Alrededor de una larga mesa de cedro barnizado del salón de conferencias de la Quinta Región Militar, el Comité para la Paz y el Desarrollo decidió asumir el costo político de los acontecimientos. Cada uno de portaba sobre sus carpetas, en organizadores naranjas y con el sello rojo de CLASIFICADO asomando a través de aquél pedazo de cartón labrado con manía burocrática, los reportes de las actividades de una célula subversiva que había adquirido protagonismo extremo en el último mes. Había una extraña sensación de pesadumbre que había hecho presa de los estrategas del Sistema.
El Alcalde miró el objeto resplandeciente que tenía frente a él. Canoso, de nariz aguileña y mirada cansina, se sacó por un breve instante los anteojos bifocales de marco dorado y hurgó cada uno de los movimientos del batallón de soldados que colocaban las vallas necesarias para armar la mole de acero que resguardara el Palacio Edil de los ataques sorpresivos. Aún esperaba noticias del Comando Conjunto. Las primeras señales de la noche se escucharon a través de lentas, broncas y graves campanadas emitidas por la Iglesia Matriz. Alrededor, un grupo de francotiradores, rodeaban la sede del Vicariato de San León del Amazonas. Levemente se persignó y dio una plegaria por la salud de Monseñor Gómez de la Torre.
Encendió la televisión. Vio la última emisión de El Iquitense con la presunta huelga de las prostitutas llevándose a cabo en las afueras del Concejo Edil. Aunque no le hubiera gustado pasar una noticia que desde todo punto de vista le parecía inmoral, supo que debía ser mostrado, expresado, demencialmente publicitado para ir generando psicosociales, tal como le había sugerido el Senador Pinasco. Debía darse la idea de que el caos en realidad era tan sólo un desorden humorístico, propio de las celebraciones del nuevo tiempo que llegaba al mundo.
La Ordenanza, aprobada por unanimidad en la última sesión de Concejo Edil, con el apoyo de todos los regidores y la redacción del “Gancho” Fernández, asesor principal, no admitía dudas. Era necesaria la incautación de todo material que pudiera considerarse subversivo, la detención discrecional de todo aquel que se considerara sospechoso. Además, un toque de queda, en coordinación con la Prefectura, el gobierno central y las Fuerzas Armadas de las nueve de la noche a las cinco de la mañana. Los medios de comunicación debían aprobar un código de revisión de su material informativo a fin de no crear pánico y desmoralizar a las fuerzas armadas con noticias tendenciosas. Estas disposiciones enojosas podían ser consideradas “duras”, pero eran vitales en su cruzada impenitente contra la inmoralidad y la pérdida de tiempo, no tenían, sin embargo, parangón con el paquete de acciones inmediatas que se había puesto en marcha, con el fin de salvaguardar el Estatuto de Paz Espiritual:
1.- Se proscribió absolutamente el acceso desde cabinas públicas de internet a conversaciones interactivas, acceso a páginas de contenido pornográfico y/o violento, letras de canciones “potencialmente tendencioso”, o aquellas cuyo origen sea dudoso en cuanto a geografía, financiamiento y credo.
2.- Se prohibió el chat y el Messenger. Todos los servicios de conexión que trabajaban en la ciudad debían obligatoriamente venderle parches de negación de acceso a los consumidores. Quienes se negaban a comprarlo y tuvieran una verificación negativa debían ser multados inmediatamente por el área tributaria de Concejo Edil.
3.- Se prohibieron los conciertos de música estridente, los espectáculos no autorizados y los bailes de moda, salvo en locales permitidos (los cuales empezaban a las nueve de la noche y terminaban a la una de la mañana, sólo días viernes y sábado).
4.- Los bares no atenderían más allá de la una de la mañana y sólo podían vender licor a mayores de veintiún años.
5.- Se cerrarían dos cuadras a la redonda en todas las iglesias de IQT durante las horas de misa. En días de procesión, el cierre sería total una hora antes y una hora después.
6.- Se conminaba al silencio. Los motocarristas tenían orden de internamiento de sus vehículos si excedían el mínimo de ruido permitido, que eran sesenta decibeles. Estaban prohibidos los juegos recreativos en las calles y aceras de la ciudad.
7.- Se proscribía cualquier tipo de prostitución callejera y se aplicarían reglas severas para la administración y atención de centros de diversión y establecimientos nocturnos. Después de una exhaustiva verificación, sólo quedaron vivos a las condiciones de seguridad un par de discotecas, - entre ellas el Noa -, un local bailable y un night club.
8.- Se prohibió el funcionamiento de locales “de ambiente”, donde se realizaban actos impúdicos o contrarios a la naturaleza humana, al orden y las buenas costumbres.
9.- El más famoso burdel de la ciudad, Teletroca, fue desterrado fuera del casco urbano. No podía colocarse un prostíbulo o casa de citas sino a partir de los límites del kilómetro quince de la carretera hacia Nauta, y a partir del kilómetro veinte de la carretera hacia Yurimaguas.
10.- Debían ser canceladas las fiestas y celebraciones en las calles, los bailes en Complejos, así como la inmediata proscripción de algunas orquestas de música.
Sabía que estas medidas iban a generar resistencias. Sin embargo, las elecciones municipales serían dentro de dos años y su partido no tenía problemas. Enarbolaba su legitimidad, su afán por construir una Sociedad Moral y Espiritual, como prometió en campaña. Este era el momento de aplicar ese plan, votado masivamente por los ciudadanos. Y era la necesidad de sentir un verdadero cambio, desde las entrañas mismas de la condición humana, la que coronaría con palmarés su audaz apuesta.
La radio de frecuencia amplia indicó que era sólo cuestión de una media hora para que la bandera enemiga ondeara sobre el nervio financiero y comercial de la ciudad. Marcó inmediatamente el número que había sido asignado en caso de emergencias. Era una cuestión de vida o muerte. Del otro lado, de la línea, la voz ríspida, grave y levemente seseante, le contestó. Era el fin de la sociedad prometida en las elecciones del 2006.
1 comentario:
seseante
seseante [seseante]
adj.
1. Que sesea. Apl. a pers., u. t. c. s. En la región son mayoría los seseantes.
2. Que da a la z o a la c el sonido de s. Pronunciación, articulación seseante.
muy interesante el blog y para los que como yo no sabian el significado de esta palabra aqui queda
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