones, el glorioso se quedará en buenos deseos y buenas intenciones. Pero no importa, porque, ahora, luego de 90 minutos y una tanda de penales, los albos han logrado vencer por 4-2 a Unión Supe y está en cuartos de final. La gente festeja en las tribunas y se escucha el himno característico de la blanquiverde. En Oriente, una banderola lleva un acróstico “Contigo Nada Importa”, en alusión al glorioso. Y en verdad, más allá de lo bueno o malos que sean los miembros del actual equipo, lo único que importa es la ilusión de ver a todo un pueblo feliz, manteniendo intacta la ilusión de ver a todo un pueblo festejar nuevamente el retorno a la profesional. La historia pesa. La tradición pesa. El amor pesa. Los chibolos están muy felices y yo también. Mientras salimos del Max de siempre, el sobrino mayor me dice que cuando sea grande también quiere ser hincha del CNI. Yo sonrío, grata, amplia, eufóricamente.

Ahora que venga Cablevisión, carajo.

Link: La noticia del triunfo de CNI (así como las fotos que ilustran esta nota) según la
página oficial y Pro & Contra

27 octubre 2008

Orfanato de Animalitos


Estamos en camino al Centro de Quistococha del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), ubicado en el kilómetro 4.5 de la carretera hacia Nauta. Una poderosa y torrencial lluvia se ha desatado sobre Iquitos y el motocarro que me transporta tiene que hacer algunas maromas en la Avenida de la Participación para esquivar los enormes terrones de agua que se precipitan sobre nosotros. Escasas horas atrás, los medios radiales ha dado cuenta de un presunto acto de corrupción del alcalde de Maynas (audio que, una vez más, sirve como hilo de la madeja de un asunto mucho más grande que los denunciantes no quisieron o no les interesó seguir). La ciudad es un hervidero de rumores y parece que ya nadie se preocupa por nada más que el escandaloso pie de foto del momento (que, con el correr de la semana, terminaría por diluirse con más pena que gloria).

Sin embargo, días atrás, el programa periodístico más importante del país – Cuarto Poder de América Televisión - ha difundido un reportaje que me ha llamado mucho la atención que cualquier cosa. Seis crías de manatí y un delfín rosado bebé conviven perfectamente en un pequeño estanque ubicado en el sitio al cual vamos a visitar. Este esfuerzo es posible gracias al empeño de un grupo de jóvenes investigadores, agrupados en torno a la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Amazónica – ACOBIA. Aparte de esta nota, la experiencia del grupo ha ganado el interés del diario El Comercio (que les ha dado una portada dominical) e incluso de la famosa BBC de Londres. Acá, en la nueva urbe del sensacionalismo, las grabaciones subrepticias y los políticos que buscan ganarse-alguito-hermanito, el tema no ha pasado de ser un pie de página casi imperceptible, vergonzosamente inexistente en los medios de comunicación.





En cualquier otro lugar del mundo, la experiencia de ACOBIA sería objeto de ponderación y aplauso. Porque representa el empeño incesante del joven talento regional, destinado a recuperar uno de los valores más importantes que tenemos: nuestra riqueza natural. Esta empresa se fue creando de a pocos, con sufrimiento, pundonor y bastante de terquedad contracorriente (la única que sirve cuando el mundo de los envidiosos y los mediocres pretende cerrarte las puertas). Javier Velásquez Varela, el “primo Javico”, es un biólogo de la nueva hornada que ha hecho de este empeño un asunto personal.



Impulsor del proyecto, Velásquez se encargó de tocar todas las puertas posibles con una idea notable pero poco popular: rescatar especies de fauna amazónica que ha sido captados por pobladores y pescadores de las zonas rurales, y coloquémoslos en una zona de recuperación hasta poder lograr su completa recuperación. La primera etapa debería iniciarse con mamíferos acuáticos, las mayores víctimas de la charlatanería de los mitos y la ignorancia. Algunos matan a las madres y recogen a las crías con fines comerciales. Lo que no se dan cuenta es que los bebés tendrán una muerte casi segura sin el cuidado materno.

