17 diciembre 2005

EL PREMIO HERRALDE 2005 HABLA SOBRE EL PERU Y LA POLITICA


El escritor Alonso Cueto, autor de la novela La Hora Azul, ganadora del Premio Herralde 2005 y la mejor obra literaria peruana del 2005, brindó una gran entrevista exclusivaa Diego Salazar del portal web español Club Cultura de la FNAC (www.clubcultura.com), donde hace algunas precisiones agudas sobre el país y sus políticos. He aquí extractos del mismo:


¿Por qué utilizar una historia de amor para narrar el dramático episodio de la guerra contra el terrorismo en el Perú reciente?
Mira, yo creo que hay episodios en la vida de las personas que son los que muestran cómo son, esencialmente, los seres humanos, que desencadenan una serie de emociones latentes que sólo aparecen en esos casos. Básicamente tienen que ver con las crisis de revelación interior en los traumas o los hechos inesperados. Entonces, este personaje que va en busca de un pasado desconocido dentro de su familia, que descubre el mal oculto hasta entonces escamoteado en su vida, está realizando, a través de esa de pesquisa detectivesca tras esta mujer, también un viaje interior, hacia el fondo de sí mismo. Una de las ideas asociadas al libro es que muchas de las personas que en una sociedad se sienten separadas unas de las otras en el fondo están unidas a esos sectores, lo mismo ocurre al interior de las familias. Así que Adrián, quien se siente tan separado de su padre, al que considera tosco o grosero, y que también se sienten separado de las clases sociales distintas a la suya, a través de este viaje va descubriendo que se haya mucho más cerca de todo eso de lo que él pensaba. Y en esta historia de amor, la historia de la relación con Miriam, donde repite en cierto modo la historia de su padre, hay una forma de identificación.
Lo curioso es que no es su caso exclusivamente, ni siquiera se puede circunscribir únicamente al panorama de la literatura peruana. En general, la literatura de principios de los noventa, en Latinoamérica y quizá en el resto del mundo, era mucho más optimista, coincide con una época de aparente bonanza económica en los países latinoamericanos, con cierta esperanza por de una vez por todas dejar atrás el subdesarrollo y ello derivó en una narrativa que miraba sobre todo a los conflictos íntimos, a las relaciones interpersonales. Sin embargo, hacia finales de esa década y principios del nuevo siglo, coincidiendo con el crack argentino, con el desenmascaramiento de la dictadura fujimorista en el Perú, etc, vuelve a aparecer lo público, la cuestión política en la literatura…
Yo te diría, además, que las sociedades, ya no sólo los escritores, se han vuelto a interesar en lo política, en el tema del compromiso. Hay un tema que ha resurgido que es la preocupación moral, el factor moral vuelve a calar muy hondo. El tema de la corrupción en América Latina es un tema muy sensible y me parece que las sociedades latinoamericanas no se resignan ya a dictadores, a actores políticos capaces de cualquier cosa. Creo que hoy en día sería imposible que haya una dictadura como la de Somoza, la de Trujillo o la de Rojas Pinilla en América Latina. No sólo por el desarrollo de los medios de comunicación, el periodismo de investigación y otra serie de factores sino por un repudio social.
Pero sí fue posible una dictadura como la de Fujimori…
Así es, pero era una dictadura distinta, que manejaba otros medios. Y aún así tuvo una duración efímera justamente porque creó los instrumentos para su propia desaparición. Esa dictadura controlaba a jueces, periodistas, a través del soborno y los vídeos de esos sobornos, y justamente ese instrumento de control –esos vídeos— supuso el instrumento de su perdición. La tecnología hoy en día se haya en manos de cualquiera, ya no es un elemento cuyo uso detenta exclusivamente el poder.
¿Cómo fue el proceso de investigación para La hora azul?
Hace unos cuatros años, almorzando con Ricardo Uceda, mientras se encontraba investigando para su libro Muerte en el Pentagonito (finalista de la edición 2005 del Ulysses Award, premio al mejor libro-reportaje de investigación), él me contó varias historias de la guerra sucia contra el terrorismo, algunas muy interesantes, pero una de ellas fue la historia de un general que había tenido a una prisionera como conviviente y que posiblemente se había enamorado de ella. Esto ocurrió en el cuartel de Los Cabitos, en Ayacucho, yo para el libro lo trasladé a Huanta. Pero bueno, una noche el general salió y dos oficiales, como la chica era muy guapa, la sacaron y empezaron a beber con ella, en un momento les golpeó la cabeza y se escapó. La chica vino a Lima, trabajó como empleada doméstica, etc. Ricardo había logrado contactar con ella. Esa historia me quedó muy fresca en la memoria durante los días siguientes y en un momento decidí que podía inventar la historia de alguien que años después descubriese estos hechos y que podía ser un abogado hijo de este militar. A través de una serie de averiguaciones con amigos y conocidos, fui a San Juan de Lurigancho, que es una comunidad en Lima donde vive muchos inmigrantes de la sierra, incluso hay un barrio que se llama Huanta Dos, hablé con mucha gente y luego fui a Ayacucho. Hice un poco lo que hace el personaje del libro. Tomé muchas fotos, hablé con gente en Huanta