Sábado; 2 p.m. Cajas de cerveza van y vienen, diestramente conducidas por bebedores de campeonato como los ex agustinos. Huelo parrillada y juanes, además de salsita picante de cocona, preparados por las jóvenes señoras y señoritas madres, esposas, novias, trampas y demás especies vinculadas a la nueva prole. La música bailable, a todo volumen, nos pone sabrosos. Algunos niños - hijos de los antiguos niños - revolotean en el patio de juegos. Las promociones y sus integrantes se reúnen lentamente de acuerdo al año en que terminaron, su espacio, su fortín, su trinchera. Conversan de muchas cosas, se ponen al día sobre sus miserias y grandezas (muchas más las primeras), exhalan una sensación de alegría y nostalgia que se hace más intensa, sudorosa, amodorrante. No a todos les ha ido bien en esa carrera despiadada en procura de lo que se llama éxito. Dime, nene, lo que vas a ser cuando seas grande. Ninguno es estrella del rock n’ roll, menos presidente de la nación (aunque algunos suertudos tienen negocio propio y de vez en cuando salen retratados en los periódicos). Un grupito, macerado por la euforia, menta a Silvino con emoción y hasta cacha, mi Padrino era lo máximo, cho’.
Claro, Silvino Treceño Ríos. El periodista. El sacerdote. El fan de Ferenc Puskas y la selección húngara del mundial de fútbol Suiza 1954. El que levantó la Copa Perú. Mi padrino.
Lo recuerdo en el Mundialito (semillero de grandes jugadores y también purgatorio donde algunos prematura – y afortunadamente- optaron por dedicarse al Derecho). Tendría 5 años, pero quemaba neuronas tratando de descifrar el misterio que envolvía al menudo personaje que iba de un lado a otro, dando amicales coscorrones a sus discípulos. De una especie de respeto exótico pasé a profesarle especial deferencia. En cuarto año de secundaria le tocó ser mi tutor. Las dudas asaltaron otra vez mi mente; otra vez quemé neuronas tratando de conocerlo y entenderlo. Era cascarrabias e ilustrado, tenía un sentido del humor interesante y una memoria envidiable; coleccionaba infinidad de llaveros, polos con su cara impresa, polos con las caras impresas de otros, fotografías, casetes y discos, grabaciones personales, libros, recortes y papeles que guardaba durante mas de medio siglo en su húmeda y rancia habitación. Y era un buen tipo, entusiasta como ninguno. Alguna vez, en lo más extravagante de mi compromiso católico, y ante la inminencia de la tradicional Confirmación, le pedí que fuera mi padrino. El viejo aceptó divertido, tratando de controlar esa ronquera característica de los años finales. Y me regaló un dije, un polo con su cacharro impreso y una pelota de fútbol.
Era una costumbre escucharlo en “Pórtico Deportivo” - el más importante programa deportivo radial de todos los tiempos - y admirarme de su magnífica forma de explicar los partidos del CNI, de sus precisos consejos tácticos, o de emoción cuando se refería a Hungaritos o al Ex Alumnos, dos de sus mayores orgullos peloteros. Siempre me gustó el teatro y ahí estaba Silvino formando a los futuros artistas o cantantes locales. Cualquier actividad era espléndida oportunidad para vernos en acción, fungiendo de expertos en dotes histriónicas y habilidades canoras. Se colocaba detrás del escenario, rabiándose, gritando, tratando de alcanzar la utópica perfección de un grupo de inmaduros, en compañía de la infaltable y casi legendaria grabadora portátil que más de un ahijado ha cargado.
Murió de viejito, el 2000, rodeado de todos sus amigos y conocidos, con una grabación antigua de los Aguiluchos sonando incesantemente en su equipo portátil y la Copa Perú que el Hungaritos Agustinos logró ganar alguna noche inolvidable para cualquier chibolo pelotero de mi época enfrente suyo, reluciente, imponente, agradecida. Aquel día - claro que sí -; 17 de diciembre de 1985. Aquella noche en que la máquina dirigida por Henry Perales y capitaneada por Calvo/Candelita le metió una goleada de 4 a 0 al Tejidos La Unión, en pleno Estadio Nacional. Aquella noche, vísperas de Navidad, en que la región se vistió de júbilo, orgullo y auténtica dignidad. La noche más feliz que recuerden los iquiteños de mi generación.
Y todos se pierden en el recuerdo, mientras la música suena alegremente, entonada por la deliciosa y súper femenina voz de Bettina Alván…
Foto: Blog Promoción 1993 San Agustín de IQT
Claro, Silvino Treceño Ríos. El periodista. El sacerdote. El fan de Ferenc Puskas y la selección húngara del mundial de fútbol Suiza 1954. El que levantó la Copa Perú. Mi padrino.
Lo recuerdo en el Mundialito (semillero de grandes jugadores y también purgatorio donde algunos prematura – y afortunadamente- optaron por dedicarse al Derecho). Tendría 5 años, pero quemaba neuronas tratando de descifrar el misterio que envolvía al menudo personaje que iba de un lado a otro, dando amicales coscorrones a sus discípulos. De una especie de respeto exótico pasé a profesarle especial deferencia. En cuarto año de secundaria le tocó ser mi tutor. Las dudas asaltaron otra vez mi mente; otra vez quemé neuronas tratando de conocerlo y entenderlo. Era cascarrabias e ilustrado, tenía un sentido del humor interesante y una memoria envidiable; coleccionaba infinidad de llaveros, polos con su cara impresa, polos con las caras impresas de otros, fotografías, casetes y discos, grabaciones personales, libros, recortes y papeles que guardaba durante mas de medio siglo en su húmeda y rancia habitación. Y era un buen tipo, entusiasta como ninguno. Alguna vez, en lo más extravagante de mi compromiso católico, y ante la inminencia de la tradicional Confirmación, le pedí que fuera mi padrino. El viejo aceptó divertido, tratando de controlar esa ronquera característica de los años finales. Y me regaló un dije, un polo con su cacharro impreso y una pelota de fútbol.