A pesar del entusiasmo de Velásquez y de su socio Juan Sánchez, poco sabían del tratamiento que estos animales deberían tener en situaciones de cautiverio. Pero, mientras se le iban apagando opciones, sin embargo, una vez más (como si ya pareciese una constante que debería llenarnos de vergüenza), ACOBIA logró despertar el interés del Dallas World Acuarium de Texas, Estados Unidos, quienes no solo cooperaron con el necesario apoyo logístico y la capacitación (a través del reputado biólogo puertorriqueño Antonio Mignucci-Giannoni, el jefe del centro) sino también con subsidio económico. Posteriormente se incluyeron como aliados la Universidad de Cornell y la Dirección Regional de Producción de Loreto.

En ese momento, Velásquez y Sánchez se dieron cuenta que debían crecer aún más y abandonar el pequeño acuario privado donde empezaron a funcionar y pasarse al espacio que les brindaba el IIAP. Poco a poco se les unieron practicantes y voluntarios, además del interés de estudiosos del oficio y público en general (entre ellos, turistas que forman parte de los cruceros organizados por Aqua Expeditions). Diariamente se realizan estudios del nivel y temperatura, así como control de la sangre para descartar posibles infecciones. Además, poseen un pequeño chip de identificación y registro.



Lo más interesante del proyecto fue que, poco a poco, con las técnicas aprendidas, fueron descubriendo el modo para manejar con solvencia la recuperación. Su primer objetivo fue, claramente, los manatíes, únicos mamíferos acuáticos herbívoros, presentes únicamente en regiones tropicales. Debido a la riqueza de su carne, la variedad amazónica ha sido sometida a una explotación y exterminio feroces, la cual la ha colocado. Esta explotación excesiva ha hecho que forme parte la lista de especies amenazadas a nivel nacional e internacional y su protección es de vital importancia para el Estado, al menos en teoría. Seis manatíes, amigables y muy cariñosos, de nombres tan exóticos como Sudamérica, Rei, Aantu, Yanayacu y Yacuruna, han sido rescatados y rehabilitados en forma exitosa por el ACOBIA. Poco a poco han ido dejando la alimentación con leche especial (que les es servida en biberones, durante tres veces en el día) y ya están experimentando el consumo de guama, gramalote u otras hierbas similares.

Sin embargo, quien se ha llevado todos los aplausos y la atención del centro ACOBIA es Nemo, un bufeo colorado bebé que fue rescatado luego de ser atrapado por moradores. Nemos es la estrella de los flashes, por su carácter amiguero, jovial y distraído. Todas las maromas, todos los jueguitos y todas las risas se concentran en este pequeño de diez kilos de peso, con el cual se han retratado todos los corresponsales. Algunos creen que Nemo es posero, pero lo cierto es que la especie del delfín rosado de río tiende a interactuar de modo tan exquisito con los seres humanos (a pesar de las condiciones en las que se encuentre, precarias como en el caso de Huayrurín, el encantador delfín del zoológico de Quistococha). El gran problema es que Nemo ha ido paulatinamente perdiendo peso, debido a que los nutrientes que le son brindados en el laboratorio son insuficientes como sustitutos de la leche materna. Ningún elemento artificial, por más efectivo que fuera, puede reemplazar a la alimentación natural. El pequeño delfín llegó pesando 17 kilos y, tres meses después, se encuentra en 10 y a pesar de los esfuerzos de los miembros de la Asociación (que lo alimentan cada sesenta minutos, mañana, tarde y noche, en horarios que incluyen las noches, madrugadas y climas hostiles), probablemente no vaya a sobrevivir al intento de rehabilitación.



De esta experiencia, Javier Velásquez ha señalado que es importante la educación ambiental. Con cada visita, se proyecta a los visitantes ejemplos de manejo y conservación adecuada de estas especies. Además, se han ido llevando charlas a los pobladores de las cuencas amazónicas a fin de que tomen verdadera conciencia de la preservación de la flora y fauna animal. Una de las cosas más importantes que los jóvenes profesionales de ACOBIA pretenden lograr es la concientización de niños y adolescentes, pues ellos podrán entender con mayor claridad y detalle el mensaje conservacionista.