y Ayacucho. Inicialmente, esas fotos iban a aparecer en el libro. Me sirvieron mucho mientras escribía, fotos del cuartel militar, la plaza de armas de ambos lugares, el camino por donde huye Miriam. Me interesaba mucho reproducir visualmente los escenarios, me interesa mucho la literatura de escritores muy visuales como Henry James o Hemingway. Leí mucho sobre esa época y también fue muy importante ir a diario durante un tiempo a la exposición de imágenes y documentos de la Comisión de la Verdad. Llegué a conocer muchos casos, de víctimas y torturadores. Por ejemplo, como sabes hay un método de tortura que consiste en sumergir al prisionero en una tina, pues había un oficial del ejército que era experto en calcular cuánto podía durar cada persona bajo el agua, tan sólo viéndola. O el caso de Georgina Gamboa, una mujer que declaró ante la Comisión de la Verdad que había sido violada por siete sinchis (comando especial del ejército peruano) y que había resultado embarazada, en ese momento, su hija que estaba al lado se enteró que era hija de esas violaciones. U otro chico al que los senderistas le echaron gasolina para que se incinerara a la luz del sol. Historias muy violentas que me impresionaron muchísimo, un poco lo que quise con el libro fue intentar transmitir esa impresión.
Decía minutos atrás que esa quiebra social que fue una de las causas de esa guerra que vivió el Perú durante tantos años, todavía se encontraba ahí y que sigue siendo una constante generadora de tensiones ¿Cómo lo ve hoy en día que el Perú se haya pronto a unas elecciones presidenciales y en que algunos candidatos hacen bandera de esa quiebra y esos resentimientos?
Lo que pasa es que el Perú ha vivido siempre en un estado de fractura social. No es una fractura que surge con la Conquista, es una fractura anterior que podía verse ya en las diferencias y conflictos entre culturas, etnias, anteriores al Imperio Inca. Creo yo que esa tensión, por un lado, ha creado un gran arte. No sé cuáles sean todas las condiciones para la creación artística, pero posiblemente una de ellas sea vivir en ese estado de confrontación con la muerte, con la violencia. Pero lo que es un hecho es que es una sociedad que ha vivido una serie de escisiones y contrastes hasta el día de hoy, aún cuando hoy es un país mucho más integrado de lo que era hace cincuenta años. Por ejemplo, mi madre me contaba que cuando era niña, en el malecón de Barranco había tres filas de personas: los de clase alta caminaban al lado del mar, los de clase media un poco más alejado y los de clases más bajas aún más alejados. O sea que existían unas divisiones culturales, sociales, en los espacios públicos. Situación que aún existen, aunque de diferentes maneras. Pero bueno, esto que es un infierno, que es una situación deplorable, en cierto sentido es un paraíso para un escritor por la cantidad de historias que produce. Por otro lado, en unas elecciones juegan un papel muy importante estas escisiones, estas diferencias, estos resentimientos. El racismo sigue jugando un papel fundamental en nuestra vida política, a pesar de que ha habido cierta mejoría. No sé cuál pueda ser el futuro de todo esto, pero creo que de una u otra manera, con más o menos traumas, ha habido más cambios en relación con este tema en los últimos años que en todos los siglos pasados.
¿Quién cree que gane las elecciones presidenciales del próximo año?
Bueno, las elecciones son como todo en la vida ¿no? No esperemos que gane el mejor sino el menos malo. Los políticos ya no pueden prometerlo todo porque la idea de una utopía ha desaparecido, la población ha perdido la inocencia y nadie le cree al político que está en plan de ofrecerlo todo. Yo creo que va a ganar Lourdes Flores, pero eso depende de ella.
¿Cree que o está realizando wishful thinking?
La verdad es que no tengo ninguna certeza. Hay una idea pública, creo yo, de que las mujeres son seres mucho más morales que los hombres. Y es verdad, creo que esa percepción común de que las mujeres roban menos, mienten menos, tienen mucho más corazón, más que los hombre y no en todos los casos, claro, no está demasiado descaminada. Y creo que lo que más le importa a la gente ahora, en el Perú y buena parte del mundo, es el tema de la honestidad, de la decencia. Por ahí, tiene ella buenas posibilidades. El problema es que una candidaturas como la suya puede tener dificultades en entrar en los sectores populares, andinos, necesitaría más colaboradores que puedan conectar con esa parte del país. El otro tema es la cuestión indígena y lo que puede suponer de apoyo a la candidatura de Ollanta Humala, una eventual victoria de Evo Morales en Bolivia. La política es como el amor ¿no?, la gente quiere alguien nuevo, no quiere repetir, no quiere seguir con la misma persona. El político tiene una relación casi erótica con la gente, el grado de intensidad, el contacto con el pueblo, con los votantes. La gente vota por alguien que se encuentra por encima de ella, no por alguien igual sino por alguien a quien vea por encima de uno mismo pero con quien cree que puede mantener una conversación. Quien logre dar esa imagen, probablemente ganará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

los sinchis...no son comandos del ejercito,pertenecen a la ex-guardia civil....
atte.fernando v.