La primera vez que recibí un ejemplar de El amor en los tiempos del cólera, tenía 14 años. Era 1991 y el calor era una presencia constante en mi ciudad natal. Contemplé con cierta sorpresa el libro de tapa amarilla, editado por Oveja Negra, de Gabriel García Márquez, santo, patrono y mártir de Macondo. Debo señalar, en mi descargo, que no quedé insatisfecho, en lo absoluto. Porque fue el primer puente con una de las obras literarias más creativas, imaginativas y extraordinarias del mundo. Y estaba, definitivamente, ante una obra mayor. Y una historia de amor, la de Florentino Ariza y Fermina Daza, extendida por más de medio siglo, que uno quisiera vivirla con fervor (aunque sólo fuera en sueños).
El amor en los tiempos del cólera
Cargado por cinencuentro
Acabo de salir de ver la adaptación cinematográfica que se ha hecho del libro y no puedo sino expresar mi desazón por un resultado tan desafortunado. El amor en los tiempos del cólera, dirigido por Mike Newell, ante los ojos de un espectador no iniciado en los dominios literarios es un fuego de artificio, una experiencia fallida que se encuentra muy por debajo de lo que García Márquez escribió y concibió en esa fecunda mente. Además, resulta toda una afrenta al sentido común y a la esencia latinoamericana (la cual explicaremos más adelante) que nos releva de una mejor concepción de lo antes citado. Y para un fan del escritor colombiano, éste resulta ser un desastre mayúsculo, sin atenuantes.
Lamentamos que una producción en la que estaba inmiscuido Newell (culpable de la adaptación de Harry Potter y el cáliz de fuego y de quien tenemos buenos recuerdos con Donnie Brasco y Cuatro bodas y un funeral), en la cual se había logrado juntar un respetable reparto principal de actores (la mayoría de ellos de ascendencia latina, familiarizados con el uso del idioma castellano), con un presupuesto de 50 millones de dólares y con un casting técnico más que eficiente, haya logrado tan escuálidos resultados en el producto final.
Porque, además de su ritmo pausado, casi cansino, que nos devuelve en innecesarios (aunque sean breves) instantes al sopor, sus 139 minutos de duración terminan extendiéndose más que cualquier discurso politiquero. Y la obra, que es una obra de amor, pero también un fresco social de su tiempo y su contexto, queda reducida a pinceladas románticas que bien pudieron ser mejor aprovechadas.
Debemos reconocer que el guión era muy complicado, porque adaptar un libro de tal complejidad y con tantas aristas, en la cual, además de los vaivenes de Florentino y Fermina son tan importantes como el uso de la palabra, bella y atinadamente usada por García Márquez, tenía que ser ejemplo de lucidez e inteligencia superiores. Deberíamos, una vez más, referirnos, a la incapacidad de la industria cinematográfica para adaptar con clase a productos literarios de amplia calidad. En el caso de la adaptación de Arturo Ripstein de El coronel no tiene quién le escriba, el resultado (aunque superior a éste último “El amor…”) también dejó más luces que sombras en la mayoría de los espectadores. Ni qué decir de infinidad de novelas brillantes, aplanadas por la opacidad de los guionistas o el capricho de algunos productores.
El amor en los tiempos del cólera
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Acabo de salir de ver la adaptación cinematográfica que se ha hecho del libro y no puedo sino expresar mi desazón por un resultado tan desafortunado. El amor en los tiempos del cólera, dirigido por Mike Newell, ante los ojos de un espectador no iniciado en los dominios literarios es un fuego de artificio, una experiencia fallida que se encuentra muy por debajo de lo que García Márquez escribió y concibió en esa fecunda mente. Además, resulta toda una afrenta al sentido común y a la esencia latinoamericana (la cual explicaremos más adelante) que nos releva de una mejor concepción de lo antes citado. Y para un fan del escritor colombiano, éste resulta ser un desastre mayúsculo, sin atenuantes.
Lamentamos que una producción en la que estaba inmiscuido Newell (culpable de la adaptación de Harry Potter y el cáliz de fuego y de quien tenemos buenos recuerdos con Donnie Brasco y Cuatro bodas y un funeral), en la cual se había logrado juntar un respetable reparto principal de actores (la mayoría de ellos de ascendencia latina, familiarizados con el uso del idioma castellano), con un presupuesto de 50 millones de dólares y con un casting técnico más que eficiente, haya logrado tan escuálidos resultados en el producto final.