La meta mayor de ACOBIA es que este laboratorio se pueda convertir en el futuro en un zoológico, con fondos propios que, a través de la recuperación, también permita que otros ejemplares de fauna puedan ser recuperados y, a través de este singular orfanato de animalitos, también se permita que la pedagogía del cuidado de la Amazonía no sea tan solo un discursito inextricable, patichueco y cientificista, sino una impostergable actitud de vida de todos y cada uno de nosotros.



10 mayo 2008

EN ETIQUETA NEGRA



La gran revista peruana Etiqueta Negra, una de las más importantes de su género a nivel latinoamericano, acaba de lanzar su número 59, dedicado a los misceláneos de la moda. Entre los colaboradores de este edición se encuentran renombres de la destreza literaria/crónica/periodística como Renée Kantor, Luis Jochamowitz, Jorge Volpi, Daniel Alarcón, Eloy Jáuregui, Ricardo Coler, Marco Avilés, Álvaro Bisama, Álvaro Barcala y muchos más. El cuento es del chico punky de la literatura española, Javier Calvo. Entre dichos renombres, este humilde servidor tiene el alto honor de compartir humores, sorpresas, ironías, divertimentos y sabidurías amazónicas, para el Consultorio Sexual de EN, con un breve ensayo en clave relajada y divertida sobre los mitos del bufeo colorado y los bufeos hembra en la Amazonía, con un título, "Yo amo a los delfines", que confieso no lo escogí, pero me parece totalmente poético (seguro Daniel y Marco fueron los cómplices). Cuando sea pertinente, colgaré en el blog el texto mencionado. Pero debo reconocer que la ilustración que la acompaña es de José Luis Carranza, el "Puma" de la pluma (y la tinta) y no pude reprimir las ganas de compartirlo con ustedes, porque está bien chévere.



Además, Marco Avilés (editor de EN) me envía un e-mail donde nos da la grata noticia del más reciente premio internacional para la revista:

La semana pasada se entregaron en los Estados Unidos los Nacional Magazine Awards (sí, algo así como los Oscar del mundo de las revistas). Uno de los galardones fue otorgado al Virginia Quarterly Review (VQR), por su monumental número dedicado a Sudamérica. ¿Pero cuál es la buena noticia? Que ese número fue una coedición realizada entre esa revista estadounidense y la revista peruana Etiqueta Negra.

¿Cómo así? A mediados del 2007, Etiqueta Negra convocó a un batallón de cronistas y artistas de esta parte del mundo (Toño Angulo Daneri, Juan Pablo Meneses, Daniel Alarcón, Gabriela Wiener, Liniers, Sergio Vilela entre otros) y coordinó estrechamente los temas que éstos publicaron en esa revista norteamericana. La edición en inglés estuvo a cargo de Ted Genoways, del VQR, y de Daniel Alarcón, editor asociado de Etiqueta Negra.

Por ser el logro de un medio sudamericano, la noticia ha sido celebrada en la reciente feria del libro de Bogotá (allí estaban reunidos muchos de los mejores cronistas latinoamericanos en una mesa llamada “Nuevos cronistas de Indias”).

El escritor Edmundo Paz Soldán ha publicado hoy en su blog un comentario sobre este hecho:

"No es una exageración decir que los National Magazine Awards son los premios más importantes que existen en el mundo de las revistas. Estos premios, establecidos por la ASME (American Society of Magazine Editors) y con el coauspicio de la universidad de Columbia, tienen una limitación: sólo son para revistas publicadas en inglés en los Estados Unidos. Entre los ganadores de este año: GQ, The New Yorker, National Geographic y... Etiqueta Negra. ¿Cómo hace una revista latinoamericana para ganar este premio?" (El texto en:
http://www.elboomeran.com/blog/117/edmundo-paz-soldan/ )

Cosas así, en el Perú no se ven así nomás. Es fruto de la calidad y el telento para difundirlo con imaginación y creatividad. Doble razón, entonces, para celebrar. Salud, etiquetos.

