1.- El documental Los árboles tienen madre, dirigido por el escritor y realizador colombiano Juan Carlos Galeano, narra en 71 minutos la búsqueda constante de la realidad, pero al mismo tiempo el fabuloso desencuentro del mito con la cotidianidad. Hay una escena particularmente notable. La cámara se mantiene estática. Frente a ella, aparecen dos personas: Una mujer, de edad adulta, claramente estropeada por la angustia y la vida, mira al suelo. A su lado, un hombre mayor, en pantalones cortos, fuma un mapacho. Ambos están sentados, sobre una mecedora. El hombre es un brujo chamán, que indaga dentro de lo intangible y el extramundo por la suerte del hijo de la mujer, extraviado y sin paradero fijo. Algunos creen que se lo ha llevado el chullachaqui. Otros creen que los yacurunas se lo han captado para sus fines y se los han llevado hacia las profundidades de los ríos. El hombre dice que el chico está bien, en otra vida, junto a personajes extraordinarios. La madre no sabe qué decir. Inmediatamente, planos generosos del Pasaje Paquito, la feria ambulante de pócimas para el amor y productos afrodisiacos más famosa de la Amazonía, encierran un nuevo mundo que poco a poco se va descubriendo, se va entendiendo, se va queriendo (pero, quizás, muy en el fondo se respeta con reverencia y algo de temor).
2.- Christian Bendayán no solo ha sabido captar parte del universo y la cosmovisión popular amazónica a través de sus cuadros, sino también ha incursionado en el mundo audiovisual, retratando personajes que tienen una historia, que tienen una mirada, que tienen una agenda en su cabeza. No son seres perfectos y tampoco son Miss Simpatía (¡cómo si importara eso a estas alturas del partido!), pero representan la cara más intensa, berraca y sincera del arte y la personalidad iquiteña. Bendayán, cinéfilo irremediable, ha dirigido dos cortos documentales que valen como cara y sello de su obra: Los tigres del pincel, donde Lewis Sakiray, Piero y Lu.Cu.Ma, artistas de la calle, de letreros y pintas callejeras, se muestran en todo su esplendor (escaras, tajos, dientes ausentes) y toman posición sobre la pintura (con colores que te golpean en el rostro) y, Altar, donde César, un chico que de día es estudiante de Bellas Artes de la ciudad y de noche es una mariposa travesti, que sale a divertirse con sus amigas (la escena en El Refugio, donde las chicas bailan Blind de Hercules & Love Affair es simplemente impagable), pero, muy en el fondo, busca volver a recibir el cariño de su madre y su consentimiento afectivo. Calles iquiteñas, gente jugando vóley en la esquina de sus barrios, bares fosforescentes, mujeres exóticas y hombres irredentos, música tropical. El mundo de Bendayán, en nuevo formato.
3.- Dentro de la variada gama de cortometrajes que se han realizado en Iquitos en estos tiempos figura, Aún nos queda media vida, producido para un curso de video de la UPI. Aunque el producto, dirigido por Ramiro Pollack, a pesar de su esfuerzo (y el de todos los muchachos que hicieron posible esto, en especial de su productor Paulo Bicerra), haya logrado solo un resultado contradictorio, sin embargo tiene imágenes de Iquitos que la hacen especial: una toma constante en el bar Níkoro (que posiblemente sea uno de los locales nocturnos más especiales de la ciudad) y una imagen de acción en el jirón Próspero, en medio de la nada, que le dan aire de novedad y validez a un producto que posiblemente en el futuro vaya tomando más fuerza y calidad. Eso quiero creer.