Porque, además de su ritmo pausado, casi cansino, que nos devuelve en innecesarios (aunque sean breves) instantes al sopor, sus 139 minutos de duración terminan extendiéndose más que cualquier discurso politiquero. Y la obra, que es una obra de amor, pero también un fresco social de su tiempo y su contexto, queda reducida a pinceladas románticas que bien pudieron ser mejor aprovechadas.
Debemos reconocer que el guión era muy complicado, porque adaptar un libro de tal complejidad y con tantas aristas, en la cual, además de los vaivenes de Florentino y Fermina son tan importantes como el uso de la palabra, bella y atinadamente usada por García Márquez, tenía que ser ejemplo de lucidez e inteligencia superiores. Deberíamos, una vez más, referirnos, a la incapacidad de la industria cinematográfica para adaptar con clase a productos literarios de amplia calidad. En el caso de la adaptación de Arturo Ripstein de El coronel no tiene quién le escriba, el resultado (aunque superior a éste último “El amor…”) también dejó más luces que sombras en la mayoría de los espectadores. Ni qué decir de infinidad de novelas brillantes, aplanadas por la opacidad de los guionistas o el capricho de algunos productores.
Pero hay algo más que naufraga en esta película, y desde mi modesto punto de vista es algo vital para el desarrollo del mismo: el idioma. He señalado que una de las cumbres de la novela es el manejo excepcional del castellano, su dominio triunfal frente a los vaivenes del tiempo. Si algo hay que trasciende la anécdota es la forma cómo se la narra. Todo ello queda desvirtuado o se pierde en gran parte debido a la filmación en inglés. Ya me parece inexplicable que teniendo un reparto de las calidades que se precede, con actores de diverso grado de “latinidad”, acometer esto.
Pero también se siente durante gran parte de duración del filme un acartonamiento en la dirección de actores. El buen registro que logra a menudo Javier Bardem (insuperable en No country for old men de los hermanos Coen) acá apenas se llega a sentir, componiendo un Florentino Ariza que debería figurar entre los niñatos más débiles y ridículos de la historia del cine contemporáneo. No salvan la situación ni John Leguizamo, Benjamin Bratt (¿no había otro doctor Urbino, por todos los cielos?), ni Catalina Sandino, Héctor Elizondo, menos Giovanna Mezoggiorno, a quien el papel de Fermina Daza le queda demasiado grande. Sin embargo, lo más resaltable en este carnaval de despropósitos es el desperdicio registrado con el papel de Fernanda Montenegro, la excepcional actriz brasileña, confinada a un papel menor y una escenificación para el olvido.
Newell, en suma, nos quiere vender situaciones que no ha vivido en absoluto, locaciones amazónicas o tropicales que parecen de utilería, selvas de cartón-piedra (a pesar de que fue rodada en Cartagena de Indias), nos trata de amoldar sentimientos y pasiones que probablemente se hayan revuelto en el amasijo de la gelidez flemática británica y en el racionalismo más hardcore. De refilón, nos quiere hacer tragar esa obsesiva tendencia anglosajona (gringa, en realidad) por aligerar y frivolizar, por “exotizar” todo aquello que de la cultura latina proviene. Si Oprah Winfrey no te nombra en su show como un producto para consumir, como su hispanic book de cabecera, simplemente no existes (y a veces es mejor que ello no suceda, porque, sino, podrías terminar como lo que ha creado Newell).
El amor en los tiempos del cólera fracasa porque parece hecha por un entomólogo en un laboratorio, más preocupado por ubicar los elementos y las figuras marketeras (prueba de ello es el soundtrack, con un par de canciones pegajosas de Shakira, capricho publicitario que opaca al minucioso trabajo sonoro del compositor Antonio Pinto, acaso lo mejor de todo el filme), que en desatar todo el sentimiento y la explosión para hacer de una de las mejores love-stories de todos los tiempos un digno reflejo en el écran.
Sin ello, es como si Gabriel García Márquez hubiera escrito algo totalmente diferente a lo que vemos en la película. Y, lo peor, algo completamente diferente a lo que el corazón y el genio le hubieran dictado. Y una gran historia se hubiera convertido en un paper de resumen para gringos despistados, apto para el consumo más canibalesco.
Pd. Este comentario fue escrito especialmente para la pàgina web Cinencuentro
El amor en los tiempos del cólera fracasa porque parece hecha por un entomólogo en un laboratorio, más preocupado por ubicar los elementos y las figuras marketeras (prueba de ello es el soundtrack, con un par de canciones pegajosas de Shakira, capricho publicitario que opaca al minucioso trabajo sonoro del compositor Antonio Pinto, acaso lo mejor de todo el filme), que en desatar todo el sentimiento y la explosión para hacer de una de las mejores love-stories de todos los tiempos un digno reflejo en el écran.
Sin ello, es como si Gabriel García Márquez hubiera escrito algo totalmente diferente a lo que vemos en la película. Y, lo peor, algo completamente diferente a lo que el corazón y el genio le hubieran dictado. Y una gran historia se hubiera convertido en un paper de resumen para gringos despistados, apto para el consumo más canibalesco.
Pd. Este comentario fue escrito especialmente para la pàgina web Cinencuentro
7 comentarios:
Buenas días.
“El amor en los tiempos del cólera” no es tan mala como se han empeñado en asegurar los críticos cinematográficos. Obviamente, presenta una serie de falencias, entre ellas, la horrosa letra compuesta por Shakira. Instrumentalmente hablando es muy buena, pero la letra solo es una repetición de estribillos simples. El maquillaje es otro punto débil. Fermina Daza nunca envejece, siempre mantiene un cutis lozano, terso. Hasta parece más joven que sus propios hijos cuarentones. Ciertos personajes son estereotipados, muy telenovelezcos. Por ejemplo, don Lorenzo Daza, muy forzada su actuación e imposta la voz para dar un carácter de camorrero.
Pero también es bueno señalar sus virtudes. Hay escenas muy graciosas y la cinta no es cansina, entretiene, divierte. Uno sale de la sala con un esbozo de sonrisa.
Es incorrecto comparar literatura con cine. Son lenguajes disímiles. Creo que existe cierto encono hacia aquellos que se atreven a realizar un filme basado en las obras de García Márquez, pues el universo real-mágico característico de este preclaro autor es imposible graficar en un ecran. Como ya se ha dicho, esta cinta nació muerta.
Gracias
Es correcto lo que dice Nora, no hay que comparar ambos géneros pues son totalmente distintos. De por sí adaptar una obra tan magestuosa como ésta es una labor arriesgadísima, por no decir imposible. Creo q todo cae en la subjetividad del director en cuanto a su interpretación y visibilidad a rasgos generales tanto com particulares. Quien se arriesga a adaptar literatura de esta clase al cine sabe a lo que se arriesga…(y estas son las consecuencias. Y a los lectores: No esperen encontrar en el film su propia proyección de la obra, son dos cosas disímiles, subjetividades y proyecciones diferentes… Finalmente, el tema comercial es otro punto discutible, cosas del propio cine comercial…
Concuerdo con Nora y Oscar que la literatura y el cine son temas disìmiles. Quien se atreva a adaptar un libro tiene que usar un lenguaje bastante particular, complejo, a veces fragmentario y antagònico con el discuros literario. Pero este Amor... fracasa, a mi modo de ver, por intentar jugar anodinamente a la creatividad endeble de un guiòn que se obsesiona por querer ser devoto de la novela de Garcìa Màrquez, pero al mismo tiempo se unge como un nuevo amanecer fìlmico, cuando su ritmo sigue siendo cansino. Y claro, si alguien no quiere tener una comparaciòn con el original, entonces que filme otra pelìcula, porque la acción es inevitable. Ya hemos visto que usalmente filmes basados en grandes libros han tenido resultados desafortunados, pero no siempre pasa eso. Dos casos muy claros han sido Muerte en Venecia, escrita por Tomas Mann y dirigida por Visconti, o Bajo el Volcán, escrita por Malcolm Lowry y dirigida por John Huston. Hay varias más, y casi todas las buenas adpataciones tienen que ver con genios literarios a quienes inspirados guionistas o visionarios cineastas adaptaron para la pantalla grande. Y Mike Newell, ya vemos, no es ni lo uno ni lo otro.