05 mayo 2008

TOM WOLFE Y EL FIN DE LA NOVELA


Tom Wolfe, autor de la celebrada La Hoguera de las vanidades, de visita en Buenos Aires, ha dicho verdades tan evidentes que habría que ser medio bobo para no darse cuenta. Como que la mayoría de los novelistas y narradores se encierran en el academicismo. Como que sus referencias tan cerradas cada vez están más lejos del público. Y que la literatura formal se ha convertido en un aburrido toma-y-dame en el cual varios chicos sin mucho talento pero con harta vanidad terminan naufragando en el mar de sus propias palabras, vacías, vacuas, mortalmente aburridos.

Esto fue parte de lo que le dijo Wolfe a la entrevistadora de
Página 12:

"La novela ya no le interesa a los jóvenes escritores talentosos. La novela, salvo en casos excepcionales, va a terminar como la poesía épica, viviendo en la cima de un pico cubierto de hielo, de manera que va a resultar mucho más fácil alabarla que visitarla”, plantea. “En los Estados Unidos los jóvenes escritores por lo general son graduados de los llamados programas de escritura creativa, y estos programas son como aguas estancadas donde se crían los mosquitos, y estos mosquitos vienen de Francia y tienen nombres como realismo mágico, fabulismo, minimalismo, deconstructivismo... Están de moda dentro de la academia y círculos universitarios, pero el público en términos generales no está interesado de la manera en que estuvieron interesados en Hemingway o Steinbeck”.

Aunque le duela a cierto grupito de insolentes estreñidos, el maestro Wolfe ha señalado nada más y nada menos que un axioma. La novela morirá si es que abandona la labor que siempre ha tenido, que es básicamente expresar ideas y conceptos del tiempo y el espacio en que se desarrollan, aportando con su ficción la comprensión de los mundos de no ficción que pretende abarcar y dominar a través del lenguaje.
Y en verdad, la novela, con contadas excepciones, se ha ido fragmentando en los últimos tiempos en pequeños discursos enrollados que solo representan - o fungen representar - a quienes lo escribieron, dejando gran parte del reto al periodismo literario o a la crónica y la investigación análoga. He ahí el gran reto de cara el futuro que tiene.

03 mayo 2008

PATRONCITO DE LOS INOCENTES

Muy buena nota del periodista y cronista David Hidalgo en la Contracorriente del diario El Comercio de hoy, sobre la procesión del Niño Jesús de la Caja, una actividad sui generis que se empieza a celebrar todos los 1 de mayo en Iquitos.



Algunos párrafos de la crónica de Hidalgo:

A las cinco de la tarde empieza el ritual de las esperanzas. Aquí es donde se verá el efecto de semanas de talleres sobre trabajo infantil, identidad amazónica y sobre todo derechos de los niños que trabajan. Seis niños abren el camino sobre zancos, como en un desfile circense. Las andas son cargadas por un grupo de adolescentes que ha visto su vida transformada, rescatada del riesgo de las calles. Luego viene un cortejo de niños armados de flores e incienso. Un cuarteto de músicos populares alegra el paso con una carnavalesca melodía selvática. El séquito despierta simpatías, alguna gente se detiene a observar los malabares de los niños y no evita concentrar la mirada en la imagen virtuosa de las andas. La policía no tiene que hacer mucho para detener el tráfico.

01 mayo 2008

"VALIENTES COMO USTED, HAY POCOS"


(Foto: Jaguar del Platanar)

Por: Gino Ceccarelli

En 1974 mis padres se instalaron en Pucallpa, tres años después, cumpliendo los diecisiete años viajé a la capital por varias razones. La primera es que mi vocación de querer ser artista se había consolidado y quería postular a la Escuela de Bellas Artes de Lima. La segunda razón era que mis "patas" pucallpinos empezaban a tener hijos y otros se estaban casando. Eso no iba conmigo. Y la tercera razón de mi mudanza fue que empezaba a aburrirme en Pucallpa y necesitaba respirar nuevos aires.