4.- Los cortometrajes de La Restinga siempre me han generado sensaciones encontradas. Sin duda, los editores del taller Kino Iquitos, Leo Ramírez y Fabricio Linares, son de lo mejor que existe en la ciudad. Y fueron ellos quienes tuvieron participación en el primer – imperfecto – corto que produje, allá el 2005, con el apoyo de los chicos del taller de periodismo escolar que contribuí a fundar, titulado Cardenal: historia de amor en el cosmos. Allí recuerdo un largo plano secuencia que pasaba del Boulevard, en la noche, a un travelling alrededor del cuartel Vargas Guerra, mientras Luz Casal cantaba Un año de amor (demasiado power, para mí) Nuevos productos, dirigidos por Puchín y otros, se han estrenado, siempre bajo la atenta mirada de Leo y Fabricio, además del concurso de nuevos entusiastas y talentosos jóvenes como Keylita Silvano y Luis Chumbe. Prueba de ellos son los Chikometrajes, además de particulares exhibiciones como Mi isla La Restinga y Lo que llevó dentro de mí. Pura urbe.
5.- Aún nadie la ha visto, pero igual, todos tenemos interés por volver a ver la imagen idílica y cauchera de El lugar donde estuvo el paraíso, basada en la novela homónima de Carlos Franz, que se rodó a principios del 2001 en Iquitos y tuvo como protagonista principal a Federico Luppi. Aunque todos han dicho que es mala, una cosa es que te la hayan dicho y otra, muy distinta, sentirla desde el terreno de la arbitrariedad, desde los espacios que has vivido, desde las plazas que conducen a tu casa. Digamos, de una manera, por más que sea una mala cinta, cuando hablan de tu ciudad, siempre tendrá algo que tendrá validez. Y eso no es patrioterismo o chauvinismo o sentimentalismo. Eso se llama afecto, por todo lo que alude a ese sitio que tanto fuego te produce.
6.- Fuego te produce, también, la ciudad, captada desde el aire, las casa con las calaminas oxidadas, el Amazonas al lado, la Iglesia Matriz serena, el sol del mediodía. Fuego, te produce también mirar la procesión del Niño Jesús de la Caja y la música especial, sacra, operática, sinfónica y deslumbrante que precede a la noche repleta de lucecitas sobre el Mercado Belén. Fuego, finalmente, te produce mirar a todos los personajes a quienes la sociedad de uno u otro modo dejaría de lado, triunfando en un canto coral, al ritmo del grupo Explosión. Eso, y mucho más, mucho más sabor, color, alegría y revelación, será el documental Amazónico Soy, dirigido por José María “Chema” Salcedo y producido por Jaime Vásquez, a ser estrenado el 11 de setiembre en el Multicines Star de nuestra ciudad, con ocasión de la V Semana del Libro organizada por Tierra Nueva. El rostro de Iquitos, mostrado por sus propios habitantes. Una imagen audiovisual indeleble en nuestra memoria.
Link: Un puñado de imágenes para Iquitos (I)
2.- Christian Bendayán no solo ha sabido captar parte del universo y la cosmovisión popular amazónica a través de sus cuadros, sino también ha incursionado en el mundo audiovisual, retratando personajes que tienen una historia, que tienen una mirada, que tienen una agenda en su cabeza. No son seres perfectos y tampoco son Miss Simpatía (¡cómo si importara eso a estas alturas del partido!), pero representan la cara más intensa, berraca y sincera del arte y la personalidad iquiteña. Bendayán, cinéfilo irremediable, ha dirigido dos cortos documentales que valen como cara y sello de su obra: Los tigres del pincel, donde Lewis Sakiray, Piero y Lu.Cu.Ma, artistas de la calle, de letreros y pintas callejeras, se muestran en todo su esplendor (escaras, tajos, dientes ausentes) y toman posición sobre la pintura (con colores que te golpean en el rostro) y, Altar, donde César, un chico que de día es estudiante de Bellas Artes de la ciudad y de noche es una mariposa travesti, que sale a divertirse con sus amigas (la escena en El Refugio, donde las chicas bailan Blind de Hercules & Love Affair es simplemente impagable), pero, muy en el fondo, busca volver a recibir el cariño de su madre y su consentimiento afectivo. Calles iquiteñas, gente jugando vóley en la esquina de sus barrios, bares fosforescentes, mujeres exóticas y hombres irredentos, música tropical. El mundo de Bendayán, en nuevo formato.
