En la historia de la Amazonía loretana, ha habido más de algunas defecciones, varios acontecimientos olvidados, un espacio para la duda, otro para el desconocimiento y un gran archipiélago para el contrabando. De todas las derrotas que nos hemos infligido, aquella en que hemos perdido nuestro manejo del pasado y su comprensión es posiblemente una de las más duraderas y nefastas.
En este itinerario de versiones múltiples, de acomodos improvisados y de ignorancia adornada con barroquismo retórico, la Amazonía ha sido portadora de un espacio que no ha sido enteramente suyo. Como en todo itinerario de esta especie, en la cual no existen historiadores, sino dateros, donde no existen cronistas, sino curas calenturientos y aventureros de la sintaxis, la historia se ha escrito mal, no se ha escrito, o se ha escrito para contentar a quienes siempre han cortado el jamón. El centralismo nos ha aplastado la cabeza con su discurso hegemónico. El gran descubrimiento de las fuentes ha sido trabajo unilateral. El poderoso ha escrito – o mandado a escribir a lambiscones que se juran intelectuales y solo han sido dechado de cortesanías dignas de mejor causa – las noticias de la prensa. Los hechos se han modificado de acuerdo al gusto del gobernante de turno. Hay una mejor recopilación de columnas sociales que de los periódicos de antaño (que, a su vez, son solo una sábana de chismes insidiosos, saludos a los amigos y publicidad deplorable).
Porque solo en el Perú se le explica a los niños de los pueblos originarios – en castellano, además – que el Perú es unitario y descentralista cuando su héroe mayor es un señor de apellido italiano que perdió una guerra. O que la guerra con el Ecuador ha encumbrado en gloria solo al señor Abelardo Quiñones. En tanto, colocamos como héroes de la patria loretana a la señora Rosa Panduro (pobre) y a Samarén, a quien se lo creó en una cabina radial, con afiebrado dramatismo, con profusión de datos inciertos, para contento de los militarotes velasquistas que detentaban el poder de la tierra con la frasecita cliché “el patrón no comerá más de tu pobreza”.
Y en verdad, la historia está incompleta o nadie se ha tomado el trabajo de analizarla a fondo. ¿Cuándo es la fecha cierta de la fundación de Iquitos? ¿Mediados del siglo XVIII, cuando se asentaron los colonizadores religiosos? ¿Cuando llegaron los buques que envió Castilla, en 1864? ¿Cuándo al señor Navarro Cáuper se le ocurrió escribirlo? ¿Cuando un grupo de regidores lo decidió, por mayoría de votos y a mano alzada con tal de organizar una rociada celebración? ¿Cuán cierto es que le hemos dado fuerza a la historia de los pobladores conibo y tupi-guaraní antes que a la realidad de Nazca y Tiwanakú? ¿La expedición de Orellana, el descubrimiento del río Amazonas, la búsqueda de El Dorado fueron tan paradisiacas y épicas como lo cuentan los viajeros? ¿Por qué los viajes de los curas españoles en la búsqueda de nuevos fieles en la selva son nobles? ¿Por qué no existen indígenas importantes en ellas? ¿Por qué existe tan poco archivo sobre el periodo amazónico luego de la independencia del Perú? ¿Por qué el ciclo cauchero es un periodo solo bueno o solo malo, de acuerdo a quien lo cuenta o relata? ¿El genocidio del Putumayo debería ser analizado de modo más objetivo? ¿Julio C. Arana es en realidad un canalla o más bien un patriota? ¿Verdaderamente es vital contar la vida de Fernando Lores Tenazoa antes que las gestas de del coronel Emilio Vizcarra, de Cervantes, de Hildebrando Tejedo o del General Merino. ¿Nos seguimos callando, de cara al país, la traición del gobierno de Leguía en lo del tratado Salomón Lozano y seguimos hablando de la toma de Leticia como un “casi casi”? ¿Hablaremos alguna vez con tanta profusión de la década perdida de los cuarenta del siglo XX? ¿Habrá conciencia real de que la hegemonía petrolera también incluyó posteriormente el boom del narcotráfico? ¿Los narcotraficantes se convertirán en héroes y dirigentes inmarcesibles para la historia oficial? ¿Cómo queda lo de octubre de 1998? ¿Cómo una oportunidad para la paz o como una página de oprobio para Loreto? ¿Existirá alguien que crea que el nuevo boom cultural loretano es digno de ser retratado en las polvorientas páginas de los libros que cuentan la cronología de nuestros pueblos? ¿Cuándo será importante explicar la dimensión mística, el universo paralelo-mágico amazónico, las cosmogonías indígenas, la espiritualidad amazónica, la tradición oral o el chamanismo como fuentes de primerísimo nivel? Así, tantas y tantas preguntas más.