Ingresé a la Escuela de Bellas artes y me pagaba mis estudios trabajando en un depósito de carretas ambulantes que en esa época (había miles) se habían apoderado del centro de Lima.

En vacaciones y casi todos los fines de mes viajaba a Pucallpa por carretera para visitar a mis padres y amigos. La mayor de las veces lo hacía "tirando dedo" porque mi presupuesto era escaso. Cuando hacía esto, tomaba un ómnibus hasta la garita de control en Matucana y allí me contactaba con los interprovinciales que cobraban poco pero, uno tenía que viajar en el pasadizo del ómnibus. Otras veces en camiones (también cobraban alguito) y me podían acercar hasta Cerro de Pasco, Huanuco o Tingo María para luego tomar otro transporte hasta mi destino final: la polvorienta Pucallpa.

En uno de los tantos viajes logré llegar hasta Tingo María, se me había acabado el dinero y los camiones y omnibuses que iban a Pucallpa querían que se les pague aunque sea un sol. Pasaron las horas y casi al anochecer un camionero aceptó llevarme gratis con la condición de que vaya en la parte de atrás y que me acomode entre los bultos que transportaba. Le agradecí, me instalé y empezó el viaje. Poco más de la medianoche el camión se detuvo, de pronto vi que el chofer subía a la parte de atrás con un enorme machete. Me aterroricé. El tipo era un serrano alto y gordo, alargó la mano con el machete y me dijo:

-"Toma, al primero que se suba a robar, le metes un machetazo!".

Ante mi desconcierto me explicó que estábamos a punto de subir el cerro llamado La Divisoria y que en ese lugar había ladrones que aprovechando la lentitud del camión cuando subía, se trepaban a la parte de atrás y tiraban las mercaderías, sacos, cajas y todo lo que podían mientras que otros rufianes iban recogiendo del camino.

-"¿Tu crees que te traigo gratis, cojudo?" "Confío en ti, si me roban, tu pagarás las consecuencias"- sentenció.

El camión arrancó y empezó a subir La Divisoria. Yo tenía en la mano un machete de casi un metro, las piernas me temblaban, sudaba frío y sentía calambres en el estómago. Jamás en mi vida pensé en la posibilidad de meterle un machetazo a quien sea. A lo único que atiné fue a hacerme un espacio entre los bultos y cajas, una especie de pozo en donde me metí y me tapé con todo lo que podía. Heroicamente me escondí.

Pasaron como tres horas de angustias y miedos. Felizmente esa noche no hubo ladrones. Estaba amaneciendo y cuando sentí que el camión no subía más y se detenía en la berma de la carretera salí rápidamente de mi escondite, me paré en medio de los bultos y con el machete en ristre y en actitud desafiante miraba el horizonte. Parecía una estatua de algún héroe. El camionero al verme se quedó admirado de mi gallarda actitud y me preguntó:

-"¿Hubo algún problema?".

- "En realidad no” -le dije- “algunos quisieron subir, pero cuando les amenacé con el machete bajaron despavoridos".

-"Es usted un joven valiente, como usted hay pocos", me dijo emocionado.

El resto del camino viajé en cabina y el fulano me invitó un desayuno como Dios manda. En Pucallpa nos emborrachamos y al final me obsequió una caja enorme de manzanas y un saco de choclos.

La valentía tiene precio.

21 febrero 2008

EN CARETAS (ROCIO SILVA SOBRE IQT)

La columna Olor a tinta de la revista Caretas trae un análisis de IQT (Remixes). La autora es la poetisa y crítica Rocío Silva Santisteban.



Algunas palabras de Rocío Silva que se quedaron grabadas en mi cabeza:

- "Nunca he estado en Iquitos. Jamás he visto el río Amazonas. El territorio más oriental que conozco es Chosica. Así que soy, entonces, la lectora perfecta de este libro de crónicas porque, sin conocer ni percibir ni saber, sino sólo suponiendo, he podido empaparme de los olores, sabores y sonidos de una ciudad que sólo imagino."