3.- Dentro de la variada gama de cortometrajes que se han realizado en Iquitos en estos tiempos figura, Aún nos queda media vida, producido para un curso de video de la UPI. Aunque el producto, dirigido por Ramiro Pollack, a pesar de su esfuerzo (y el de todos los muchachos que hicieron posible esto, en especial de su productor Paulo Bicerra), haya logrado solo un resultado contradictorio, sin embargo tiene imágenes de Iquitos que la hacen especial: una toma constante en el bar Níkoro (que posiblemente sea uno de los locales nocturnos más especiales de la ciudad) y una imagen de acción en el jirón Próspero, en medio de la nada, que le dan aire de novedad y validez a un producto que posiblemente en el futuro vaya tomando más fuerza y calidad. Eso quiero creer.
4.- Los cortometrajes de La Restinga siempre me han generado sensaciones encontradas. Sin duda, los editores del taller Kino Iquitos, Leo Ramírez y Fabricio Linares, son de lo mejor que existe en la ciudad. Y fueron ellos quienes tuvieron participación en el primer – imperfecto – corto que produje, allá el 2005, con el apoyo de los chicos del taller de periodismo escolar que contribuí a fundar, titulado Cardenal: historia de amor en el cosmos. Allí recuerdo un largo plano secuencia que pasaba del Boulevard, en la noche, a un travelling alrededor del cuartel Vargas Guerra, mientras Luz Casal cantaba Un año de amor (demasiado power, para mí) Nuevos productos, dirigidos por Puchín y otros, se han estrenado, siempre bajo la atenta mirada de Leo y Fabricio, además del concurso de nuevos entusiastas y talentosos jóvenes como Keylita Silvano y Luis Chumbe. Prueba de ellos son los Chikometrajes, además de particulares exhibiciones como Mi isla La Restinga y Lo que llevó dentro de mí. Pura urbe.
5.- Aún nadie la ha visto, pero igual, todos tenemos interés por volver a ver la imagen idílica y cauchera de El lugar donde estuvo el paraíso, basada en la novela homónima de Carlos Franz, que se rodó a principios del 2001 en Iquitos y tuvo como protagonista principal a Federico Luppi. Aunque todos han dicho que es mala, una cosa es que te la hayan dicho y otra, muy distinta, sentirla desde el terreno de la arbitrariedad, desde los espacios que has vivido, desde las plazas que conducen a tu casa. Digamos, de una manera, por más que sea una mala cinta, cuando hablan de tu ciudad, siempre tendrá algo que tendrá validez. Y eso no es patrioterismo o chauvinismo o sentimentalismo. Eso se llama afecto, por todo lo que alude a ese sitio que tanto fuego te produce.
6.- Fuego te produce, también, la ciudad, captada desde el aire, las casa con las calaminas oxidadas, el Amazonas al lado, la Iglesia Matriz serena, el sol del mediodía. Fuego, te produce también mirar la procesión del Niño Jesús de la Caja y la música especial, sacra, operática, sinfónica y deslumbrante que precede a la noche repleta de lucecitas sobre el Mercado Belén. Fuego, finalmente, te produce mirar a todos los personajes a quienes la sociedad de uno u otro modo dejaría de lado, triunfando en un canto coral, al ritmo del grupo Explosión. Eso, y mucho más, mucho más sabor, color, alegría y revelación, será el documental Amazónico Soy, dirigido por José María “Chema” Salcedo y producido por Jaime Vásquez, a ser estrenado el 11 de setiembre en el Multicines Star de nuestra ciudad, con ocasión de la V Semana del Libro organizada por Tierra Nueva. El rostro de Iquitos, mostrado por sus propios habitantes. Una imagen audiovisual indeleble en nuestra memoria.
Link: Un puñado de imágenes para Iquitos (I)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario