Por: Gino Ceccarelli
En nuestra tierra tenemos el privilegio de tener tal variedad de frutas silvestres y domesticadas que durante todo el año, de acuerdo a la época, podemos disfrutarlas y devorarlas sin caer en el empalagamiento.
Una de las frutas más deliciosas y sensuales que existen es sin duda el caimito. De piel tersa y pulpa dulcísima y pegajosa que los amazónicos desde siempre hemos relacionado con los senos de la mujer. Comerlo es todo un acontecimiento. Hay que abrirlo con suavidad para luego meter los labios en su jugosa vulva (con cierta prisa antes que se oxide) para dejarse llevar por su inconfundible sabor exótico y sensual. Hay de los que prefieren degustarlo con cuchara para evitar que su savia se les pegue en la boca (no saben lo que se pierden).
El zapote, de cáscara recia y pardusca es un manjar digno de los dioses (amazónicos) que al abrirlo, un olor perfumado y único invade nuestros sentidos. Para degustarlo hay que meterse en la boca enormes trozos donde siempre habrá una semilla. Su pulpa de color amarillo-naranja invita a comerlo en las tardes, frente al río, sentado sobre un tronco.
Frente a mi ventana existe un frondoso árbol de pomarrosa donde una gran variedad de aves y mariposas comen sus frutos grandes y maduros provocando la envidia natural de mi paladar. Deben estar deliciosos. Su pulpa algodonada y jugosa a la vez, se deshace en la boca. Pruébenlo en las mañanas después de la ducha y el día se pondrá mejor.
Nuestro pijuayo tienen un tronco que prohíbe acercarse. Bajar un racimo de la palmera es toda una aventura. Existen de casi todos los colores y tamaños. Nuestros paisanos aun no se ponen de acuerdo en cuál es la más deliciosa. Yo prefiero los grandes amarillos acompañados de ají con cocona, sal y una pizca de culantro. Curiosamente a esta fruta hay que cocinarla. Gran alimento y el masato que se hace a partir de él, es sabroso, sobre todo cuando cae la tarde y está lloviendo
Cómo no voy a hablar del aguaje, nuestra fruta bandera. De aspecto extraño, escamoso, brillante, con una semilla que ocupa gran parte de él, de carne aceitosa y un sabor único. Muchos hombres y mujeres de la región son verdaderos angurrientos del aguaje. No pueden pasarse más de dos días sin comerlo. En Iquitos consumimos ¡veinte toneladas diarias! aproximadamente. El helado que se hace es de los mejores del mundo, así como la cremolada y la inconfundible aguajina.
La guaba cuando es muy dulce puede convertirse en una droga. Llega a ser difícil parar de comer (yo mismo tuve un gran empacho alguna vez). Esta fruta larga que puede llegar a medir hasta un metro y medio. El shimbillo trae sus semillas en forma paralela, de sabor parecido y no se ve mucho últimamente en los mercados. El casho de sabor dulce y ligeramente astringente hay que comerlo cuando está bien maduro sino puede resultar "patco" al paladar.
Casi ya no se ven charichuelos, el de cáscara suave. Cuando niño gané una competencia, llegué a comer sesenta y trés. Así como el limón chino, tan ácido que se te paran los pelos. Antes las mujeres embarazadas comían con sal hasta que se les partía la lengua.
Los uvos de sabor penetrante y sensual, la uvilla hay que disfrutarla comiendo despacio, al ungurahui se le degusta mejor en refresco, sobre todo cuando adquiere color del chocolate. Nuestras piñas y sandías regionales son las más jugosas del mundo, la yarina de aspecto feo y sabor agradable que necesita machete para encontrar su vulva, el parinari más empalagoso que el mango, la chambira, coco minúsculo que también necesita machete, el humarí que se come como mantequilla, la taperiba que nos descubre una semilla agresiva, el huito de sabor agridulce, medicinal que cuando está macerado es casi un perfume.
El sachamango, el tumbo, la guayaba, la carambola, la mullaca, el huasaí, el maracuyá, el lechehuayo y tantas otras frutas más que existen en nuestra región consituyen un patrimonio de sabores de los que todos deberíamos estar orgullosos. Un festival de frescura a degustar todos los días del año.
En nuestra tierra tenemos el privilegio de tener tal variedad de frutas silvestres y domesticadas que durante todo el año, de acuerdo a la época, podemos disfrutarlas y devorarlas sin caer en el empalagamiento.
Una de las frutas más deliciosas y sensuales que existen es sin duda el caimito. De piel tersa y pulpa dulcísima y pegajosa que los amazónicos desde siempre hemos relacionado con los senos de la mujer. Comerlo es todo un acontecimiento. Hay que abrirlo con suavidad para luego meter los labios en su jugosa vulva (con cierta prisa antes que se oxide) para dejarse llevar por su inconfundible sabor exótico y sensual. Hay de los que prefieren degustarlo con cuchara para evitar que su savia se les pegue en la boca (no saben lo que se pierden).
El zapote, de cáscara recia y pardusca es un manjar digno de los dioses (amazónicos) que al abrirlo, un olor perfumado y único invade nuestros sentidos. Para degustarlo hay que meterse en la boca enormes trozos donde siempre habrá una semilla. Su pulpa de color amarillo-naranja invita a comerlo en las tardes, frente al río, sentado sobre un tronco.