- "Lo que se lee aquí no sale en las guías de turistas, pues es la historia caliente de sus habitantes (...)"

- "El primer texto, inscrito dentro de un discurso cronístico bastante "etiqueta negra", por decirlo de alguna manera, tiene un ritmo excesivamente trepidante que, por supuesto, nos muestra una puerta de entrada a la ciudad (...) Una desproporción apabullante, para mí (...)"

- "Bardales tiene verdaderamente un manejo del pulso de la narración y si en la primeras (cronica) acelera a fondo con descripciones concatenadas, en las otras sabe incluir reflexiones que la lectoría agradece."

- "El verdadero aporte son las historia de los iquiteños (...) todo narrado por alguien que, en verdad, ama con furor esa zona verde."

Pd: Si quieren leer el articulo completo y no pueden hacerlo en la versión electrónica de Caretas, pueden clicar la imagen adjunta en este post, tiene una versión escaneada lo suficientemente amplia como para leerla con cierta decencia.

16 febrero 2008

IQT EN CHOLEDAD

Esta es la nota (y alguna foto) de la presentación de IQT (Remixes) en la Biblioteca Nacional, el martes 12, dentro de las sesiones Cholos Charapas, que engloban el coloquio Lo Cholo en el Perú, que persistentemente promueve César Ramos, la autora es Sofía Herrera, y saldrá en este número de Kanatari que se publica hoy en Iquitos:



La noche del pasado martes 12 de febrero, se presentó en la ciudad de Lima en el Auditorio Juan Mejía Baca de la Biblioteca Nacional del Perú, el libro del joven escritor loretano Francisco Bardales “Iqt (remixes)” como parte de una serie de eventos realizados dentro del coloquio titulado Cholos Charapas.

La obra que fuera presentada el año pasado tanto en Lima como en Iquitos y que tuvo gran aceptación por parte del público asistente, fue comentada en esta oportunidad por el periodista, crítico y columnista habitual del diario el Comercio Fernando Vivas y por la poetisa y narradora Rocío Silva Santisteban.

En su presentación Fernando Vivas recalcó que si bien la obra de Bardales tiene pinceladas posmodernas, ésta se centra más en mostrar la búsqueda de la unidad, la tradición y la polaridad de una ciudad cosmopolita como es Iquitos, donde se puede encontrar discotecas de ambiente, diversidad de ruidos y estilos de vida que están lejos del imaginario del peruano en general y del limeño en particular. Señaló además que el autor rompe los estereotipos impuestos por los medios de comunicación sobre la visión errada de la selva, al mostrarnos una ciudad efervescente, viva y llena de sentimientos encontrados.

Por su parte, Rocío Silva afirmó que ha pesar de no conocer la selva ha podido a través de la lectura de las crónicas de Iqt vivir a plenitud en todo su ser, la explosión de colores, olores, sonidos y sabores que emanan de esta magnética ciudad, por lo que felicitó al autor por el manejo de muchos registros presentes en su obra lo que la hace única en su género, ya que Iquitos es descrita de una manera muy intensa y detallada.

Finalmente al término de la presentación del libro, Francisco Bardales en diálogo abierto con el público explicó detalladamente el origen y desarrollo de cada una de las once crónicas que forman parte de su interesante obra. (OSHPC)

07 febrero 2008

RECUENTO DE SERES DE OTRO LUGAR

En el último número de la revista cultural Katenere (que, entre otras cosas recopila algunos artículos sobre la artista amazónica Gladys Zevallos, un recuerdo sobre el recientemente fallecido narrados Jaime Vásquez Izquierdo y un recuento del reencuentro de Beto Ortiz con Iquitos, luego de cinco años), se ha incluído un articulo, a modo de crítica, sobre IQT (Remixes). Teniendo en cuenta que lo ha escrito Percy Vílchez Vela, uno de los más importantes escritores amazónicos, el tema cobra doble valor. He decidido postearlo completo, porque me ha gustado mucho (sobre todo me ha sorpendido el valor que el libro tiene en diversos conocimientos y explicaciones).