Desde mi modesto punto de vista, dos espacios, cercanos y lejanos en el tiempo y la distancia, reproducen los itinerarios del nacimiento y devenir de la Amazonía. Por un lado, el relato puntilloso de la realidad, a través de la experiencia material; y aquél otro, mucho más importante, que engarza los mitológicos territorios en un manto espiritual que forma la tradición más importante de las nuestras pequeñas y particulares historias colectivas. Y eso también habla de integrarnos, a la provincia, a las realidades de los pueblos importantes, al contacto novedoso y desprejuiciado con lo indígena, a la objetividad, aunque no sea necesariamente lo que nos enaltezca, pero al menos nos permita entendernos, reflejarnos y aprender. La historia sirve para encarar el futuro y no para promocionar embustes particulares.
Menuda tarea, pues, les espera a los historiadores y a quienes fungen alegremente de tales, para contarnos la verdadera historia de la Amazonía.
En este itinerario de versiones múltiples, de acomodos improvisados y de ignorancia adornada con barroquismo retórico, la Amazonía ha sido portadora de un espacio que no ha sido enteramente suyo. Como en todo itinerario de esta especie, en la cual no existen historiadores, sino dateros, donde no existen cronistas, sino curas calenturientos y aventureros de la sintaxis, la historia se ha escrito mal, no se ha escrito, o se ha escrito para contentar a quienes siempre han cortado el jamón. El centralismo nos ha aplastado la cabeza con su discurso hegemónico. El gran descubrimiento de las fuentes ha sido trabajo unilateral. El poderoso ha escrito – o mandado a escribir a lambiscones que se juran intelectuales y solo han sido dechado de cortesanías dignas de mejor causa – las noticias de la prensa. Los hechos se han modificado de acuerdo al gusto del gobernante de turno. Hay una mejor recopilación de columnas sociales que de los periódicos de antaño (que, a su vez, son solo una sábana de chismes insidiosos, saludos a los amigos y publicidad deplorable).
Porque solo en el Perú se le explica a los niños de los pueblos originarios – en castellano, además – que el Perú es unitario y descentralista cuando su héroe mayor es un señor de apellido italiano que perdió una guerra. O que la guerra con el Ecuador ha encumbrado en gloria solo al señor Abelardo Quiñones. En tanto, colocamos como héroes de la patria loretana a la señora Rosa Panduro (pobre) y a Samarén, a quien se lo creó en una cabina radial, con afiebrado dramatismo, con profusión de datos inciertos, para contento de los militarotes velasquistas que detentaban el poder de la tierra con la frasecita cliché “el patrón no comerá más de tu pobreza”.
Y en verdad, la historia está incompleta o nadie se ha tomado el trabajo de analizarla a fondo. ¿Cuándo es la fecha cierta de la fundación de Iquitos? ¿Mediados del siglo XVIII, cuando se asentaron los colonizadores religiosos? ¿Cuando llegaron los buques que envió Castilla, en 1864? ¿Cuándo al señor Navarro Cáuper se le ocurrió escribirlo? ¿Cuando un grupo de regidores lo decidió, por mayoría de votos y a mano alzada con tal de organizar una rociada celebración? ¿Cuán cierto es que le hemos dado fuerza a la historia de los pobladores conibo y tupi-guaraní antes que a la realidad de Nazca y Tiwanakú? ¿La expedición de Orellana, el descubrimiento del río Amazonas, la búsqueda de El Dorado fueron tan paradisiacas y épicas como lo cuentan los viajeros? ¿Por qué los viajes de los curas españoles en la búsqueda de nuevos fieles en la selva son nobles? ¿Por qué no existen indígenas importantes en ellas? ¿Por qué existe tan poco archivo sobre el periodo amazónico luego de la independencia del Perú? ¿Por qué el ciclo cauchero es un periodo solo bueno o solo malo, de acuerdo a quien lo cuenta o relata? ¿El genocidio del Putumayo debería ser analizado de modo más objetivo? ¿Julio C. Arana es en realidad un canalla o más bien un patriota? ¿Verdaderamente es vital contar la vida de Fernando Lores Tenazoa antes que las gestas de del coronel Emilio Vizcarra, de Cervantes, de Hildebrando Tejedo o del General Merino. ¿Nos seguimos callando, de cara al país, la traición del gobierno de Leguía en lo del tratado Salomón Lozano y seguimos hablando de la toma de Leticia como un “casi casi”? ¿Hablaremos alguna vez con tanta profusión de la década perdida de los cuarenta del siglo XX? ¿Habrá conciencia real de que la hegemonía petrolera también incluyó posteriormente el boom del narcotráfico? ¿Los narcotraficantes se convertirán en héroes y dirigentes inmarcesibles para la historia oficial? ¿Cómo queda lo de octubre de 1998? ¿Cómo una oportunidad para la paz o como una página de oprobio para Loreto? ¿Existirá alguien que crea que el nuevo boom cultural loretano es digno de ser retratado en las polvorientas páginas de los libros que cuentan la cronología de nuestros pueblos? ¿Cuándo será importante explicar la dimensión mística, el universo paralelo-mágico amazónico, las cosmogonías indígenas, la espiritualidad amazónica, la tradición oral o el chamanismo como fuentes de primerísimo nivel? Así, tantas y tantas preguntas más.
Desde mi modesto punto de vista, dos espacios, cercanos y lejanos en el tiempo y la distancia, reproducen los itinerarios del nacimiento y devenir de la Amazonía. Por un lado, el relato puntilloso de la realidad, a través de la experiencia material; y aquél otro, mucho más importante, que engarza los mitológicos territorios en un manto espiritual que forma la tradición más importante de las nuestras pequeñas y particulares historias colectivas. Y eso también habla de integrarnos, a la provincia, a las realidades de los pueblos importantes, al contacto novedoso y desprejuiciado con lo indígena, a la objetividad, aunque no sea necesariamente lo que nos enaltezca, pero al menos nos permita entendernos, reflejarnos y aprender. La historia sirve para encarar el futuro y no para promocionar embustes particulares.
Menuda tarea, pues, les espera a los historiadores y a quienes fungen alegremente de tales, para contarnos la verdadera historia de la Amazonía.
3 comentarios:
Vaya!, hasta que por fín algo muy interesante para los loretanos en tu diario. Comparto muchas de tus reflexiones acerca de la -aún por escribir y mejor entender- historia amazónica loretana, e incluida en ella, capítulo especial en varios volúmenes ciertamente, la de nuestra querida ciudad y capital regional, ello sin desmerecer el importante papel de las demás ciudades y pueblos de Loreto.
En estos tiempos en que la antigua, extensa y desconocida Gobernación y Comandancia General de Maynas del s.XVI es materia de cada vez nuevas investigaciones, (el año pasado el historiador amazonense y, para más señas,sanmarquino, Waldemar Espinoza publicó su "Amazonía del Perú", abarcando hasta la primera mitad del s. XIX; y, anteriormemnte, la española Pilar García Jordán su "La nacionalizacíon de la Amazonía" incidente en la etapa republicana), nuestra historia regional loretana sigue siendo un libro cerrado (para usar una metáfora familiar a nuestra realidad), ajena a nosotros mismos y en gran medida siempre escrita y estudiada por gente de fuera.
Se supone que nuestra historia loretana, la historia de la selva baja, de la Omagua (la región más allá de la "amazonía andina" o la "montaña", como se conocen a los andes orientales), ha enfrentado principalmente la inexistencia de fuentes escritas ancestrales, las limitaciones de las crónicas misioneras coloniales y postcoloniales, la desparramada y casi perdida documentación oficial de los s.XIX y principios del s.XX y, finalmente, la visión etnológica que ha impregnado todo conocimiento de nuestra selva loretana. Sin dejar de mencionar que Loreto no ha producido, hasta la fecha, historiador(es) alguno(s). Aunque hay un enorme esfuerzo concretado en la "Monumenta Amazónica".
Tales condiciones, sumadas al desastre educativo que se vive en Loreto, han servido para que en la historia regional se impongan la ignorancia y las medioverdades fragmentadas, que los políticos locales, viejos y jóvenes, utilizan reiteradmente para alimentar un falso patriotismo en nuestro pueblo y una identidad regional desprovista de su mejor contenido integrador y colectivo.
Mención aparte merece la historia de Iquitos -aunque Iquitos y Loreto forman un dúo indivisible -, cuya fundación, a mi parecer, debería computarse desde sus modestos y precarios orígenes como reducción ö misión de indios(es decir, como poblado, embrión de una gran ciudad de la que no podían ni imaginar que llegaría a ser), bautizada por uno de esos misioneros "reducidores" jesuítas, el cura José Bahamonde, un día del año de gracia de 1740, según constata Waldemar Espinoza. Y lo digo, no porque haya sido un cura (que, para remate, nació en el territorio de la audiencia de Quito), ni por ningunear a Ramón Castilla que la elevó a Puerto Fluvial, ni al decreto de 1897 que le confería la Capitalidad de la Amazonía Peruana, sino simplemente porque las ciudades más antiguas de la selva tienen ese común origen que además está documentado.
Finalmente, sino conocemos la historia de nuestra ciudad (y de Loreto), poco podemos hacer para celebrar (y programar responsablemente) sus aniversarios y fiestas regionales.
Otrosídigo: No comparto tu excesivo regionalismo (o un ataque de neochovinismo xenófobo?), cuando indirectamente te refieres a Francisco Bolognesi Cervantes en relación al Perú y la Guerra del Pacífico, al escribir: "...cuando su héroe mayor es un señor de apellido italiano que perdió una guerra...". Aquí, si no me equivoco, has perdido perspectiva histórica. Bolognesi es tan peruano -aunque haya nacido en Arequipa- como su apellido materno. Y ojo, que quizás fuera pariente de ese capitán Guillermo Cervantes Vásquez, que tanto dió que hablar en Loreto y el Perú de 1921 y años siguientes (a quien mencionas significativamente, y eso que no fue loretano. Remember?) . El padre del coronel era emigrante italiano, pero ello no viene al caso y es irrelevante, ya que ese Perú de fines del s. XIX, estaba colmado de ellos y de todas las razas. Algo similar encontramos en Iquitos a principios del s. XX (y más antes), no?: españoles (de todas las regiones), portugueses, judíos,ingleses, yanquis, chinos, italianos también, para no hablar de emigrantes procedentes de nuestros vecinos sudamericanos, y de los inmigrantes nacionales: moyobambinos, lamistos, riojanos (el polémico Arana), etc.,etc.
Y en cuanto a la guerra que "perdió" Bolognesi (la perdimos todos, en realidad, por culpa de nuestros gobernantes), hay que leer a Basadre, del cual recojo estas frases: "...Bolognesi y los suyos probaron que ni los ejércitos ni los pueblos ni los hombres deben fijarse exclusivamente en la utilidad inmediata o en las consecuencias visibles de sus grandes decisiones. El que muere, si muere donde debe, vence y sirve..." ("Historia de la República del Perú [1822-1933]", Tomo 9, Cap V, pág 82. Ed. 2005, El Comercio.)
Espero no haberme extendido demasiado, pero los temas son interesantísimos.
Saludos
Anónimo loretano.
Nada que ver con el tema del chauvinismo (a mi me parece, como al doctor Johnson, que el "patrioterismo es el último refugio del canalla"). En lo que quería incidir era en que nuestro país ha contribudio constantemente a ensalzar figuras perdedoras,derrotadas. Lo mismo podría decir por ejemplo de aquellos caciques indígenas que prefirieron suicidarse antes quie luchar. Y el asunto del "apellido italiano" era simplemente por cuestiones de reconocimiento del personaje.
Ja, eso de lo "muy interesante" me pareció genial. Buenaaa.
Saludos (y gracias por las lecciones de historia)
Entonces has cometido un error al referirte a FBC, pues el contexto del párrafo no expresa claramente esa idea.
Creo que la vida, las acciones
y la muerte de Bolognesi, Grau y tantos otros héroes nacionales están por encima de la historiografía oficial. Y no pueden considerarse perdedores.
Esperemos que sigas posteando regularmente temas similares a este que nos ocupa. Debe fomentarse el mejor y mayor conocimiento entre los loretanos sobre nuestra petite historia regional.
Anónmo loretano.
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