Frente a mi ventana existe un frondoso árbol de pomarrosa donde una gran variedad de aves y mariposas comen sus frutos grandes y maduros provocando la envidia natural de mi paladar. Deben estar deliciosos. Su pulpa algodonada y jugosa a la vez, se deshace en la boca. Pruébenlo en las mañanas después de la ducha y el día se pondrá mejor.
Nuestro pijuayo tienen un tronco que prohíbe acercarse. Bajar un racimo de la palmera es toda una aventura. Existen de casi todos los colores y tamaños. Nuestros paisanos aun no se ponen de acuerdo en cuál es la más deliciosa. Yo prefiero los grandes amarillos acompañados de ají con cocona, sal y una pizca de culantro. Curiosamente a esta fruta hay que cocinarla. Gran alimento y el masato que se hace a partir de él, es sabroso, sobre todo cuando cae la tarde y está lloviendo
Cómo no voy a hablar del aguaje, nuestra fruta bandera. De aspecto extraño, escamoso, brillante, con una semilla que ocupa gran parte de él, de carne aceitosa y un sabor único. Muchos hombres y mujeres de la región son verdaderos angurrientos del aguaje. No pueden pasarse más de dos días sin comerlo. En Iquitos consumimos ¡veinte toneladas diarias! aproximadamente. El helado que se hace es de los mejores del mundo, así como la cremolada y la inconfundible aguajina.
La guaba cuando es muy dulce puede convertirse en una droga. Llega a ser difícil parar de comer (yo mismo tuve un gran empacho alguna vez). Esta fruta larga que puede llegar a medir hasta un metro y medio. El shimbillo trae sus semillas en forma paralela, de sabor parecido y no se ve mucho últimamente en los mercados. El casho de sabor dulce y ligeramente astringente hay que comerlo cuando está bien maduro sino puede resultar "patco" al paladar.
Casi ya no se ven charichuelos, el de cáscara suave. Cuando niño gané una competencia, llegué a comer sesenta y trés. Así como el limón chino, tan ácido que se te paran los pelos. Antes las mujeres embarazadas comían con sal hasta que se les partía la lengua.
Los uvos de sabor penetrante y sensual, la uvilla hay que disfrutarla comiendo despacio, al ungurahui se le degusta mejor en refresco, sobre todo cuando adquiere color del chocolate. Nuestras piñas y sandías regionales son las más jugosas del mundo, la yarina de aspecto feo y sabor agradable que necesita machete para encontrar su vulva, el parinari más empalagoso que el mango, la chambira, coco minúsculo que también necesita machete, el humarí que se come como mantequilla, la taperiba que nos descubre una semilla agresiva, el huito de sabor agridulce, medicinal que cuando está macerado es casi un perfume.
El sachamango, el tumbo, la guayaba, la carambola, la mullaca, el huasaí, el maracuyá, el lechehuayo y tantas otras frutas más que existen en nuestra región consituyen un patrimonio de sabores de los que todos deberíamos estar orgullosos. Un festival de frescura a degustar todos los días del año.
7 comentarios:
No pues, Gino; éso no se le hace a la gente cuasi decente. ¿De dónde voy a sacar siquiera uno de esos frutitos para menguar la añoranza del paladar ahora?
¡I am homesick!
Te faltó la femenina y sensual... "COCONA"
Espero que no me acusen de sexista por haberme olvidado de la bendita Cocona...
Pues sí, lo lamento, la cocona es deliciosa en todas sus formas,tamaños y sabores...
Paisano: Verdaderamente las frutas de la Selva, no tienen igual en el mundo.
Y los peruanos que bien las preparan, el otro día encontre en Pueblo Libre-Lima-Perú. Una Heladería Guayos que tenia Helados de Aguaje, Helados de CamuCamu Helado de Mullaca, Helado de Taperiva y no se que otros Guayos más, todo cañon... la Dirección por siaca es Av. Clement 1290 Pueblo Libre- Telf:4612678
Hasta pronto defendamos lo nuestro, que vivan los emprendedores.
Manuel Aguirre
Muy atinado tu comentario acerca de la Mullaca o AGUAYMANTO (Physalis peruviana),es una bendición de Dios, se le conoce como la cereza peruana, es un orgullo nacional, se consume en helado, en mermelada, deshidradtado (como pasa) pasteles, crudo, etc.
Apenas pase por Lima, voy a visitar esa Heladería Guayos, por que esos negocios de emprendedores sin los que necesita nuestro país para progresar.
Conocido también como "la cereza del Perú", este frutal de origen andino fue redescubierto después de 500 años de estar en el olvido. Fue parte de la dieta de los Inca, pero su antigüedad es mayor.
El aguaymanto es una Solanácea pariente de la papa, tomate, ají y rocoto. Es un fruto con gran potencial económico, que crece en la costa, sierra y selva del Perú, produciendo hasta 30 t/ha.
Sus frutos miden 1 cm de diámetro y están envueltos por finas láminas. Con ellos se preparan mermeladas, jugos, helados, yogures, tortas y finos dulces para la repostería.
El aguaymanto es una excelente fuente de vitaminas A y C, proteínas, fósforo y complejo vitamínico B.
Vivan los Helados Guayos
Amigos de Iquitos les paso un video de Helados de la Selva (Homenaje justo a nuestra Selva).
http://www.youtube.com/watch?v=xDLUxck_kEY
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