RECUENTO DE SERES DE OTRO LUGAR

Escibe: Percy Vílchez Vela



En olvidados archivos, en no frecuentadas bibliotecas, duermen los escasos cronistas de estos lares. Aislados en el anonimato, dispersos en estantes para nadie, esos autores no conocieron la suerte de la publicación de un libro, ni lograron el favor de la lectura del escaso público. Ello es lamentable pues uno tiene que buscarlos aquí y allá, en una casería fatigante. Es por ello, para comenzar, que nos parece importante la reciente publicación de Tierra Nueva Editores del libro IQT Remixes, de Francisco Bardales Ramírez. El autor es un respetable periodista de tantos medios escritos, una pluma de indudable valía que ha esperado la madurez para fatigar la imprenta. Las once crónicas son la cuidadosa selección de años de ejercicio de la profesión. No son simples redacciones del momento, ejercicios al calor de la edición que sale, sino que revelan un trabajo serio de investigación, de elaborado trabajo de redacción, de sesudo análisis.

Lo primero que podemos decir de esas crónicas es que son, en conjunto, una incursión en los movedizos predios de la marginalidad y la exclusión. No la conocida de la pobreza histórica y la falta de oportunidades, la confinada a los rincones raciales o la barbarie de género. Se trata de otros marginales, de otros segregados. Desde la primera hasta la última crónica hay una constante referencia, directa o indirecta, a individuos que han decidido vivir de otra manera, a seres que han migrado hacia otra latitud, lo que no implica que hayan dejado sus pagos nativos. Es otro tipo de fuga. Lejos de los ámbitos convencionales, de las ocupaciones estériles por el desastre de la costumbre y lo sórdido de las rutinas inútiles, de las conductas para el aplauso interesado. Estos personajes, incluyendo al mismo autor, no están en su salsa en los sitios habituales, requieren de otros aires, otros ámbitos.

En sociedades desarticuladas, que arrastran siempre sus desmedidos y hondos desencuentros, no puede haber la tranquila vida común ni el contento habitual, nos dice el autor. Entonces queda la marginalidad, pero esa exclusión no es una huida a los engañosos consuelos del vicio, los acomodos del delito, las peregrinaciones de la derrota. Hay una frecuente búsqueda de la afirmación del propio ser, la búsqueda de una ardua autenticidad que puede tener sus errores, sus excesos. Pero que es a fin de cuentas la única manera de vivir que encuentran esos seres. Hay en ellos como una desesperación recóndita para alcanzar la otra orilla, empleando el talento en menesteres más importantes que todo el censo de ofertas establecidas que sólo sirven para confirmar un estado de cosas, para incrementar la comarca de esclavos, para seguir el camino de recetarios devorados por la ruina. Precisamente varias crónicas, como "Los malos nunca mueren", "El baile interminable", "ADN technicolor", "Gentita", son referencias a ese otro mundo petrificado, a las viejas formas del mal vivir. En esos trabajos el autor se ubica como un testigo que observa, que pasa revista como recorriendo los lugares y las conductas que no suscribirá ni frecuentará. El mundo está dividido entonces, simplistamente, entre los que son de allá y los otros, los raros, los extraños.

Esa marginalidad no es de un lugar o de un tiempo. Puede ocurrir en cualquier parte, en Iquitos, en Lima, en Miami. Puede ocurrir en el pasado o en el presente. De todos esos marginales o excluidos el símbolo mayor es, desde luego, el peregrino Ernesto Guevara la Serna, citado en la crónica "San Pablo / Revolución". El rebelde con causa todavía no era el mítico personaje que ahora es cuando realizó su viaje por los manglares acuáticos del bosque. Su presencia en San Pablo, su desbordante humanismo que no se detuvo ante el horror de la lepra, su don de gentes, dejaron una huella imperecedera en aquel lugar. Ese marginal legendario, que años después entregaría generosamente su vida en nombre de un ideal, estaba apenas de tránsito pero su paso nos dice que buscaba comprender cabalmente el mundo en que vivía. Es decir, era un marginal que no se apartaba de la existencia, ni buscaba un destino más fácil. En torno a Guevara se alinean los otros seres que también, en menor o mayor grado, adoptaron el destino de lo marginal. No tienen el brillo del guerrillero argentino, pero también buscan algo distinto, otro destino.

