02 marzo 2007

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A SANTIAGO: CAMINO DE XIMENA

Lector: El amor tiene aristas aserradas. Tiene cuchillos. Tiene sables. A veces se comporta como toda una motosierra Shindaiwa. Corta tu vida, la parte en dos, produce surcos irremediables. Y te genera un antes y un después.

[Antes y después (¡qué trágico!)].

Il bambino, el primero de los Santiagos, se manda con todo y expresa su educación de rancias cafeterías y desiertos ardientes de rouge, el evanescente, el quieto, el que se cuenta a la almohada o al desván. Este es el Camino de Ximena (2002: Norma; 276 pp.), Y Santiaguito del Prado, freak enamorado de la literatura e Italia, agrega una pasión sobre natural a sus desafueros, la pasión por un signorina estudiante de literatura y, acaso, la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra (para el escritor, claro está; y en un contexto determinado, clarísimo está). .............................

El narrador, il bambino, nos adentra a un mundo de epístolas, de frases de diarios, de dibujos, fotografías, narrativa fragmentada, frases cortas y mucho, mucho desconcierto. Desconcierto porque, al fin de cuentas, este muchachón termina removiendo bastante. Te saca los trapitos sucios y te los restriega en la cara con harto humor e ironía. Te saca de quicio con tanta huevonería destinada al servicio del candor y la ternura. Te hace cómplice de la trama y de los avatares del cortejado y su amada escrita, lejana, platónica. Platónica, sí... platónica.

De pronto, en medio de la historia (narrada en un estilo absolutamente novedoso para el medio local), uno ve a la mujer amada. Y de pronto te descubres llamándola tal como la reconoces y piensas en las medianoches, contando que esas atmósferas impregnadas de negrura y deseo son las arterias de un país imaginario, todos los días, bajo la misma e invariable melodía.

De pronto, en medio del carteo infinito con la sombra del amor (Demi Moore, te vi veinticinco veces) te descubres rememorando su delgadez y sus ojos pequeños, su rostro cálido y su risa ingenua; su afición al sueño y sus viajes constantes al país de la canela, su cuello limpio y sus caminos empedrados; su casa y sus visiones humedecidas. Piensas que esta noche al lado de ella eres un habitante más de esta inmensidad y no eres nada, y que en sus ojos una chispa brillante, cargada de dulzura y malicia, es el trofeo que, esporádicamente, como un milagro, recibimos del destino y la vida.

Contarías que basta una noche y el resto esta demás. Quizás dos años. Quizás toda la vida. Contarías todo ello, de verdad que lo contarías.

Lector: debes leer a Santiago del Prado, il bambino. Es parte de la vida que haya sueños que no se cumplan y que todos tenemos la enorme suerte de poder seguir soñando. Ojalá todo salga lindo.

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