11 diciembre 2005

CON BAYLY, EN LA FERIA DEL LIBRO


Crónica de la presentación del libro "De repente un ángel" de Jaime Bayly en la Feria del Libro de Miraflores el viernes 9 de diciembre.
Las casualidades reinan en la vida. Había quedado en reunirme con una amiga en el cine, habíamos salido en “plan H” y nos soplamos un blockbuster interesante como El exorcismo de Emily Rose. 20 minutos antes, saliendo del Cinerama Pacífico, jamás hubiera pensado estar dentro de los estertores del monstruo editorial más impactante de la actualidad. Es viernes 9 de diciembre en el corazón de Miraflores. Una pantalla gigante se ha colocado fuera del escenario al que voy a ingresar en un momento.

Y la magia viene gracias a (o por culpa de - ya no sé exactamente) la Cámara Peruana del Libro, quienes han organizado exitosamente la XXVI edición de la Feria del Libro Ricardo Palma, que a no dudarlo es el acontecimiento cultural más importante de esta temporada, con sus inevitables y superable altibajos. En ese sentido, el apacible éxito responde al trabajo de la dirección cultural, encabezada por la diligencia organizativa de la poeta Doris Moromisato y el tino y simpatía de la periodista y escritora Alessandra Tenorio, entre otros.

La Feria del Libro, que ha tenido el acierto de mudarse al Parque Kennedy, ha recibido grandes presencias. Luego de lo de Marco Martos, el homenaje a Paco Bendezú, las presencias siempre simpáticas de Guillermo Giacosa, Mariano Querol, entre otros, también ha tenido el gusto de recibir al Cardenal “charapa” de Antología Esencial, que comentamos el martes 6 de diciembre con César Ferreira ante un gran número de público, que quedó complacido más con las fotos de la visita del Poeta a Iquitos, o el video de los chicos de la Restinga o la erudición crítica de César, antes que por las impertinencias de este irritante y ya-no-tan-flaco servidor .

Pero, vamos, la estrella de la Feria es el tipito que en un momento más entrará por la puerta de emergencia del Auditorio Principal, ante sala llena, medios de comunicación por doquier y un mar de curiosos que cercan el endeble espacio creado con toldos y material prefabricado en el Paseo de los Pintores. La ceremonia la organiza la editorial Planeta, y la entrada es estrictamente con tarjeta de invitación. Hay una verdadera fauna humana, que destaca por su diversidad. Claro, cuando se trata de un fenómeno como Jaime Bayly, la expectativa desborda, literalmente, el lúbrico y colorido parque miraflorino.

Bayly llega para presentar su último libro, De repente un ángel, finalista del Premio Planeta, objeto de una aguda controversia que incluyó la renuncia destemplada de uno de los jurados, el gran Juan Marsé, quien argumentó pobreza literaria en los ganadores. El ex niño terrible ha tomado deportivamente este dardo venenoso y sigue su cantaleta publicitaria con una presencia mediática que francamente apabulla, fruto de sus varios años fungiendo de presentador de televisión.

Y es que Jaime genera noticia, no sólo por su faceta de escritor, sino por todo lo que rodea su areola de pata buena onda y humilde por cálculo. “La humildad es un buen negocio”, enfatiza, y eso lo sabe Jorge “Potrillo” Carrillo, el corresponsal de Pro&Contra que le suelta al invitado de honor saludos afectuosos para la gente de Iquitos. Se agradece, maestro.

En tono solemne y al mismo tiempo irónico, Bayly pasa revista a la historia de Mercedes, la empleada doméstica de un escritor que le pide que ayude a buscar a su madre, que la vendió de muy chiquita y que ahora necesita ubicarla, por una cuestión de melancolía. El apoyo es un oficial de la Policía Nacional, que tiene todos los males de dicha institución, pero al mismo tiempo es muy encantador, el mayor Concha Fina. La historia tiene esa ironía, humor corrosivo que es al mismo tiempo retrato esperpéntico y descarnado de los males sociales y de una ternura que se basa en el desarraigo, en la búsqueda de la calma aparente, en los deseos reconciliados.

Jaime es un tipo que se vuelve grande en el escenario y sabe que se puede conseguir resultados impresionantes con sólo apelar a su verborrea tan encantadora como procaz y mordaz. La más de media hora que se dedica al monólogo (técnica de la comunicación interactiva en la que ya más que maestro) le saca el jugo a varios temas, esos mismos que se vieron en la reveladora entrevista que brindó a César Híldebrandt la noche anterior y los que ahora, “en vivo”, le indica a Magaly Medina.

Porque Bayly no tiene miedo de hablar con humor de varios temas tabúes para algunos tontos útiles de siempre; de su condición bisexual (“la gente debería tirar más en vez de preocuparse por mí y mis hijas, así serían más apacibles y les iría mejor”) su experiencia con las drogas (“he fumado tanta marihuana en mi juventud que aunque ya no lo hago igual creo que he quedado medio volado”), del Opus Dei y la religión (“San José María Escrivá de Balaguer era una loca con sotana la primera vez que lo vi y ahí me dije que los guardianes de la moral siempre son los más hipócritas”), de su negación a la intelectualidad (“los intelectuales siempre me han parecido estreñidos, con caspa y mal olor”) y sus referentes literarios (“he aprendido sobre la realidad nacional más de Homero Simpson, Tongo, Magaly y la Pantera Rosa que de Bryce, Vargas Llosa o Ribeyro”.)

El acabose ocurre cuando menciona a Tongo, impecablemente vestido de blanco brillante y con colita, pues éste, que escuchaba su presentación desde fuera, le lanza un saludo inmediato que se escucha en el auditorio, y decide ingresar con toda su humanidad a cuestas, se trepa a la mesa de honro y lanza un inflamado discurso de agradecimiento a Bayly. Un poco más de emoción, la gente de afuera rompe el cerco de la policía y los organizadores y se aglomera en un tumulto impresionante. Una presentación “intelectual” termina en olor a multitud, mientras, desde mi asiento, río complacido. Jaime sigue siendo tan anti-sistema, a pesar de estar muy bien insertado en él. Le saludo al toque y me lo agradece, de refilón, mientras las cámaras hacen su chamba y 100 personas hacen cola para que el ahora “tío terrible” vestido de impecable Armani les dedique la novela que posiblemente algunos cuantos no vayan a leer, pero exhibirán orgullosos ante sus conocidos.

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