23 marzo 2007

EL CINE DE NUESTRA NIÑEZ: LOS GOONIES

1985. Éramos cuatro: Arturo (alias “Gordo”), trejo, mofletudo y cobarde para las peleas cuerpo a cuerpo; Papo, pelotero, conversador, buena onda; Christian, tranquilo, reservado, estudioso; Yo, el freak del grupo. Andábamos por los siete años y en nuestra radio a pilas Phillips escuchábamos los últimos estertores de “Thriller”.

“Ese pata iba a ser el rey de rock, te ibas a acordar de mí”, decía siempre Papo, mientras se terminaba un delicioso Muss Cremino dos sabores. El Gordo había llegado de Mayami, extraviando sus pasos en los Yunaites, y lo mejor que se había conseguido era la casaca oficial de la gira de Michael Jackson, con nombrecitos de las ciudades donde iban a sonar sus conciertos. Lo odiábamos en público, porque decíamos que era un big fat liar, pero en secreto lo envidiábamos. Aunque eso del odio y la indiferencia era puro cuento. El Gordo era uno más de la pandilla y a los amigos se los respetaba, se los quería y se les aceptaba incluso cualquier actitud posera (la ley de la vida ¿verdad?)....


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2 comentarios:

  1. Todos hemos tenido una pandilla, casi casi como los goonies,o mejor dicho mejor que los goonies aunque no hubiese tesoro del tuerto Willy de por medio.

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