Amor en los tiempos del còlera es Y fracasa por muchas otras cosas, pero sobre todo es indigerible desde este modesta tirnchera porque es un contrabando, un pastiche que abusa de las posibilidades presupuestales para manejar a su antojo el legado latinoamwricano y su esencia. No soy para nada patriotero, pero sì he sentido un enojo visible al empezar a ver una de las obras cumbres de la obra de Garcìa Màrquez reducida a malos maquillajes y locaciones suntuosas. Si la película se llega a ver por ratos con algùn agrado no es por Newell ni por las actuaciones, ni siquiera por Shakira, sino por la gran imaginaciòn del autor de la novela. Asì de simple y lapidario.
una pelÃcula debe ser comentada de acuerdo a lo que es (pues, una pelÃcula), asi esté basada en una obra literaria, una biografÃa o un suceso histórico; y no debe caer -la crÃtica respectiva- en comparaciones.
De acuerdo a lo que dice, “es una pelicula cansinaâ€, es cierto da sueño, por la mala dirección (Pero ‘harry Potter y el Cáliz de fuego’ sà le salió bien) y actuaciones que se van desnivelando conforme avanza. El vestuario y la banda sonora es lo que más se rescata. El maquillaje pésimo, de acuerdo con Nora, más no que el filme nacio muerto, mató las espectativas y ganas que se tenia por ver (porque francamente a mà me entusiasmó mucho apenas vi el trailer), deduciéndola como un fracaso.
En cuando a los soundtrack’s de Shakira ya dije que son bonitas canciones pero sonarÃan mejor en radio, ya que son inoportunas.
LA CONFORMACION DEL FILME,QUEDA TOTALMENTE A UN LADO DE LO QUE EN REALIDAD ES LA NOVELA, SI BIEN REPRODUCE MOMENTOS FUNDAMENTALES SE QUEDA EN EL CAMINO.PREGUNTO EL DIRECTOR LEYO EL LIBRO?PORQUE LORENO DAZA ESTA DESCRIPTO COMO UN OSO, HOMBRACHON DE RESPIRACIÓN MOSTRUOSA, Y ESTA REPRESENTADO POR UN PIGMEO, QUE SE HACE EL MALO, NI HABLAR DEL IDIOMA, CREO QUE GARCIA MARQUEZ SE MERECE UNA NUEVA OPORTUNIDAD, DESPUES QUE ALGUN DIRECTOR INTELIGENTE LEA EL LIBRO, QUE ES IMPERDIBLE.
Tienes razón Silvia, el actor que interpretó a Lorenzo Daza no convenció, incluso algún despistado, podría pensar que era la pareja de su hija. Es más no tenía ningún parecido, ni en raza, ni en expresiones, a su hija adorada.
Es desagradable y no creíble cuando en la mesa trata de explicarle a Fermina porque no puede casarse con el telegrafista. Este personaje, secundario felizmente, hizo agua en la película. Sin embargo pienso que el film es superior, muy bueno
Buenas tardes.
Nora, una de las comentaristas, ha hecho un calco de lo proferido por el conspicuo crítico nacional, Ricardo Bedoya. Él manifestó en su programa dominical que “Love in the time of cholera” era una cinta que había nacido muerta, pues lo expertos cinematográficos iban a tener la imperiosa necesidad de comparar el libro con la cinta. Lo cual, valga la repetición, es incorrecto, pues son medios de comunicación distintos. Mientras el libro te permite explorar la inconmensurable imaginación, la cinta te lo exhibe prácticamente masticaso, pero puede generar, a través de las imágenes, un clima de ternura, tensión, etc.
Sin embargo, la cinta tampoco es uno de los mejores estrenos. Reconozco las escenas graciosas; la cinta para nada es tediosa. Pero hay personajes muy estereotipados, poco creíbles, forzados. Las actuaciones son regulares. El maquillaje estuvo pésimo. La música un desastre ecuménico. El guión repite diálogos exactos de la novela, por tanto, el filme no es tan creativo.
En fin, es una cinta para pasar el rato. No es para nada la gran adaptación cinematográfica de una novela célebre.
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