El otro centro del libro que comentamos es la constante cita al espacio abierto, el lugar despoblado de muros. En casi todas las crónicas hay una referencia a la calle de siempre, a la calle que va o que viene. En ese lugar del peregrinaje incontenible, del paso incesante, suma de tantas voces distintas, hay más que una referencia descriptiva, más que una simple ubicación física de tal o cual lugar. Hay como una obsesiva referencia a las variadas posibilidades que puede alcanzar el destino humano. Hay como una invitación al lector o lectora a recorrer la amplitud del espacio sin murallas, como una apertura a los senderos de lo marginal, de los excluidos que no es una condena, sino la búsqueda de una mejor vida.

El libro entonces es un recuento de seres de otro lugar, un censo de personajes que se han ido a otra parte. Es la referencia al otro lado de la luna, donde el éxito o el fracaso son espejismos. Lo importante es elegir la calle nuestra, el camino de cada uno, donde se acabe el servilismo a los poderes y las normas vacías, donde el individuo no sienta que es una víctima de los que se encumbran con el comercio de la estupidez, ni sienta que la existencia es un triste fracaso que acaba en el silencio del sepulcro.

08 enero 2008

LEER PARA SER LIBRES

Una calle central de la ciudad, un día cualquiera y, sin querer, te encuentras con una señal.



Los graffitis siempre me han sido profundamente inspiradores. Pero éste no me lo esperaba.

Sin embargo, es esperanzador.

Es como decir al viento, casi como un pedido apático de ayuda "¿Is anybody out there?"

Y la respuesta, increíblemente, sea "Sí".

Foto: Kanatari

28 noviembre 2007

IQT (REMIXES): LA NUEVA CIUDAD EN VITRINA

La XXVIII Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores será sede de la esperada presentación de IQT (Remixes), escrito por el narrador y periodista Francisco Bardales, editado por Tierra Nueva, en un esfuerzo sin precedentes por llevar cultura de calidad con proyección nacional e internacional.

Las once historias que conforman IQT (Remixes) tienen como motivo principal narrar, en clave de crónica, historias urbanas de una ciudad como Iquitos y su tránsito por diversos ámbitos de la historia, la música, el cine, el misterio, el presente, incluidas dentro de un mundo globalizado y en constante cambio. Bardales remezcla antiguos trabajos suyos, que datan desde 1994, y los condensa en 11 grandes capítulos, titulados: “Los malos nunca mueren”, “Tu reyno en mi combi, Divino Baby”, “Hijas de Belén”, “Chullachaqui en la ciudad”, “El baile interminable”, “San Pablo/Revolución”, “Restinga Kids”, “El pintor que quería vivir (todavía)” “ADN technicolor”, “Gentita” y “Perdido”.



Bardales, quien se ha desempeñado como columnista habitual de Pro & Contra, promotor cultural, redactor, periodista, productor y actualmente administra el blog Diario de IQT, ha tenido el apoyo gráfico y audiovisual de valiosos artistas loretanos como Christian Bendayán que se ha encargado del íntegro del diseño y diagramación del libro (en un formato vanguardista y novedoso), y de Dorian Fernández, que se ha encargado de realizar un corto documental inspirado en dichas historias, con el particular sello de autor.

El estreno de IQT Remixes se realizará en el día lunes 10 de diciembre a las 08.30 p.m. Cabe resaltar que en esta presentación se estrenará además el documental IQT de Dorian Fernández, y el libro tendrá los comentarios del periodista y escritor Beto Ortiz y del editor de la prestigiosa revista “Etiqueta Negra”, Marco Avilés.

Tomado de diario Pro & Contra