Era una costumbre escucharlo en “Pórtico Deportivo” - el más importante programa deportivo radial de todos los tiempos - y admirarme de su magnífica forma de explicar los partidos del CNI, de sus precisos consejos tácticos, o de emoción cuando se refería a Hungaritos o al Ex Alumnos, dos de sus mayores orgullos peloteros. Siempre me gustó el teatro y ahí estaba Silvino formando a los futuros artistas o cantantes locales. Cualquier actividad era espléndida oportunidad para vernos en acción, fungiendo de expertos en dotes histriónicas y habilidades canoras. Se colocaba detrás del escenario, rabiándose, gritando, tratando de alcanzar la utópica perfección de un grupo de inmaduros, en compañía de la infaltable y casi legendaria grabadora portátil que más de un ahijado ha cargado.
Murió de viejito, el 2000, rodeado de todos sus amigos y conocidos, con una grabación antigua de los Aguiluchos sonando incesantemente en su equipo portátil y la Copa Perú que el Hungaritos Agustinos logró ganar alguna noche inolvidable para cualquier chibolo pelotero de mi época enfrente suyo, reluciente, imponente, agradecida. Aquel día - claro que sí -; 17 de diciembre de 1985. Aquella noche en que la máquina dirigida por Henry Perales y capitaneada por Calvo/Candelita le metió una goleada de 4 a 0 al Tejidos La Unión, en pleno Estadio Nacional. Aquella noche, vísperas de Navidad, en que la región se vistió de júbilo, orgullo y auténtica dignidad. La noche más feliz que recuerden los iquiteños de mi generación.
Y todos se pierden en el recuerdo, mientras la música suena alegremente, entonada por la deliciosa y súper femenina voz de Bettina Alván…
Foto: Blog Promoción 1993 San Agustín de IQT
11 comentarios:
que linda historia, pero ya deja de estar emborrachandote de esa forma
No; nunca tanto, reunión de promo, nada más.
Además, creo que el espíritu y el recuerdo de Silvino Treceño Ríos bien merece un homenaje, de cualquier modo posible.
Para muchos un ejemplo y para otros no, solo les digo para los que no, el fue un ser humano con virtudes y defectos.
El recuerdo de Silvino ha marcado una época para las generaciones que pudimos compartir con él y disfrutar de su amistad y de sus enseñanzas.
Un saludo a su memoria.
Para todos los agustinos de nuestra Generación la combinación Silvino, Alonso, Rodríguez de Lucas, junto con el recordadísimo “Gamboa” (alguien sabe su nombre real), y tantos otros personajes, que contribuyeron de alguna manera a nuestra formación, nos trae un recuerdo generoso de nuestras queridas aulas.
Sin embargo, considero que las reuniones de promo bien hubieran podido servir para una crónica individual, por que más que las miserias o grandezas, es el hecho de reencontrarte con amigos con quienes has compartido once o mas años de vida, en las aulas agustinianas.
Saludos Promoción XXXV
Juan José
creo que te equivocaste la fecha en que muri’o, el padre silvino murio en noviembre del 2000, ,,,,, asi que averigua bien antes de publicar esto
Absolutamente cierto, fue un error de tipeo, que recién me he constatado que existe.
Murio en realidad a finales de noviembre del 2000, cuando ya había caído el Chino y había asumido la presidencia Valentín Paniagua, quien acaba de cumplir un año de su fallecimiento.
Hecha la aclaración. gracias Joanna.
Reunión de promo??? Qué raro… Ibas?? :)
Ja, a veces, a veces, promoción...
Pero la última reu,además de promo, fue de exalumnos agustinos. Y ahí estuvieron todos los que debían estar.
Saludos y ojalá pronto coincidamos en alguna cantata, a lo mejor el retorno de Os Templarios
Saludos
Felicitaciones muy buena nota, aunque creo que cualquier homenaje al Padre Silvino quedara corto, ya que el fue un ser humano espectacular, español de nacimiento pero iquiteño de corazon incluso mas que cualquiera de nosotros, siempre sera recordado, gracias a Dios tuve la oportunidad de llevarlo hasta su ultima morada. lo acompañe y llore junto a muchos compañeros, Silvinito siempre estaras en nuestros corazones, mil gracias por todo!!!
hola paco un gusto saludarte es la primera vez que escribo a alguien para que por intermedio llegue a comentar que como el padre silvino treceño no hay otro picante humorista sarcastico serio y muy vivencial. me acuerdo que antes del partido con ex alumnos agustinos por la liga local ( yo jugaba al CNI) el me dijo antes de salitr a la cancha ¡ PEREYRA¡ ¡ PEREYRA¡ ¡ALLI TENEIS A ALVAREZ COMO PORTERO¡ SI METEIS UN GOL TE OY BECA PARA QUE ESTUDIES EN EL SAN AGUSTIN….METI 2 GOLES Y HASTA AHORA LE ESTOY ESPERANDO..( ESTABA 5TO DE MEDIA EN LA GUE MORB.
QUE DESCANSES EN PAZ AMIGO SILVINO
Hola Paco,
Soy un loretano mas al quien extranos designios del destino trajeron a la Federacion Rusa. Muchas gracias por la semblanza del padre Silvino a quien tuve el honor de tener como proferor de Historia Universal, en el ‘San Agustin’ de Iquitos. Si, yo tambien lo recuerdo con mucho carino.
Descansa en Paz Silvino!!
Rigoberto Ramirez, engrrr@hotmail.com
Publicar un comentario